Mulder y Scully no han envejecido regular. David Duchovny estuvo en Californication durante siete temporadas y espera el estreno de Aquarius, centrada en los asesinatos de Charles Manson. Gillian Anderson ha pasado por Hannibal y la serie británica The Fall. Pero ambos se lo deben todo a Expediente X. Durante nueve temporadas, sus personajes representaron el enfrentamiento entre la racionalidad y el escepticismo y la fe en lo desconocido, adentrándose en el misterioso mundo de los expedientes clasificados bajo el manto del FBI. Ahora parece que el tiempo no ha pasado para ellos. Bueno, un poco sí. Duchovny sigue manteniendo ese aspecto de Hank Moody y Gillian Anderson se ha estirado demasiado la cara como para que el espectador pueda percibir alguna mueca más allá de un permanente estado de asombro. Pero da un poco igual.
En esta ocasión vemos a un Mulder que todavía quiere creer -la misteriosa desaparición de su hermana sigue pesando demasiado- y una Scully que se deja llevar. Bien es cierto que la forma en la que vuelven a retomar los expedientes X quizá sea un poco acelerada y casi metida con calzador, pero el núcleo del primer capítulo plantea un punto de partida interesante.
Skinner vuelve a convocar a la pareja tras la aparición de Tad O'Malley, un activo charlatán que vive de los réditos que la ha dado su apocalíptica visión de un mundo en el que estamos abocados a la destrucción. O'Malley les presenta a Sveta, una chica que afirma haber sido abducida y sometida a experimentos y que dice tener ADN alienígena. A partir de ahí, Mulder y Scully comenzarán a tirar del hilo de lo que parece ser algo demasiado grande.
A estas alturas el punto de partida se asemeja muy trillado. Desde que terminara la serie nos hemos cansado de ver mucho material que apunta a la gran teoría de la conspiración para dominar el mundo. Pero con una base en la Norteamérica post 11S y en un 2016 que llega habiendo pasado, entre otras cosas, por el escándalo de Wikileaks, esta visión paranoica parece casar muy bien con la serie y con el universo mitológico que creó.
El primer capítulo sitúa a los protagonistas en un mundo dominado por una fuerza conspiranoica casi imposible de destruir, evolucionando en el tiempo y enlazando con el origen de la conspiración OVNI con unos flashbacks que hacen referencia al accidente de Roswell en 1947 que tienen su aquel.
Centrado el asunto, el segundo capítulo se muestra ya como uno de los habituales de Expediente X y en el tercero se volverá al más puro estilo de la serie. Sin ser brillante, el mundo en el que se mueven Mulder y Scully siguen manteniendo su esencia por lo que se hace necesario creer en un resurgimiento que por el momento tiene más de guiños al viejo personal que de novedoso.