"El Gorila se comió al intelectual: Desmenuzando la bazofia argumental de Luis Alberto Romero
Por Julianotal @mundopario"El Gobierno se comió al Estado" se llama la nueva estupidez publicada en La Nazión por el historiador Luis Alberto Romero, cuyos argumentos están cada día más endebles y la veta gorila le sale hasta por las orejas. "El gorila se comió al intelectual" podría retitularse. Veamos:
"Distinguir entre Estado y gobierno es una imprescindible operación analítica. Hoy no es tan difícil, porque el Gobierno, muy concentrado, se confunde con el presidente. El Estado, en cambio, está relacionado y condicionado por múltiples procesos, como la cultura ciudadana o la homogeneidad social, que hacen a la diferencia entre el Leviatán de Hobbes y el Estado que piensa con la sociedad, de Durkheim."Pero hay aspectos estatales específicos: el marco jurídico e institucional, las agencias públicas y el funcionariado, con su capacidad y su ética profesional. En un Estado virtuoso, esa maquinaria sirve para planificar las políticas gubernamentales, prever sus consecuencias, evaluar sus resultados. Todo ello implica una limitación al decisionismo o a la primacía de la política. A la vez, un Estado deteriorado estimula el uso de golpes de voluntad política, para sustituir las falencias de los instrumentos normales".Lo que manifiesta Romero como si fuera un diagnóstico, en realidad es una apreciación endeble y muy subjetiva: muy endeble porque una persona que se jacte de intelectual nunca puede analizar la cáscara sin fijarse el contenido. Afirmar que el Gobierno se confunde con el presidente, podría ser plausible bajo otro regimen de gobierno como el parlamentario donde ahí sí sería una anormalidad institucional. Nuestro régimen está marcado por un presidencialismo fuerte que es caracteristico desde 1853 a la fecha. Referirse a que un Estado virtuoso es aquel que limita el decisionismo o a la primacía de la política, es claramente subjetivo y un posicionamiento ideológico de Romero: estamos hablo de Estado liberal, che! Claro, ahora se entiende un poquito: en otras palabras Romero sigue con la misma cantinela que le afecta las neuronas que es asumir nuestro régimen popular, entender la idiosincrasia latinoamericana donde el populismo para él es negativo y aberrante. De todas formas también se equivoca con su apreciación de que ese Estado virtuoso no requiere de decisionismo porque es liberal, por el contrario, para llegar a caracterizar a dichas instituciones con sus limites prefijados también se requiere de una decisión política. El Estado virtuoso no es una condición innata, no sea pelotudo, por favor!"¿Que ha ocurrido con el Estado argentino? Es posible distinguir dos grandes etapas, separadas por la cesura (sic) de 1976. En la primera, la Argentina tuvo un Estado potente, con capacidad para formular proyectos de largo plazo. Desde fines del siglo XIX, organizó la sociedad mediante grandes políticas, como la educativa o la de nacionalización. Progresivamente los intereses sociales se fueron organizando y comenzaron a hacer oír su voz: trabajadores, chacareros, estudiantes, médicos e industriales reclamaron tanto reivindicaciones como reglas de juego. El Estado creció legislando, creando agencias y funcionariados especializados. Desde 1930 comenzó a intervenir en la economía, regulando las grandes variables y facilitando la negociación entre los intereses. El impulso continuó, y en la segunda posguerra el Estado dirigista promovió distintas actividades y se hizo cargo del bienestar social"."Hacia 1976 comenzó el giro en el que aún vivimos. Desde entonces las políticas apuntaron no sólo a reducir las competencias del Estado, sino a quebrar su espina dorsal. Más allá de matices y motivaciones, esto sucedió desde Martínez de Hoz hasta Kirchner. En un momento, fue llamativa la privatización de las empresas del Estado. Pero lo decisivo fue el sistemático desmonte y desnaturalización de las agencias estatales de control, tanto para la actividad privada como para los gobernantes y administradores. Esto deterioró las normas y los procedimientos y facilitó la arbitrariedad en la toma de decisiones".(...)
"La Argentina tiene hoy un Estado débil pero, en cambio, un gobierno fuerte, concentrado en la Presidenta. La tradición presidencialista es antigua. Está en la Constitución de 1853 y fue profundizada por Roca y sus sucesores. Con la democracia, Yrigoyen y Perón la fortalecieron con su aducido mandato plebiscitario. Desde 1930, los gobiernos sumaron otro factor: un Estado con fuerte capacidad de intervención. Las dos largas dictaduras recientes aumentaron el presidencialismo, pero con una diferencia: la de 1966 confió en el Estado para la realización de sus ambiciosos proyectos, mientras que la de 1976 inició la demolición del Estado. Desde entonces, los gobiernos fuertes empezaron a coexistir con el Estado débil."Es interesante ver como en su repaso, marca loas y alabanzas hacia las grandes políticas que se generaron mediante un Estado potente hasta fines del siglo XIX; sabiendo que esas políticas largoplacistas fueron tomadas y decididas fuera del marco plebiscitario, en todo caso restrictivo al mismo. Menciona cómo el Estado se fue desarrollando, especializando y perfeccionándose, claramente como un modelo virtuoso. Ahora, solo enumerando y sin mencionar las crisis socioeconómicas de por medio termina mostrando una verdad a medias o por lo menos un punto de vista arbitrario. Habla de una época dorada donde el Estado cobijaba solo a un sector minoritorio del conjunto de la población. Cuando habla de la Argentina de hoy dice que hay un Estado débil pero, en cambio, existe un gobierno fuerte... la pregunta que habría que hacerse es básica: ¿se puede mantener un gobierno fuerte bajo un Estado débil luego de 9 años? La respuesta es sencilla: efectivamente, el Estado es débil pero no hablando en sentido institucional sino en el sentido conceptual: el kirchnerismo debilitó aquella concepción liberal del Estado, bajo ese punto de vista es lógico que lo note como un gobierno fuerte y autoritario porque no encaja dentro de esa concepción socialdemocrata tibia e inodora que Romero tanto admira como miembro de aquel grupo de intelectuales que acompañaron al experimento alfonsinista y por falta de interpretación y de voluntad política así les fue. Su propia nostalgia se destaca en la columna:"En 1983, el gobierno comenzó a transitar por un camino diferente de toda la tradición política argentina, distinto. Se instituyó una democracia republicana, fundada en el pluralismo. Se trataba de construir un país dentro de la ley, lo que implicaba poner reglas al gobierno". http://www.lanacion.com.ar/1489969-el-gobierno-se-comio-al-estado