El Gran Juego es casi como un gran puzle. Necesita muchas piezas. Tus propias piezas. Ellas formarán una llave que te permitirá entrar donde debes hacerlo. Para empezar, debes buscarme. Recuerda, Cucurucho, que la ciudad es como un mapa invisible. (Pág. 44).
Siempre me resulta agradable descubrir nuevas voces que aportan frescura y talento a la narrativa española. Este es el caso de la periodista Leticia Sánchez Ruiz (Oviedo, 1980), que hasta el momento ha publicado dos novelas: Los libros luciérnaga, ganadora del Premio Emilio Alarcos 2009, y El Gran Juego, con la que obtuvo el Premio Ateneo Joven 2011. Me animé a leer esta última gracias a las entusiastas reseñas de blogueros de los que me fío, como Mertxe y Pedro. Una vez más, las recomendaciones de la red me han permitido descubrir a una autora a la que de otro modo tal vez no habría prestado atención, y me alegro mucho de haberlo hecho.
—El amor. Querer tocar sin tocarse, únicamente esperando que el otro quiera hacerlo. Ese desbordarse del cuerpo, saber que estás caminando allá lejos sin moverte del sitio, que tus ojos ven lo que tú no ves porque realmente ya eres otro. La vida desdoblada y temblar sin frío. Un silencio repleto de voces entre dos personas. La vida que se te va en algo tan nimio como el tacto de un alfiler. El deseo de todo lo inaccesible. Esa soledad rota. (Pág. 288).
Leticia Sánchez Ruiz
En suma, merece la pena leer El Gran Juego y conocer a los personajes de ese bar de la calle La Luna, moverse con ellos por el mapa invisible de la ciudad y disfrutar de la voz personal de Leticia Sánchez Ruiz. Es una novela sobre la vida, sobre las personas y las relaciones entre ellas, sobre el amor y lo que queda cuando ya no estamos; una historia tierna y entrañable que se lee con una sonrisa en los labios. Se podría haber pulido más, pero en cualquier caso sigue siendo un libro más que recomendable que puede gustar a mucha gente. Esta autora tiene futuro. No: tiene presente.No te ciegues nunca, míralo todo, descubre el universo bajo tus pies. Espero que hayas observado la belleza y la miseria de la que se compone la vida. Espero que hayas creído en seis cosas imposibles antes del desayuno. Y hay algo que quiero que recuerdes siempre, que nunca me cansé de repetirte. Las personas jamás dejamos de sumar. Así lleva siendo desde el principio de los tiempos, así continuará. Somos legado y promesa. Somos el cúmulo de nuestros padres, abuelos, ancestros y amigos. Somos el resultado de personas que vivieron hace siglos. Somos los que vienen detrás de nosotros. Somos retales. Somos infinitos. Somos suma. Somos suma de muchos. (Pág. 408).