DOCUMENTOS DEL SIGLO XIX para la construcción de una historia crítica de la MASONERÍA EN EL RÍO DE LA PLATA. La Logia "Les Amis de la Patrie" y su conexión con Garibaldi. Período aproximado 1820-1880. Complemento del artículo "La mano del masón que mece la cuna" y de "Las cenizas de Garibaldi: volviendo la vista atrás".
A Ricardo Fernández
"Infelizmente no hay un rincón de tierra donde no descansen los huesos de un italiano generoso, debiendo por eso Italia cubrirse de luto y no henchirse de gloria. Pobre Italia, tu sentirás verdaderamente su falta el día en que tentares arrancar tu cadáver a los cuervos que la devoran".
Garibaldi, Memorias.
"(...) el Taller francés (Les Amis de la Patrie) se había erigido en una verdadera autoridad masónica en la América del Sud (...)" Chabiraud, Historia de la Franc-Masonería en la República del Uruguay.
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PALABRAS PREVIAS
Confieso que me gustan los libros de Arturo Perez Reverte. Entre mis preferidos se encuentra La tabla de Flandes, aunque en alguna época solía identificarme con Lucas Corso, el cazador de libros con el bolso a cuestas, de la novela de misterio El club Dumas -o también llamada La sombra de Richelieu-.Fue adaptada al cine por Roman Polanski con el nombre de La última puerta, película en cuyo rol protagónico destacó Johnny Deep.La película estaba sembrada de libros y bibliotecas y yo aún conservo cierto olfato y ese espíritu mesiánico necesario para seguir el rastro elusivo de los viejos papeles.Se dice que Alejandro Dumas es uno de los autores que más ha influido en Perez Reverte.Alejandro Dumas también escribió, dentro de su prolífica obra, el prólogo a las Memorias de Garibaldi. Dicen los editores:"La Memorias de Garibaldi fueron escritas por él para Alejandro Dumas y un grupo selecto de amigos. Alejandro Dumas las publicó, con sus propios y extensos comentarios, ampliándolas con el testimonio de algunos de los compañeros de Garibaldi en sus aventuras rioplatenses e italianas".Conseguí y disfruté las Memorias del héroe italiano escritas durante su exilio en Tánger, donde relata los acontecimientos de su vida hasta la caída de Roma en manos del ejército francés y del Papa Pío IX, y la derrota de la República en su intento por defender la ciudad. Ahí concluye este volumen.Antes de caer en el desengaño con respecto a Pío IX, Garibaldi le había escrito desde Montevideo, en octubre de 1847, la siguiente carta al Nuncio del Papa, en nombre suyo y de sus legionarios:"Muy ilustre y respetable señor: Desde el momento en que nos llegaron las primeras noticias de la exaltación del soberano pontífice Pío IX y de la amnistía que él concedía a los pobres proscriptos, hemos contado -con una atención e interés creciente- los pasos que el jefe supremo de la iglesia ha dado en el camino de la gloria y la libertad. Los loores cuyos ecos nos llegan a los oídos allende los mares, el ruido con que Italia acoge la convocatoria de los diputados y la aplaude, las sabias concesiones hechas a la prensa, la institución de la guardia cívica, el impulso dado a la instrucción popular y a la industria, sin contar tantos cuidados, todos dirigidos al perfeccionamiento y bienestar de las clases pobres, y para la formación de una administración nueva, todo, en fin, nos convenció de que acababa finalmente de salir del seno de nuestra patria el hombre que, comprendiendo las necesidades de su siglo, según los preceptos de nuestra augusta religión, siempre nuevos, siempre inmortales, y sin derogar su autoridad, se ciñera a las exigencias de los tiempos; y nosotros, aunque todos esos progresos no tuvieran influencia sobre nosotros mismos, los hemos seguido de lejos y acompañado con nuestros aplausos y nuestras voces el concierto universal de Italia y de toda la cristiandad (...).(...) Los que escribimos, ilustrísimo y respetabilísimo señor, somos los que, siempre animados de este mismo espíritu, hemos soportado el exilio, tomado las armas en Montevideo por una causa que nos parecía justa y reunímos algunas centenas de compatriotas nuestros que habían venido para aquí esperando encontrar días menos tormentosos de los que sufríamos en nuestra patria. Hace cinco años que, durante el cerco que rodeaba los muros de esta ciudad, cada uno de nosotros se propone dar prueba de resignación y de coraje; y gracias a la Providencia y a ese antiguo espíritu que inflama aún nuestra sangre italiana, nuestra legión tuvo ocasión de distinguirse, y cada vez que esta ocasión se ha presentado, ella no la ha dejado escapar; tan bien que -creo que es permitido decirlo sin vanidad- ella ha excedido en el camino del honor a todos los otros cuerpos que eran sus émulos.Si hoy los brazos que tienen algún uso de armas fueran aceptados por su Santidad, inútil es decir que, mucho más voluntariamente que nunca, nosotros los consagramos al servicio de aquel que hace tanto por la patria y por la iglesia. Nosotros nos juzgaremos, pues, felices, si pudiésemos ir en ayuda de la obra redentora de Pío IX, nosotros y nuestros compañeros en nombre de los cuales hablamos, y no juzgaremos pagarla cara con toda nuestra sangre.Si vuestra ilustre y respetable señoría piensa que nuestra oferta puede ser agradable al soberano pontífice, pónganos a los pies de su trono (...)".Jamás hubo respuesta a la carta.Compré el libro motivado por las posibles alusiones de Garibaldi a la Francmasonería y las sociedades políticas y secretas de la época en la cual le tocó actuar. Dumas se ocupa extensamente de ellas en su prólogo.Por otro lado, Garibaldi apenas señalaba al respecto, una pequeña anécdota surgida durante sus campañas militares en favor de la República de Río Grande, al sur del Brasil, y que precedieron a las que realizó al servicio de Montevideo:"(...) San Simón era una bella y espaciosa heredad que se hallaba entonces abandonada. Pertenecía al conde de San Simón, antiguamente exiliado y cuyos herederos estaban también exiliados como enemigos de la República. Yo no sé si él era pariente del famoso conde de San Simón, fundador de esa religión cuyos adeptos me habían iniciado en la fraternidad universal, pero en esta ocasión, como la familia de San Simón era considerada como enemiga, tratamos su heredad como una conquista (...)".La lectura me resultó muy grata y fascinante, como si estuviera leyendo a Verne o Salgari en la vieja colección de libros Robin Hood, aquella de tapas duras y amarillas; aunque considero -opinión muy personal- que el mejor aporte dentro de este género y todavía no superado, es el volumen escrito por T. E. Lawrence, el famoso Lawrence de Arabia, titulado Rebelión en el desierto, donde relata extensos pasajes de su vida y sus experiencias militares al servicio de la Corona británica en el transcurso de la Primera Gran Guerra Mundial del siglo XX (1914-1918).Retomando el tema, uno se pregunta una y otra vez, a cada página que pasa, cómo pudo sobrevivir Garibaldi a las emboscadas y peripecias de las escaramuzas, combates y todo tipo de aventuras que padeció, y justo es decirlo, que buscó ávidamente con espíritu inquebrantable.Resulta también, que pude compilar algunas crónicas de 1882 sobre la muerte de Garibaldi y los sucesos acaecidos en las siguientes semanas de producido el fallecimiento, oportunidad que se me presentó para cotejar diversas fuentes, referencias y distintas versiones y/o variantes sobre la gesta garibaldina y su impacto en la región, pero sobre todo, las opiniones y datos explícitos emanados de los propios documentos de la Orden sobre su filiación masónica en esta parte de América, y su profunda conexión con la Logia Les Amis de la Patrie.
Los textos fueron escritos bajo la óptica de los masones argentinos y uruguayos y tuvieron amplia difusión en el Río de la Plata. Abordaré el asunto en forma mucho más extensa en un próximo artículo llamado Las cenizas de Garibaldi: volviendo la vista atrás.Allí adjunto las crónicas y notas periodísticas en las cuales se cuentan los entretelones de los sucesivos homenajes, los conflictos derivados con la Iglesia y los obispos, las firmes posturas asumidas por los gobiernos de la región en la defensa de la memoria y la persona del insigne e infatigable luchador, y las vicisitudes vividas por los masones en su enfrentamiento con las huestes del clero.Fue en uno de estos incidentes -del cual se sospecha que fue provocado- donde se incendió el local de la Logia Garibaldi y fue destruído por el fuego el estandarte bajo el cual fue iniciado aquel. Así está explicitado en los DOCUMENTOS ORIGINALES.Dicha reliquia había sido cedida a la Logia por los Hermanos de Les Amis de la Patrie que lo tenían en su custodia. El suceso causó numerosas muertes y las cenizas del estandarte fueron luego depositadas y devueltas en una urna, construida especialmente para el caso, y de la cual se brinda una detallada descripción en los reportes.Decía La Acacia:"La Logia Les Amis de la Patrie de la que fue miembro José Garibaldi, no solo asistía toda entera, sino que había enviado su estandarte enlutado -el mismo que sirvió para recibirlo- y que fue colocado al lado del de la Logia Garibaldi".
Poco después, en un número posterior, añadía sobre la reliquia:
"Nuestros Hermanos recordarán que en el incendio en la Logia Garibaldi fue reducido a cenizas el estandarte de la Augusta Logia Les Amis de la Patrie de ese Valle que sirvió para la iniciación del Hermano José Garibaldi.Queriendo conservar tan preciosa como histórica reliquia, los Hermanos de la Garibaldi mandaron construir una urna en que se depositaron las cenizas del estandarte, todo lo cual ha sido entregado oficialmente a la Logia Les Amis de la Patrie levantándose actas por duplicado conmemorando el acto (...)".Se hacía entrega de esta manera de una "urna funeraria de forma de pirámide egipcia, construida de madera de ébano y boj y cristales conteniendo una cadena, una estrella y una tacilla de plata, que guarda el resto del estandarte masónico de dicha Respetable Logia, quemado en la Garibaldi la noche del 11 de junio del corriente año, mientras se hacían los honores en memoria del gran héroe José Garibaldi.En uno de los frentes de la base hállase además una plancha de oro con la siguiente inscripción: la Logia Garibaldi entrega a su hermana, la Respetable Logia Les Amis de la Patrie, los restos del estandarte quemado en la noche del 11 de junio de 1882".Sobre el final de la extensa crónica, se ampliaba la descripción muy detalladamente:"La urna es un bellísimo trabajo, ejecutado con perfecto arte y severidad de gusto por el Hermano Scalfi (...)Representa en el conjunto, una pirámide egipcia.Tiene un plano cuadrado con una escalinata simbólica, sostenida por cuatro garras de león que representan la fuerza. En el centro de este cuadro, se eleva una base octógona con cuatro escuadras en sus cuatro ángulos, que la sostienen. De la base se levanta una pirámide cuadrangular construida con cuatro cristales, dentro de la cual se encuentra una tacilla de plata que contiene los restos del estandarte quemado en la infausta noche. La pirámide sostiene un elegante capitel del estilo corintio, sobre el cual se elevan tres simbólicas granadas, del centro se destaca una fúlgida estrella masónica de plata. En uno de los cuatro lados principales de la base, hállase una lámina de oro, en la cual se lee la siguiente inscripción: la Logia Garibaldi entrega a su hermana, la Respetable Logia Les Amis de la Patrie, los restos del estandarte quemado en la noche del 11 de junio de 1882. En los otros tres lados, se ven trofeos masónicos, entrelazados con ramos de acacia, ejecutados con la mayor precisión artística y con un gusto y elegancia tales que hacen honor a su autor. Cierran la base octogonal, cuatro columnas, simbólicas, sosteniendo un globo terráqueo, cada una, y enlazadas por una cadenita de plata.
El trabajo es de madera de ébano y boj.
La altura total es de 75 centímetros y la base de 50".
De esta manera puede constatarse que a principios de los años 1880 la Logia Les Amis de la Patrie continuaba sus trabajos con plena vigencia y vigor, aparte de lo que ya dije en otro artículo referido a la Masonería fundacional argentina, que lleva el nombre de La mano del masón que mece la cuna, y donde se aprecia, al complementarse con estos nuevos documentos sobre Garibaldi y el siguiente informe que expondré, la notable influencia de las Logias del Gran Oriente de Francia en ambas orillas del Río de la Plata durante el transcurso de gran parte del siglo XIX.Señalaba en la oportunidad:"Cabe destacar también la influencia durante el siglo XIX, y hoy ya no mencionada, del Gran Oriente de Francia en los países del Río de la Plata, siendo Logias fundacionales de la Orden Les Amis de la Patrie en Uruguay y La Amiga de los Náufragos en Argentina. Esta influencia fue notable entre los años 1820 y 1880, aproximadamente. Esta situación se vio reflejada en las páginas de las primeras publicaciones masónicas editadas con cierta periodicidad, por ejemplo, la Revista Masónica Americana (década de 1870) y La Acacia (década de 1880).La situación cambia a fines del siglo XIX y principios del XX, haciéndose más notoria en La Cadena de Unión, que se editó hasta 1932. Aún cuando gana espacio la difusión de la Masonería anglosajona, esta publicación, dirigida por Santiago Greco y sucesora de la Revista Masónica de Salvador Ingenieros, todavía tendrá sus puertas abiertas a todas las posturas críticas hacia el interior de la Orden. Ya desaparecida La Cadena de Unión, y en las dos décadas posteriores, de 1930 hasta su desaparición en la década de 1950, gravitarán mayormente la revista Verbum, nacida en 1934 en el seno de la Logia Res Non Verba de la Gran Logia Filial Hispano-Argentina y que se convertirá, a partir de 1935, en el órgano de difusión oficial del Gran Oriente Federal Argentino (...)".Será esta última Potencia argentina, que existió entre 1935 y 1957, la que cobije y auspicie, en el período que duró su existencia, los ideales y valores de la Masonería liberal y adogmática española (GOE) y francesa (GODF) en buena parte del suelo sudamericano.Por otro lado, en pleno siglo XIX, el teniente de navío, explorador y masón CHABIRAUD escribió varios textos a pedido de la Potencia francesa que son a la vez trabajos históricos e informes de situación.Sus investigaciones abarcaron países como Uruguay, Portugal y España, entre otros. Parte de su obra fue citada por Ferrer Benimeli.Su estudio titulado Historia de la Franc-Masonería en la República del Uruguay, fechado en Río de Janeiro, en 1871, fue publicado por La Chaine d´Union y, ya traducido, lo reprodujo la Revista Masónica Americana, editada en Buenos Aires por los masones españoles José Victory y Pedro Piqueras. Dicho estudio aborda el período comprendido entre 1820 y 1870 en aquel país del Río de la Plata.Dice CHABIRAUD: "El centro Masónico más antiguo que ha sido fundado en el Uruguay data de 1827, en cuya época algunos masones franceses se reunieron y constituyeron en Montevideo un Taller bajo el título distintivo de Les Enfants du Nouveau Monde. Ningún documento histórico se encuentra ya hoy en día concerniente a los primeros trabajos de este Taller. Parece dudoso que llegara a recibir Constituciones regulares. No obstante, es fuera de duda que funcionó de una manera casi continua, hizo iniciaciones y tuvo frecuentes reuniones. Esta Logia, esencialmente francesa, tanto por su carácter como por la nacionalidad de sus miembros, no se afirmó sólidamente hasta 1842. Entonces tomó el título distintivo de Les Amis de la Patrie, y pidió Constituciones al Gran Oriente de Francia. El 19 de setiembre de 1843 le fueron dadas sus Constituciones en el Rito Francés, por aquella autoridad masónica, y fueron comunicadas oficialmente en Montevideo en tenida solemne el 16 de junio de 1844. A la par de esta Logia se fundaron sucesivamente en Montevideo varios Talleres bajo la obediencia del Gran Oriente del Brasil. Estas Logias creadas en el Rito Escocés (...)".Entre los fundadores de la Logia Les Amis de la Patrie, aparecen los nombres de Etscher, Roustan, Vaillant y Villars. En el año 1862 se intentó reactivar la Logia Les Enfants du Nouveau Monde y en 1866 se fundó Avenir et Progres, aunque ambas existieron por poco tiempo. En Argentina, la Logia L´Amie des Naufragès, creada en 1852, llegó a cumplir los cien años. Uno de sus ex Venerables, Georges Conrard, pasó a integrar luego la Logia Prometeo, uno de los Talleres fundacionales del Gran Oriente Federal Argentino.
Adjunto a continuación el informe completo escrito por Chabiraud. Sugiero, en la medida de lo que fuera posible, se cotejen los siguientes documentos expuestos aquí, con los publicados en el ya mencionado artículo La mano del masón que mece la cuna. Unos y otros son casi inhallables hoy en día, después de, aproximadamente, 150 años de haber sido publicados.
De dicho ejercicio de comparación se podrán sacar sustanciosas conclusiones, cualquiera sea la postura adoptada o la perspectiva con la cual se aborde la lectura, respecto de los conflictos suscitados en la conformación de los primeros Cuerpos Colegiados de la naciente Masonería rioplatense. Sin duda será una experiencia enriquecedora, que quizá propicie la polémica o el debate, con los ineludibles y siempre vigentes temas de fondo, entre otros, el complicado asunto -ya sea conceptual o normativo-, y jamás resuelto, de la pretendida regularidad masónica entre las partes involucradas en las disputas y las acusaciones mutuas de irregularidad o falta de reconocimiento, las jurisdicciones territoriales de los distintos Ritos, cuestión sobre la cual las Obediencias no se ponían de acuerdo y, en fin, el enfrentamiento entre las Logias simbólicas y los Altos Grados. Entre los puntos a destacar, señalo el hecho enunciado en el documento, sobre la intrusión habitual de la Gran Logia de Inglaterra en los asuntos masónicos de otros países con sus propias Logias o Grandes Logias Distritales, y de los cuales son ejemplo Argentina, Brasil y Uruguay.Otro dato significativo implica las arduas luchas por imponerse entre los distintos altos cuerpos masónicos que, como se podrá apreciar, envolvieron a estos tres países. De más está decir que, al cabo de pocos años, los conflictos se solucionaron con la fusión entre vencedores y vencidos.A tal efecto, y para clarificar un poco el tema, y a falta de mayor documentación a mi alcance, cito nuevamente, a manera introductoria, el siguiente pasaje ya volcado en el artículo La mano del masón que mece la cuna:"Existía en el año 1854, en el entonces Imperio del Brasil, el "Gran Oriente do Brasil" y el "Gran Oriente Brasileiro", fundados respectivamente en 1822 y 1831 con sendos Supremos Consejos del grado 33, que se distinguieron por el nombre de la calle en que -en la ciudad de Río de Janeiro- estaban situados sus Templos:
1º - El Supremo Consejo del Grado 33 del Valle de Benedictinos, constituído el 16 de noviembre de 1829; y
2º - El Supremo Consejo del Grado 33 del Valle de Lavradío, formado el 12 de noviembre de 1832.
Uniéronse estos Grandes Orientes y Supremos Consejos el 20 de mayo de 1872. Se separaron en el año 1874, y volvieron a unirse el 21 de diciembre de 1882, formando así el hoy "Grande Oriente Unido" y "Supremo Conselho do Brasil", con domicilio en la calle de Lavradío Nº 97, de Río de Janeiro.
Hemos puntualizado estos detalles porque son indispensables conocerlos para determinar el origen de los Grandes Orientes y Supremos Consejos del grado 33, que, desde 1854, se fundaron en la República del Uruguay y después en la Argentina"."En la República del Uruguay, el Grande Oriente y Supremo Consejo del grado 33, del Brasil, del Valle de Benedictinos (Río de Janeiro), constituyó un Gran Oriente y Supremo Consejo del grado 33 del Uruguay, el 22 de enero de 1855. El otro Gran Oriente Brasileiro, del Valle de Lavradío, constituyó otro alto cuerpo (...) en septiembre de 1856"."En la República Argentina, el Gran Oriente y Supremo Consejo del grado 33, del Valle de Benedictinos, constituyó el Gran Oriente y Supremo Consejo de la Confederación Argentina, el 23 de junio de 1857, siendo su primer Gran Maestre y Soberano Gran Comendador, el Dr. Miguel Valencia. El Gran Oriente y Supremo Consejo del grado 33 de la República del Uruguay constituido por el Gran Oriente y Supremo Consejo del grado 33 del Brasil, Valle de Lavradío, constituyó el Gran Oriente y Supremo Consejo del grado 33 de la República Argentina, el 13 de septiembre de 1858, siendo su primer Gran Maestre y Soberano Gran Comendador, el Dr. José Roque Pérez. Este segundo cuerpo masónico argentino, fue un grupo cismático, al que se fusionó el primero (...)".
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APÉNDICE DOCUMENTAL
"El centro Masónico más antiguo que ha sido fundado en el Uruguay data de 1827, en cuya época algunos masones franceses se reunieron y constituyeron en Montevideo un Taller bajo el título distintivo de Les Enfants du Nouveau Monde. Ningún documento histórico se encuentra ya hoy en día concerniente a los primeros trabajos de este Taller. Parece dudoso que llegara a recibir Constituciones regulares. No obstante, es fuera de duda que funcionó de una manera casi continua, hizo iniciaciones y tuvo frecuentes reuniones. Esta Logia, esencialmente francesa, tanto por su carácter como por la nacionalidad de sus miembros, no se afirmó sólidamente hasta 1842. Entonces tomó el título distintivo de Les Amis de la Patrie, y pidió Constituciones al Gran Oriente de Francia. El 19 de setiembre de 1843 le fueron dadas sus Constituciones en el Rito Francés, por aquella autoridad masónica, y fueron comunicadas oficialmente en Montevideo en tenida solemne el 16 de junio de 1844. A la par de esta Logia se fundaron sucesivamente en Montevideo varios Talleres bajo la obediencia del Gran Oriente del Brasil. Estas Logias creadas en el Rito Escocés no parecen haber funcionado de una manera muy regular. Con frecuencia cayeron en sueño, para levantarse de nuevo al poco tiempo. Las discordias civiles, que, desde la fundación de la República, han armado casi siempre a los ciudadanos del Uruguay, unos contra otros, introdujeron profundas divisiones en el seno de los Talleres, y retardaron por mucho tiempo los trabajos de la Masonería, únicamente la Respetable Logia Les Amis de la Patrie logró eliminar pronto los elementos de discordia, y mantuvo sin interrupción la regularidad de sus trabajos. Este importante resultado fue debido en gran parte a la abnegación y actividad infatigable de algunos de sus ilustres fundadores los Hermanos Etscher, Roustan, Vaillant y Villars. La Respetable Logia Les Amis de la Patrie trabajaba regularmente hacía ya trece años, cuando un movimiento masónico considerable se manifestó en Montevideo en 1855. En esa época el Taller francés se había erigido en una verdadera autoridad masónica en la América del Sud, y había llegado a merecer la confianza de muchas grandes Potencias extranjeras, gracias a la inteligente dirección y a los memorables trabajos de su Venerable el Hermano Vaillant. El 22 de enero de 1855 la Logia Les Amis de la Patrie recibió una comunicación oficial del Hermano José Gereda, quien tomando el título de Soberano Gran Inspector General Gran Comendador del Supremo Consejo del Gran Oriente de Montevideo, avisaba la fundación de una Potencia Masónica Nacional en el Uruguay. Este pretendido Gran Oriente de Montevideo era en realidad perfectamente irregular. El declaraba adoptar el Rito Escocés, y constituía inmediatamente Talleres en los 33 grados de este Rito; pero en el fondo, ninguno de sus miembros tenía la menor instrucción masónica. Bajo la sabia dirección del Hermano Vaillant, Les Amis de la Patrie evitaron reconocer oficialmente este nuevo Oriente, y declararon referirse al Gran Oriente de Francia. Debe observarse que en esa época la Respetable Logia Les Amis de la Patrie era puramente simbólica, y por consiguiente no tenía a su lado ni Capítulos ni Consistorios. El Hermano Vaillant, su Ilustre Venerable, era no obstante muy instruido en la Masonería, y conocía mejor que otro alguno en Montevideo el Ritual escocés. Tuvo ocasión de observar las consecuencias escandalosas a que daba lugar todos los días el abuso de los altos grados en las Logias del Gran Oriente de Montevideo, y se dedicó a preservar su Taller de esa funesta influencia, habiendo obtenido con su prudencia un éxito completo. Mediante los informes suministrados por el Hermano Vaillant, cuya autoridad tenía un gran peso cerca de los masones de Río de Janeiro, el Gran Oriente del Brasil rehusó reconocer el pretendido Gran Oriente de Montevideo, y puso sus Logias en entredicho. El 24 de junio de 1855 una nueva Potencia Masónica se fundó en Montevideo, bajo la denominación del Gran Oriente del Uruguay. Esta autoridad, aunque estaba todavía muy distante de ofrecer todas las garantías apetecibles, tenía no obstante la ventaja de contar entre sus miembros un gran número de masones instruidos, unos formados en la Logia francesa, y otros en los Talleres regulares de la Obediencia del Brasil. Pero la creación consecutiva de dos Orientes en Montevideo, y de las Logias que fueron su consecuencia, provocó una verdadera tempestad en el mundo profano. El clero se conmovió vivamente, y contestando a una manifestación inconveniente del Gran Oriente de Montevideo, lanzó sus anatemas, y reclamó oficialmente la intervención del Poder Ejecutivo.El Gobierno demostró en estas circunstancias una prudencia remarcable. Había tenido ocasión de apreciar los servicios prestados por la Respetable Logia Les Amis de la Patrie, y le había demostrado con frecuencia sus verdaderas simpatías. Pidió informes al Venerable Vaillant en quien tenía plena confianza, y muniéndose al efecto de un importante documento redactado por este Hermano y aprobado por el Taller para las circunstancias, consiguió calmar poco a poco la efervescencia que se había manifestado en Montevideo. El Gran Oriente de Montevideo no pudo sostenerse. Cayó por sí mismo, víctima de sus abusos y de su ignorancia. La mayor parte de sus miembros se incorporaron al Gran Oriente del Uruguay.
El 9 de setiembre de 1856 la Logia Les Amis de la Patrie recibió comunicación oficial por plancha del Gran Oriente del Brasil, constituyendo el Gran Oriente del Uruguay como Potencia Masónica Nacional en Montevideo. Este reconocimiento había sido preparado por el Hermano Vaillant, quien tuvo en este delicado asunto la rara habilidad de no comprometer en nada a su Taller ni al Gran Oriente del Brasil, para inducir a esta Potencia Masónica a prestar un señalado servicio a la Masonería del Uruguay. El Gran Oriente del Uruguay, una vez fundado y reconocido, no podía dejar de conservar el más vivo reconocimiento hacia la Respetable Logia Les Amis de la Patrie, por los sentimientos fraternos de que el Hermano Vaillant había sido intérprete. Por tanto se hizo desde el principio un deber agradable de retribuir a este Taller en todas las circunstancias el testimonio de la más cordial amistad. Estas buenas relaciones y esta fraterna inteligencia, no han cesado jamás de existir entre el Gran Oriente del Uruguay y la Logia francesa. Es cosa rara de ver una autoridad masónica vivir en tan perfecto acuerdo con una simple Logia que existe tan cerca de ella bajo una Obediencia extranjera. El Hermano americano Macoy (sic), en su docta historia de la Masonería moderna se expresa a este respecto en los términos siguientes: "Las Logias del Gran Oriente del Uruguay, y la que ha quedado sola bajo la soberanía del Gran Oriente de Francia trabajan reunidas en la más perfecta armonía. Manifestándose que así es como la Masonería puede afirmar victoriosamente en el mundo su grande misión de amor y de fraternidad". La fundación del Gran Oriente del Uruguay tuvo por resultado inmediato, estimular el celo y la actividad de la Respetable Logia Les Amis de la Patrie. Bajo la sabia dirección del Hermano Vaillant, los trabajos de este Taller fueron revestidos de un brillo notable. En todas las circunstancias solemnes fue visitado oficialmente por el Supremo Consejo del Uruguay, y el hermano Vaillant nunca dejaba de dar a estas grandes recepciones una pompa excepcional, influyendo grandemente estas brillantes solemnidades sobre el carácter de la Masonería en Montevideo. Vaillant comenzaba por otra parte a hacer conocer sus notables conocimientos sobre la masonería simbólica, que publicados hoy en francés y en español, hacen ley y sirven de guía en todas las Logias de la América del Sur. El 24 de junio de 1858 en Gran Tenida Solsticial, el Ilustre Hermano Castellanos Gran Maestre del Gran Oriente del Uruguay, visitando a la Respetable Logia Les Amis de la Patrie a la cabeza de una Diputación del Supremo Consejo, declaró que se sentía feliz de venir a instruirse en el seno de la Logia francesa, porque consideraba a este Taller como un modelo para su Obediencia. Difícil sería dar un testimonio de admiración más brillante a Les Amis de la Patrie; por los demás debemos agregar que estas calurosas felicitaciones eran perfectamente merecidas en aquel tiempo, por los notables trabajos de los masones franceses. El Gran Oriente del Uruguay ha sido fundado bajo el Rito Escocés (sic), por consiguiente posee Talleres simbólicos, Capítulos, Consistorios y Supremo Consejo de 33. Los ricos cordones y los títulos pomposos con que se decoraban los oficiales escoceses del Uruguay, no podían dejar de provocar tarde o temprano sino la atracción, al menos la curiosidad de los simples masones de la Logia Les Amis de la Patrie. Vaillant era demasiado erudito en materia de Masonería para no saber todo lo que hay de vano e ilusorio en los Altos Grados de la Masonería escocesa; pero al mismo tiempo comprendía que podía haber cierto interés en fundar Talleres especiales sobre la Logia francesa. El 24 de mayo de 1858, se fundó un Capítulo bajo la presidencia del Hermano Pernin (...) del Gran Oriente de Francia. El 8 de octubre de 1860 la acumulación de los dos Ritos, Francés y Escocés, fue proclamada en virtud de nuevas constituciones del Gran Oriente de Francia y un Consistorio de Caballeros Kadosch regularmente instalado. A partir de esta época la Logia francesa no tuvo ya nada que envidiar a la Masonería escocesa bajo el punto de vista honorífico. Agregaremos por lo demás, que los dos Talleres superiores de que se encontró dotada, han funcionado siempre con regularidad desde su fundación. Observamos por otra parte que estos Talleres que la más de las veces no constituyen más que una superfluidad dispendiosa, han prestado en muchas circunstancias servicios señalados a la Masonería francesa del Uruguay. En febrero de 1862, la Masonería inglesa fundó una Logia nueva bajo el título distintivo de Acacia Nº 876, constituida por Warrant de la Gran Logia de Inglaterra con fecha 5 de septiembre de 1861. Esta Logia fue inaugurada oficialmente el 11 de febrero, bajo la presidencia del Hermano Roberto Carrick (...). No deja de ser extraño que la Gran Logia de Inglaterra haya autorizado la fundación de un Taller, allí donde existía ya desde hacía seis años una autoridad masónica perfectamente regular. El procedimiento está distante de ser masónico, y es tanto más autorizada esta observación, por cuanto los ingleses y americanos se muestran en su territorio lo más intolerantes en esta materia. Pero es también muy sorprendente que el Gran Oriente del Uruguay no se haya opuesto a la fundación de este Taller. Puede ser que la Logia Acacia existía de hecho mucho tiempo antes, puede ser también que el Gran Oriente del Uruguay tuviese motivos especiales para aceptar sin objeción un Taller del Rito inglés. Por lo demás, es indudable que la Respetable Logia Acacia es un Taller muy bien constituído y compuesto de buenos y excelentes masones. La Respetable Logia Les Amis de la Patrie cultiva con este Taller las relaciones más amistosas, de acuerdo en esto con el Gran Oriente del Uruguay.
En 1862, Vaillant, obligado a separarse de la Logia Les Amis de la Patrie, a consecuencia de disensiones que habían surgido en el Taller, formaba una nueva Logia Les Enfants du Nouveau Monde bajo la Obediencia del Gran Oriente del Uruguay. Este Taller no pudo sostenerse, y cayó al año siguiente por falta de recursos pecuniarios.En agosto de 1866, los Hermanos Pernin y Olivier se separaron de la Logia Les Amis de la Patrie, trataron de fundar una nueva Logia francesa con el título distintivo de Avenir et Progres, bajo la Obediencia del Supremo Consejo de Francia; al mismo tiempo que algunos masones italianos creaban la Logia Esperanza bajo los auspicios del Gran Oriente de Italia. El Gran Oriente del Uruguay que había creído deber guardar silencio cuando la fundación de la Logia Acacia, protestó enérgicamente en 1866 contra la creación de estos dos nuevos Talleres. Prohibió el acceso a ellos a todos los masones de su Obediencia, declaró a sus miembros irregulares, y dio oficialmente aviso de su decisión a la Respetable Logia Les Amis de la Patrie. La Logia Avenir et Progres vivió poco tiempo. El Supremo Consejo de Francia, observando muy juiciosamente que existía en Montevideo una Potencia masónica muy regular, rehusó conceder las Constituciones solicitadas. Una carta del Ilustre Hermano Crémieux Gran Maestre del Supremo Consejo, dando aviso al Hermano Pernin, le incitaba amigablemente a cerrar su Taller, y a poner de este modo término a un motivo de discordias entre los masones del Uruguay. La Logia Avenir et Progres no duró arriba de un año; no siendo reconocida por nadie, fue finalmente abandonada por todos sus miembros. La Logia Esperanza tuvo mejor éxito, gracias a las Constituciones que obtuvo del Gran Oriente de Italia, consiguió sostenerse, y existe aún. Pero el Gran Oriente del Uruguay persiste en no reconocerla y así sus miembros son considerados como irregulares por todas las Logias del Plata. El Gran Oriente del Uruguay tiene en derecho perfecta razón. El Gran Oriente de Italia ha faltado en dar Constituciones a un Taller particular allí donde existía ya una Potencia masónica regular y universalmente reconocida. Ni aún podría invocar como motivo la existencia en Montevideo de una Logia francesa, pues esta Logia podía hacer remontar su origen por lo menos a trece años antes de la creación del Gran Oriente del Uruguay. El Gran Oriente de Francia no se priva de establecer Talleres sino allí en donde existe una autoridad masónica regular. En toda otra parte puede obrar libremente. Por otra parte, no se puede poner en duda por un momento el derecho que tiene todo Taller de continuar bajo la Obediencia de su fundador, cualesquiera que fueren los acontecimientos que pudieran producirse ulteriormente. Tan cierto es esto, que jamás los Orientes del Uruguay, del Brasil, de Inglaterra y de América han extrañado la existencia de la Respetable Logia Les Amis de la Patrie en Montevideo. Esta Logia es perfectamente legal, y tiene en su favor el derecho de antigüedad. A ella le toca saberse sostener, porque si llegase a caer en sueño, el Gran Oriente de Francia no tendrá después el derecho de autoridad para reconstituirle. Terminaré esta reseña histórica del origen de la Masonería en el Uruguay, dando algunos detalles sobre la situación actual del Gran Oriente del Uruguay. Como he dicho antes esta autoridad fue fundada en el Río de Janeiro por el Gran Oriente del Brasil. Pero desde su origen, ella creyó deber tomar el nombre de Gran Oriente y no el de Supremo Consejo. Los fundadores se manifestaron desde el principio bien decididos, aunque adoptasen el Rito Escocés, a establecer en el fondo de la Masonería del Uruguay sobre las bases democráticas del Gran Oriente de Francia y de las Grandes Logias Americanas. El carácter esencialmente oligárquico de las constituciones escocesas no podía en efecto asociarse por mucho tiempo con las ideas liberales que reinan en todas las Repúblicas de la América del Sur. Con excepción del Brasil que ha sido poblado por los portugueses, todo el continente americano del Sur ha sido colonizado por los españoles, a los cuales se han venido a agregar con frecuencia gran número de inmigrantes franceses e italianos. Así puede decirse de una manera absoluta que este inmenso continente es hoy día casi por completo del dominio de la raza latina. Yo he tenido ocasión de observar con frecuencia que si el Rito Escocés, y sobre todo el Rito de York, convienen bastante al carácter anglosajón, ellos satisfacen medianamente a los pueblos latinos. Los grados y los cordones pueden seducir un instante, y provocar las ambiciones, pero en la práctica de ningún modo se admiten las ideas dogmáticas de que esas brillantes condecoraciones son la consecuencia. Los masones de Montevideo estaban contentísimos de poseer altos grados, pero en el fondo se preocupaban bien poco de aceptar sin discusión el Pontificado y la autocracia de un Supremo Consejo de que no formaban parte. Las tendencias democráticas del país entorpecieron por mucho tiempo la acción de la autoridad masónica, y el Gran Oriente del Uruguay, después de haberse instalado con gran pompa, se encontraba lentamente minado por los vicios de su organización a falta de un legislador inteligente. En 1868 tuvo la buena suerte de encontrar este legislador en la persona del Ilustre Hermano Vaillant, antiguo Venerable de la Respetable Logia Les Amis de la Patrie, y cuyo nombre ha sido con frecuencia pronunciado en el curso de este relato. El Hermano Vaillant es un filósofo y un literato distinguido. Muy docto en historia de la Masonería y perfectamente instruido de su carácter moral y humanitario en todas las épocas, había fundado por decirlo así, la Logia Les Amis de la Patrie y asegurado su existencia, dando al Taller las gloriosas tradiciones que no podía olvidar. Obligado a separarse de la Logia a consecuencia de discusiones deplorables en todos los conceptos, el Hermano Vaillant se ocupó todavía algún tiempo de Masonería y publicó una serie de obras que forman hoy el fondo de todas las bibliotecas masónicas de la América del Sur. Solicitado en 1868 para entrar en el Supremo Consejo del Uruguay y trabajar en la revisión de las Constituciones, el Hermano Vaillant aceptó: el veía por otra parte que la Masonería entraba en esos momentos por una mala senda, y marchaba tal vez a su ruina: era necesario restaurarla sobre nuevas bases. Ninguno mejor que él era capaz de emprender este trabajo, y llevarlo a buen término. Aceptó pues, y al hacerlo obró como buen masón. Vaillant fue admitido al Supremo Consejo en calidad de 33; aunque él había pertenecido desde hacía mucho tiempo al Rito Escocés, nunca había poseído un grado tan elevado: a él le fue comunicado sin ningún ceremonial, haciéndole observar amistosamente en esta circunstancia el Soberano Gran Comendador que él no conocía en toda la América del Sur más que un solo hombre capaz de hacer la iniciación en el grado 33 y que este hombre era Vaillant. Encargado de reorganizar el Gran Oriente del Uruguay, con plenos poderes, o poco menos, Vaillant emprendió animosamente su trabajo. Él conservó en la forma la organización escocesa, pero en el fondo introdujo una reforma de las más radicales en el mecanismo administrativo. El Gran Oriente del Uruguay fue compuesto de un Gran Maestre de una Gran Logia y de un Supremo Consejo. El Gran Maestre asistido por un consejo particular bastante análogo al Consejo de la Orden del Gran Oriente de Francia, es electivo temporalmente, y está encargado del Poder Ejecutivo. En fin el Supremo Consejo despojado de todas las funciones administrativas, queda como un poder dogmático o colegio de Ritos encargado únicamente de las cuestiones de Ritual o de ortodoxia masónica. En suma, esta organización es casi idéntica a la que ha sido adoptada en Francia en 1865. En cuanto a los Estatutos Generales, salvo algunas modificaciones de detalle, son los mismos que en diferentes ocasiones han sido promulgados por el Gran Oriente de Francia y la Gran Logia de New York. Debo ahora mencionar la existencia de una notable institución en el seno del Gran Oriente del Uruguay; me refiero a la Sociedad Filantrópica. La Masonería nacional fue llamada desde su origen a tomar una gran parte en la distribución de socorros, con motivo de la gran epidemia que en 1857 puso en consternación a Montevideo. En tiempos más felices tuvo ocasión de fundar escuelas, y asegurarse el asentimiento y la protección de la autoridad civil. El Supremo Consejo no viendo la posibilidad de mantener relaciones fáciles con el Gobierno del país por un lado, y con las autoridades religiosas por el otro, imaginó la creación en su seno de una sociedad de beneficencia con carácter puramente civil, dándole una administración que tuviese plenos poderes para entenderse con las autoridades civiles y religiosas sobre todas las cuestiones de beneficencia y humanidad. La Logia Les Amis de la Patrie invitada a hacerse representar en la Sociedad Filantrópica, se apresuró a corresponder a esta proposición fraterna delegando todos los años en uno de sus miembros el encargo de tomar parte a nombre del Taller en los trabajos de la Sociedad. Esta notable institución que funciona desde el origen del Gran Oriente del Uruguay, ha prestado los mayores servicios en varias circunstancias, particularmente en las horribles epidemias de 1857 y 1868.Por otra parte, la sociedad civil y el clero, siempre influyente en los países de origen español, vieron con gusto que la Masonería se presentase bajo esta forma de sociedad de beneficencia, siempre pronto a prestar su concurso a donde había un infortunio que socorrer. Hoy el pueblo religioso ha aceptado francamente la Masonería en la República del Uruguay; la inteligente institución de la Sociedad Filantrópica ha contribuido grandemente a ello.El Gran Oriente del Uruguay cuenta hoy bajo su obediencia con una veintena de Talleres esparcidos sobre distintos puntos de la República Oriental. Todos estos Talleres trabajan regularmente, y manifiestan mucho celo y actividad. Disponen generalmente de cuantiosos recursos, y se distinguen brillantemente en todas las circunstancias en que la humanidad recurre a su abnegación. En los Talleres que he tenido ocasión de visitar, he reconocido que el Ritual Escocés era muy bien observado. Puede notarse sin embargo una marcada tendencia a emanciparse de la forma mística que caracteriza al Rito Escocés. Por lo demás esto es común a todos los pueblos de raza latina. La Masonería anglosajona por el contrario se inclina al extremo opuesto. Siempre he pensado a este respecto que a no dudarlo ha de existir por mucho tiempo una diferencia notable entre los usos de la Masonería inglesa o americana, y los de la Masonería francesa, española o portuguesa. Cosa singular el verdadero motivo de esta diferencia, deriva esencialmente del espíritu religioso particular de cada raza.Pero de todos modos, el Gran Oriente del Uruguay se presenta hoy día como una de las Potencias más caracterizadas de la América del Sur. Está llamada a prestar servicios de primer orden a la causa de la humanidad, preparando gradualmente, sino la fusión, al menos la buena inteligencia de los partidos políticos que desde largo tiempo se disputan el poder, recurriendo con demasiada frecuencia a la fuerza de las armas. Después de algunos años no es raro encontrar en un mismo Taller personas de diferentes partidos, estrechándose la mano fraternalmente. Para citar un ejemplo muy notable, no puedo menos que señalar a la cabeza del Gran Oriente del Uruguay, a los Ilustres Hermanos de Castro Gran Maestre, y Luis Lerena Gran Maestre Adjunto que pertenecen a diferentes partidos, y sin embargo se entienden con la más franca cordialidad para el gobierno de la Masonería del Uruguay. Tenemos que rendir homenaje a esta fraternal inteligencia y con sentimiento debemos reconocer que, hasta el presente, ha sido rara en la América del Sur. Corresponde pues a las instituciones masónicas el honor de esta conquista, y es de esperar que con el tiempo, el bello ejemplo dado por los Ilustres Hermanos de Castro y Lerena, seguida por gran número de imitadores, consolidará gloriosamente la grande obra de la Masonería y como un aura benéfica, esparcirá sus frutos pacíficos hasta en medio del mundo profano". Río de Janeiro, 1871, Chabiraud, Rosacruz.
Referencias
José A. Ferrer Benimeli, Bibliografía de la Masonería, Fundación Universitaria Española, segunda edición, Madrid, 1978.
Revista Masónica Americana, Buenos Aires, Año 1º, Núm. 19, 15 de agosto de 1873, págs. 616-629. Especifica el documento original: Río de Janeiro, diciembre de 1871, Chabiraud, R.´. C.´., traducido de La Chaine d´Union de Paris por M(iguel) de Madrid, Gr.´. 32.
Garibaldi, Memorias, prólogo y notas de Alejandro Dumas, Libros de Hispanoamérica, Buenos Aires, 1975.
La Acacia, Revista General de las Masonería en los Valles del Plata, varios números, Buenos Aires, 1882.