Al parecer el Diario Granma ha sacado licencia para convertirse en el azote del cuentapropismo en Cuba. Incapaz, gracias al secretismo, de centrarse en analizar aspectos esenciales para el cubano común como el salario, los precios en el mercado minorista, los suministros agropecuarios, el nivel de vida de los ciudadanos o los problemas de corrupción en X ministerio, empresa -estatal o mixta- o UEB, el Diario anda haciendo su verano con los cuentapropistas, cosa que en lo personal no veo para nada mal, aunque creo que la satanización se está pasando de los niveles normales.
Hace unos días -el 11 de octubre para ser más exacto-el órgano oficial del Comité Central del PCC sentó a los repasadores en el banquillo de los acusados y se dispuso a analizar, siempre desde la perspectiva mirar más lo malo que lo bueno. El polémico y muy cuestionable artículo de la periodista Lissy Rodríguez Guerrero deja, para todo aquel que sea ajeno al tema, la sensación de que la educación en Cuba tiene un nuevo enemigo: los repasadores y sus métodos de “explotación”.
El mismo día en que el Granma divulgaba su artículo, el colega y amigo Ruslán publicaba sus impresiones sobre el asunto en un contundente post. Con sus palabras coincido plenamente y en ese momento no quise emitir una opinión personal ni mucho menos dedicar líneas de mi blog a analizar el tema. Pero este fin de semana, un diálogo bien interesante con colegas de la Universidad además de una sugerencia muy especial de una amiga bloguera, me han motivado a escribir y dar mi opinión, personal y en el terreno sobre el tema de los repasadores.
Quizás mucho mejor que la periodista Lissy o que el amigo Ruslán, puedo sentirme más experimentado para hablar y dar mi apreciación sobre el fenómeno de los repasadores. ¿Por qué? Bueno durante dos años yo ejercí, digamos que de forma no oficial ni mucho menos declarada, como repasador, específicamente en las asignaturas de Español e Historia. So pena de que quizás mañana el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social me envíe una multa gracias a la confesión, acepto que le di repasos a varios grupos de estudiantes con vistas a las pruebas de ingreso, y que si, obvio, cobré por dichos repasos. Tengo como satisfacción personal que algunos de ellas y ellos aprobaran con buenos resultados las pruebas de ingreso y que ingresaran en la educación superior. Pero bueno la historia y los detalles sobre eso, quizás es harina de otro costal y de otro momento.
Lissy y el Granma han pasado por encima del asunto sin apenas sentarse a pensar cual ha sido la causa que ha motivo tal efecto. La eufemística justificación de que ha sido a causa del “debilitamiento de la fuerza técnica en el sector educacional” se queda corta para las causas que han hecho que floreciera el mundo de los repasos particulares al punto de que hace tres años el Gobierno no tuviera más remedio que legalizarlo, aunque si con algunas y siempre oportunas restricciones. A mi modo de ver existen dos causas que justifican la existencia de los repasadores particulares. Veamos.
Cuando ingresé en la Secundaria Básica, recuerdo que mi generación fue la encargada de inaugurar el nuevo sistema que además impartir clases desde un televisor apostaba por simplificar la cantidad de profesores por asignatura especializando a los profesores con el dominio de tres o hasta cuatro asignaturas, convirtiéndolos en supuestos campeones del saber, pero en la práctica, verdaderos “sabelotodo sin saber nada”. Los años demostraron que el sistema que aspirábamos a que lograra forjar un ser mucho más culto y preparado terminó por distorsionar el sistema educativo cubano, los pésimos resultados en las comprobaciones provinciales o en las pruebas de ingreso puedan dar fe de ello. Como una pequeña bola de nieve que al llegar al pie de la montaña se convierte en una inmensa esfera sólida y aplastante, las distorsiones en el modelo educativo trajeron consigo que muchos estudiantes promoviéramos hacia enseñanzas superiores con graves y preocupantes “problemas de base”.
Le sumaría a lo anterior los lógicos problemas con el salario y el nivel de vida. Como bien lo expresara Ruslán en su artículo y que al parecer a Lissy se le olvidó tocar con profundidad, muchas veces a los mismos educadores, esos a los que tan implacable artículo del Granma acusa de cometer una malsana ilegalidad al ejercer a la par como profesores activos y fuera del horario escolar como repasadores, son personas que tienen familia, cuentas de la electricidad, gastos en un agromercado, gastos de transporte, gastos de ropa y comida o viajes incluso a la playa. Fue en 2009 la última vez que los profesores fueron beneficiados de un aumento de salarial, pero de 2009 hasta octubre de 2013 han pasado muchas cosas y tanto el mercado estatal como el privado y hasta el negro han sufrido modificaciones, para mal y no para bien. A pesar de un aumento salarial, no es extraño encontrarse con profesores que ganen salarios de 350 o 400 pesos en moneda nacional (MN).
Que los profesores ganen poco no es un problema de hoy sino una cosa que desde hace muchos años Cuba viene padeciendo y viviendo, como fue en los primeros años de la República, en los años 30, durante los gobiernos auténticos o durante la dictadura de Batista. Tampoco es un asunto exclusivo de la realidad cubana, bien podemos darnos cuenta de los reclamos en países como Estados Unidos o México o hasta en algunos tan hermanos o aliados como Argentina o Uruguay. Desde el triunfo de la Revolución, la salud y la educación han sido los principales beneficiados del gasto presupuestario, a ellos han ido a parar la mayor cantidad de gastos en inversión social. Pero quizás o más importante que comprar un pizarra nueva o arreglar completamente una escuela, ha faltado quizás más inversión en lo más importante, el ser humano y en este caso los profesores. Al fin y al cabo, con escuelas bellas y modernas pero sin profesores estimuladores moralmente y salarialmente no hay educación que avance ni mucho menos que forme con calidad.
La frasesilla de que: “las propuestas de repasos particulares de los profesores en ejercicio con fines de lucro es un acto ilegal al cual debe ponerse límites”, enuncia por el Granma claramente cuál es el enemigo que hay que destrozar. Quizás, como casi siempre pasa cada vez que el Granma se acerca a un tema, saldrán el Ministerio de Educación (Mined) o el Ministerio de Educación Superior (MES) a liderar una cacería de brujas contra todos aquellos profesores que cobren por repasos particulares. Pero yo le hago dos sencillas preguntas a todos aquellos que afilan los cuchillos listos para la batalla:
- ¿Acaso no son los profesores en ejercicio quiénes no solo dominan la metodología sino también tienen acceso a los contenidos a ser evaluados en los exámenes de ingreso o en las pruebas finales?
- ¿Qué los repasos particulares estén en manos de profesionales de la educación no garantiza la calidad del repaso?
Quizás en lo único con lo que estoy de acuerdo con el artículo de Granma es en la condena a la especulación comercial con la educación o lo que es lo mismo, el mercado de precios de los repasos donde a veces los precios son asfixiantes para el cubano promedio, so pena de reconocer que es raro, muy raro, encontrar un profesor que cobre por un repaso más de 1 CUC.
La educación gratuita es una de las conquistas más grandes logradas tras el primero de enero de 1959. Pero educación gratuita no garantiza un sistema de calidad ni mucho menos exento de “problemas de base”. Gran cuota de responsabilidad para mejorar esto tienen el Mined y el MES, pero cabalgar en una Guerra Santa contra los repasadores ni mucho menos contra los profesores en activo con doble función sea el proceder ni mucho menos la solución mágica contra los problemas. Si algo tenemos que estar seguro es que los repasadores jamás podrán sustituir el papel de la escuela y del educador.
La verdadera y única batalla está ahí, en el sistema educacional actual y en el funcionamiento de la escuela. Hacia allí, supongo, debería mirar el Granma y el periodismo cubano, aunque el secretismo y el falso triunfalismo muchas veces no lo permiten.
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