“El problema que ha puesto de relieve el estudio es que el río está al borde de la agonía”, declaró Fernando Hiraldo, ex director de la Estación Biológica de Doñana y participante en el estudio sobre el estuario del Guadalquivir, durante una entrevista concedida a sevilla report acerca del dragado del río. Lo que no contemplaba el científico, que a lo largo de la charla manifestó su absoluta confianza en las leyes y en la justicia, es que el Guadalquivir puede darse ya por muerto. Y no lo digo porque se prevea que acontezca una catástrofe natural de dimensiones bíblicas, no, sino porque el lobby que apuesta por la ejecución de la polémica obra ha puesto a funcionar su maquinaria y, a lo que se ve, está perfectamente engrasada.
La prueba más evidente de ello es la culminación de un paso más en la consecución del objetivo deseado que ha supuesto la puesta en marcha del proyecto de creación de la Zona Franca en el Puerto de Sevilla. De manera casi inmediata, los medios voceros se han puesto a anunciar a bombo y platillo la creación de ingentes cantidades de empleos para el depauperado panorama laboral de la capital hispalense y la generación de descomunales cantidades de millones de euros en volumen de negocio. Lo más preocupante de todo esta parafernalia no es que Zoido, un alcalde con mayoría apabullante que hasta ahora no ha pasado del muy deficiente en el tema del empleo, se apunte sin pensarlo a cualquier titular que genere algo de esperanza en una población resignada al pesimismo. Ya se conoce el repetido y manido mantra de utilizar el río como “motor económico” y rentabilizar el Guadalquivir “como río de oportunidades” que tan bien explotó el Alcalde cuando era candidato en campaña.
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