Dieterich se ha relanzado en los últimos meses como crítico acérrimo a la gobernabilidad de Maduro, dejándose manipular conscientemente por los grandes medios de comunicación e impostando un discurso político que en nada difiere de las posiciones de la derecha internacional. Sus matrices de opinión, inteligentemente, están dirigidas a dividir, a sembrar dudas, a crear estados de opinión extrapolados desde supuestas posiciones científicas e intelectuales. Son valoraciones viciadas, llenas de diversionismo ideológico, con el fin de contribuir al derrocamiento de la Revolución Bolivariana. Es, sin dudas, uno de los principales promotores de la guarimba ideológica contra el gobierno de Maduro.
Estas matrices promovidas por Dieterich han sido precisas y bien definidas:
● Promoción del fatalismo con respecto al gobierno de Maduro, creando inventadas similitudes con otros procesos políticos. Sin reparo alguno este provocador declaró: “El escenario más probable para Venezuela es el de Egipto o Ucrania”. Dieterich difunde a diestra y siniestra su maliciosa percepción de agotamiento del chavismo y la imposibilidad de que las fuerzas motrices de la revolución puedan lograrlo. Según su línea discursiva, pretende hacer una comparación manipulada entre Chávez y Maduro, explotando maliciosamente las reales diferencias entre ambas personalidades. En esencia, su ardid es sobredimensionar a Chávez y cualidades de liderato que son innegables, para minimizar y descalificar a Maduro. Así destaca a Chávez: “… tenía un pensamiento más dialéctico con una “percepción muy aguda de las cosas; un acervo enciclopédico de datos; un conocimiento profundo de la historia latinoamericana; una oratoria que fascinaba y un carisma que cautivaba mundialmente. Era el Perón tropical”. Mientras tanto, ve a Maduro de la siguiente manera: “No tiene nada de esto. Por eso prolonga mecánicamente lo que vio en Chávez y se vuelve cantinflesco. Y claro, Chávez era pragmático, porque entendía la realidad. Maduro no la entiende y, por ende, no tiene ningún plan real para salir de la crisis”.
● Justificar desde el análisis el fracaso del chavismo: “La renta petrolera ya no alcanza para financiar el modelo, el sistema fiscal no genera los ingresos necesarios, la insostenibilidad del sistema monetario nacional frente a las monedas externas, la esterilidad del discurso político, todos estos son aspectos que en apenas un año se han manifestado con palpable claridad para todo el mundo. Durante los últimos años de Chávez eran tendencias visibles para los especialistas. Hoy son dominio del público en general”.
● Deslegitimizar a Maduro como figura apropiada para garantizar la continuidad del chavismo: Mucho ha tratado este personaje de poner en duda la capacidad del gobierno bolivariano de dar respuesta a la crisis que atraviesa ese país provocada -más que por reconocidas fallas en la gobernabilidad-, por las acciones desestabilizadoras de la derecha venezolana y sus aliados internacionales. Llegó, incluso, a cuestionar la decisión de Chávez al elegir a Maduro como su sucesor: “En resumen, la decisión del comandante Chávez fue deficiente”.
● Impostar la incapacidad de dirección al PSUV y otras fuerzas de izquierda: Para este manipulador está bien clara la intención de mostrar a la izquierda bolivariana como incapaz de lograr la necesaria renovación del modelo chavista, tanto en materia económica, social y de seguridad ciudadana, asegurando la posibilidad de que otras fuerzas políticas participen como desarrolladores de otros modelos de desarrollo, lo que significaría validar la opción del neoliberalismo que antes criticó.
Al respecto, declaró al diario su “decepción” personal porque, tanto Maduro como la actual dirección del país, “No ha presentado un programa de reestructuración del modelo heredado de Chávez, pese a que el programa es la precondición para recuperar el pleno control del país”.
● Ridiculización de la política exterior del actual gobierno de Maduro: Al respecto, Dieterich califica de erróneo el desempeño diplomático del gobierno y el rol asumido por Maduro ante CNN, Barack Obama y otras confrontaciones a nivel internacional.
● Pretende fomentar la desconfianza dentro de y hacia la actual dirección del país: A pesar de reconocer las actuales fortalezas del gobierno de Maduro, ve como condición un cambio en la composición de la actual dirección del país, con el claro objetivo de fomentar recelos, desconfianza, ambiciones y otras brechas entre sus integrantes. Dice sin reparos: “Si el bolivarianismo no reemplaza al equipo de Maduro, terminará como Yanukovich en Ucrania”.
● Sugiere e induce a un protagonismo de las FANB para promover el cambio político. Para Dieterich, aunque reconoce el apoyo de las fuerzas armadas al gobierno constitucional de Maduro ante los planes de golpismo suave, predestina que las mismas serán las facilitadoras del cambio institucional. Al respecto declaró: “Habrá un punto de inflexión frente al gobierno actual, si se convencen que este gobierno no tiene la capacidad para resolver la crisis”.
Al igual que lo hizo con La Tercera, Heinz Dieterich ofreció una entrevista a Klaus Ehringfeld, del diario alemán Spiegel Online, donde mantiene las mismas matrices de opinión, luego de que –manipuladoramente-, lo tratan de “santificar” como el jefe ideológico de la izquierda latinoamericana.
En dicha entrevista, como ya señalé, Dieterich mantiene el mismo discurso anti bolivariano, pero añade de forma velada una supuesta responsabilidad de Cuba en dichos acontecimientos, así como manipula las protestas como parte del desencanto y la frustración dentro del propio chavismo, más que como arremetida de la derecha fascista. Dentro de estas matrices, imposta las siguientes:
1) Vincular la crisis con intereses externos.
2) La retórica de Maduro de calificar como fascistas a los opositores.
3) Las medidas drásticas adoptadas por Maduro como el encarcelamiento de Leopoldo López.
4) Reavivación de nuevos aires en los frustrados.
5) Resaltar el tema de la inseguridad como responsabilidad exclusiva del gobierno.
6) El desabastecimiento visto solo como resultado de la mala gestión, omitiendo que el mismo responde principalmente a la especulación y a la guerra económica promovida por la derecha.
7) Necesidad de acometer reformas económicas como la libre fluctuación de la moneda, reducción de la inflación y otras, sin abordar el hecho de que la derecha ha promovido la fuga de divisas, el desabastecimiento, la inseguridad económica, la caída deliberada de la producción y el sabotaje financiero.
8) La política debe dar un giro de 180° o todo estará perdido.
9) Maduro “no durará ni ocho semanas en el gobierno y probablemente será suplantado por una junta de gobierno. Para los militares y gobernadores chavistas está claro que su política significa indudablemente el fin de la era bolivariana.”
10) Otra de las soluciones políticas es la formación de una coalición con las fuerzas moderadas de la derecha.
Heinz Dieterich mantuvo las mismas apreciaciones ideológicas en otro trabajo suyo, titulado “Venezuela-Ucrania: ¿Sobrevivirá la 5ª República?”, haciendo papel de agorero fatalista, vendiendo fórmulas y nuevas recetas, con la única finalidad de continuar su guarimbeo político contra Maduro y el chavismo.
Resumiendo, Dieterich aprovecha oportunamente su casi olvidado papel “pro izquierda” para erigirse como ideólogo del momento, mezclando fórmulas antiguas con una apología a nuevas recetas capitalistas, debidamente enmascaradas. Sabe que es usado -y deja usarse perversamente-, para desarrollar una nueva variante de ataque mediático contra la Revolución Bolivariana, desde fingidas posiciones de izquierda. Es aprovechado para manipular a una parte de los revolucionarios de ese país para alejarlos del camino del socialismo, sembrar en ellos pesimismo, fomentando frustraciones y alentando conspiraciones. Lo hace –y lo sabe-, en un momento crucial para Venezuela. Fomenta divisiones entre la izquierda, vende facciones y alienta al quintacolumnismo.
Dieterich puede tener alguna relevancia para algunos, pero no para los revolucionarios que conocen sus sórdidas intenciones como intrigante, manipulador, especulador ideológico e instrumento de divisiones. De sus ideas sobre el Socialismo del Siglo XXI solo le queda una triste fachada de guarimbero trasnochado.