El director húngaro László Nemes, en el set de rodaje.
Cabe decir que "El hijo de Saúl" es un ambicioso largometraje producido con un presupuesto modesto que introduce al espectador en lo más profundo de un campo de concentración: "Nuestro objetivo era tomar un camino completamente diferente al habitual en la realización de dramas históricos, cuya dimensión suele ser muy amplia y cuya narración se caracteriza por presentar múltiples puntos de vista." —nos comenta su director László Nemes—. "Esta película no narra la historia del Holocausto, simplemente la historia de un hombre atrapado en una situación espantosa, limitado en el espacio y en el tiempo. Dos días en la vida de un hombre que se ve obligado a perder su humanidad y que encuentra la supervivencia moral en el rescate de un cadáver. A lo largo de la película seguimos los pasos del protagonista, revelamos únicamente lo que ocurre a su alrededor y creamos un espacio fílmico orgánico, de reducidas dimensiones más cercanas a la percepción humana. Nuestra estrategia visual y narrativa se basó en el uso de una fotografía con poca profundidad de campo, la presencia constante de elementos fuera de plano en la narración de tomas largas y la limitada información tanto visual como basada en hechos a la que tanto el protagonista como el espectador tienen acceso. La película retrata este mundo de forma fiel, pero los sucesos y lugares en los que aconteció el horror se presentan fragmentados, lo que permite al espectador dar rienda suelta a su imaginación. El espectador no puede evaluar la totalidad del infierno que atraviesa el protagonista, solo puede reconstruirlo parcialmente en su cabeza. Los diálogos multilingües en este babel de nacionalidades contribuyen transmitiendo el sentimiento orgánico y continuo de la percepción humana atrapada en medio de toda esta inhumanidad."