El Nuevo Testamento aclara aun más quién es este Hijo. En Lucas 1, el mensajero celestial se le apareció a María e identificó al niño Cristo de cuatro maneras: sería el hijo de María, para convertirse totalmente en humano (1:31); sería el Hijo del Altísimo, lo cual lo hacía completamente divino (1:32); también sería el Hijo de David, lo que le otorgaba linaje real (1:32); y llevaría el título de Hijo de Dios (1:35), lo cual lo equiparaba en todo con el Padre. Todos los roles que el Mesías fue llamado a desempeñar son posibles mediante estas distintas expresiones de su condición de Hijo.
Cuando lo adoremos durante esta Navidad, que nuestra celebración esté llena de gozo y asombro ante la plenitud de su significado. Nuestro Padre celestial nos ha dado a su Hijo perfecto y suficiente. Como dice la canción: «¡Venid, adoremos a Cristo el Señor!
El amor de Dios se encarnó en Belén.
(Nuestro Pan Diario)