El hijo. Philipp Meyer

Publicado el 23 febrero 2016 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
La diferencia enorme entre comanches y un mundo civilizado pero bizarro

A partir de momentos históricos

Los McCullough, una familia cuya historia se imbrica con Texas y de paso con la de los Estados Unidos. La novela nos cuenta la historia de la familia durante unos cien años, desde 1836 hasta los años setenta del siglo pasado

Hasta aquí nada que sea nuevo, ¿o no?Una saga familiar y sus vicisitudes a los largo de los años, algo que se ha servido para ficcionar con fruición y que nos retrotrae a grandes novelas de época, por poner un ejemplo y probablemente el más brillante Cien años de soledad. Si con esa idea se creó la novela se ha intentado dotarla de modernidad, se ha saltado la literalidad precisa y se la ha intentado modernizar. No es así una historia lineal, clásica o al uso, sino que se ejecuta desde tres voces narrativas diferentes y una de ellas a modo de diarioLas voces son Eli, que inicia la saga, aunque no sea el primer McCullough, y probablemente la parte más sustanciosa de la obra. Eli es raptado por los comanches y termina por convertirse en uno de ellos. La siguiente voz, al menos en el tiempo, es Peter, hijo de Eli apodado “El coronel”, y que representará el otro lado del carácter familiar, que sería la armonía, el modo más espiritual, que choca de manera continua y constante con la parte más visceral y terrena de los McCullough. La tercera voz será la nieta de Peter, Jeanne Anne, que representará el futuro, el progreso y la disgregación de la familia.


el comienzo de la fortuna familiarLas tres voces se estructuran a partir de momentos históricos muy concretos, la primera tendría su eje central en la guerra de Secesión, la segunda voz en la primera guerra mundial y la tercera en el segundo gran conflicto bélico. Esos conflictos bélicos tendrán un reflejo tangencial pero al mismo tiempo fundamental en la familia, algo que puede sonar raro pero es así. Serán el inicio y el motivo de cambios profundísimos.Philipp Meyer intenta innovar en un campo muy complejo como es el de una novela clásica por su idea, incluso se nota la influencia de autores franceses, no quiero avanzar más, en lo que es el comienzo de la fortuna familiar. Probablemente en la concepción y en su manera de iniciarla no sea muy innovador, no obstante la brutalidad del mundo del oeste si que ofrece una visión novedosa, al menos fuera de las pantallas de cine y de las pequeñas novelas del oeste que tantos admiradores tenían. Por momentos tiene partes de western del mejor tipo, con ese lado comanche que encandila al más pintado y que nos explica, de manera harto gráfica, el carácter de la expansión de la civilización occidental hacia el oeste. Por eso llama la atención la dualidad de la novela, la diferencia enorme entre comanches y un mundo civilizado pero bizarro en otras cuestiones como representa la generación del hijo del “Coronel”. Ese paso de la gente de frontera a un asentamiento mucho más regulado está bien visto pero contado con escasa fuerza. Peter McCollough respeta al prójimo, al vecino incluso siendo mexicano y se sale de manera continua del estereotipo, su padre, con el que convive, que cree en la fuerza y en la acciónLa tercera parte del relato detalla con más detalle como se pasa de una riqueza ganadera a industrial basada en la explotación del petróleo que inunda Texas. Probablemente sea la mejor representada como personaje, pero también carece de la fuerza del primero. Le falta ese lado salvaje e indócil que hubiera elevado la narración.La novela se lee con gusto, deseando que aparezcan los comanches, ahí, en ese punto en donde se roza la novela de aventuras es la parte más carnosa y entretenida de la obra. La idea del autor, es una opinión muy personal, radicaba en ese punto, en el que se incluyen algunos puntos de libertad literaria muy singulares, y que sería la parte fundamental de otra novela. Tal vez la ambición le haya pesado y querer abarcar tanto espacio temporal fue un menoscabo de esa parte.Es complicado hablar de ambición pero sería una obra para hablar sobre ello. Esta lejos de las grandes sagas familiares, aunque su estructura es muy cercana, porque probablemente se intentó modernizar lo que siempre ha funcionado como un reloj. Le falta potencia o decadencia en especial cuando se deja de manera muy terciada al personaje más importante “El coronel”, no el mejor construido.La novela se lee bien, por momentos de manera intensísima, no obstante la dualidad es casi una norma, la acción se detiene de manera continua, los capítulos cortos ayudan a eso, lo que hace que sea excesivamente discontinua y eso el lector lo nota. 

De todas formas recomiendo su lectura, la parte más salvaje es la más divertida, por momentos te ves en mitad de una llanura infinita en dónde la vista sólo topa con un pequeño grupo de tipis que forman un poblado comanche.
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Sergio Torrijos