Londres, inicios del siglo XIX. La joven Penelope se gana la vida haciendo encajes de bolillos, bordando y cosiendo. Tiene un talento innato para la moda, pero un hecho inesperado hará que su vida de un giro sorprendente y sea desterrada junto con su madre a Nueva Gales del Sur, en Australia.
Allí conocerá a Bernhard Kreuz, un médico alemán, y pronto se dará cuenta de que este siente por ella algo más que mera simpatía. La joven costurera, sin embargo, no puede olvidar el terrible hecho que vivió en el barco durante el viaje hacia el continente australiano, ni el aterrador incidente que tuvo lugar justo a su llegada, en el puerto de Sídney... Penelope no tendrá más opción que enfrentarse con su pasado.
A principio del siglo XIX el enfrentamiento entre Inglaterra y Francia provocó que Gran Bretaña sufriera un bloqueo comercial que debilitó la economía del país. En las clases más bajas dicho conflicto se tradujo en unas condiciones de vida extremadamente duras. Los delitos se multiplicaron y las cárceles se vieron saturadas. Ni las condenas a muerte diarias, algunas veces por nimiedades, conseguían reducir el número cada vez más preocupante de los reos. La solución fue mandarlos lejos, cuantos más mejor, y el destino de esos hombres y mujeres era Australia, una cárcel a cielo abierto para casi todos, incluso los que elegían viajar hasta allí por voluntad propia.
Penelope apenas tiene quince años cuando da comienzo su historia en un taller donde la explotan en condiciones vergonzosas. La joven borda todo el día dejándose la vista y soñando con algo que se le escapa. Vive sola con su madre, una mujer arisca que, a pesar de sus conocimientos en medicina, se ve en la obligación de malvivir y cuidar sola de su hija en el barrio más insalubre de Londres. Dichos conocimientos le brindarán la oportunidad de proporcionar algo de confort en el día a día de Penelope. Su hija entra a trabajar en una casa elegante como bordadora para la caprichosa hija de un acaudalado comerciante. Para Penelope significa dejar atrás las durísimas condiciones del taller de bordado y descubre, aunque sea como espectadora, un mundo de lujo donde se siente segura por primera vez. Sin embargo, en su afán de querer ayudar a su señora, Penelope ignora que está condenándose a un destino que ni siquiera se habría imaginado, arrastrando a su madre con ella en un viaje sin retorno.
De todos es sabido que los origines de la actual Australia se encuentra entre los miles de presos que fueron deportados la isla. Lo más triste de todo es que entre todos esos supuestos asesinos, traidores a la corona, ladrones y demás malhechores, el hambre y la desesperación fue en muchos casos lo que los llevó a robar un trozo de pan o cazar un conejo en tierras de algún noble. Australia se forjó entre lamentos y dolor, no hay un país que se haya basado en tanta injusticia. Sin embargo también fue algo parecido al país de las nuevas oportunidades, aunque el futuro casi siempre pintaba muy desolador.
El hilo de la costurera es ante todo la historia de la joven Penelope, todos los personajes giran en torno suyo. No es una gran heroína como se podría esperar, dada la aventura que le toca vivir. Es ante todo una superviviente, que por puro instinto trata de sobrellevar cada día con el único aliciente de alcanzar el siguiente. La trama se desarrolla a lo largo de diez años durante los cuales Penelope verá el lado más oscuro de la floreciente pero desorganizada colonia, pero también el más amable de mano de conocidos y extraños.
La autora realiza un retrato convincente de lo que fue Australia y su protagonista es una mujer entre las muchas que lograron llegar sanas y salvas a su destino, porque solo los más fuertes conseguían sobrevivir. Entre los muchos personajes ficticios podemos descubrir algunos reales, los que dejaron su huella en la historia de la isla, como el gobernador Lachlan Macquarie, un persona amable que luchó por convertir la gigantesca cárcel que era la isla en una colonia prospera y con futuro para todos sus habitantes, incluso los presos.
El hilo de la costurera es una magnífica oportunidad de descubrir esos inicios de la mano de Penelope, una joven que pronto aprende el precio de la supervivencia. A pesar de todos sus traspiés, sus decepciones y demás avatares que sufre, lo que más me ha gustado es que nunca pierde el sentido del honor. Lo adapta a las circunstancias, agacha la cabeza pero sigue adelante haciendo lo que siempre cree correcto. Si bien algunas veces me parecía una protagonista demasiado dócil, también hay que entender que solo tiene quince años cuando pone un pie en Australia. Después de la pesadilla de la travesía y un suceso que la marcará para siempre, pero que al mismo tiempo le dará un motivo para seguir adelante sin caer en la desesperación, sorprende que una persona de aspecto tan frágil se convierta en un ejemplo. Si algo caracteriza Penelope es que enseguida aprende que está sola y vive con ello con una dignidad que se amolda a sus circunstancias.
He echado de menos conocer un poco más a Mary, la madre de Penelope. Es un personaje muy ambiguo que oculta a su hija un pasado colmado de decepciones. Es la otra cara de la novela; si bien Penelope tiene por delante toda una vida para hacerse un hueco, Mary lleva a rastras demasiados recuerdos y fracasos para mirar el futuro con optimismo.
Al leer todo estos datos uno puede pensar que es un dramón lacrimógeno, y hasta cierto punto es una novela ruda y brutalmente sincera, pero la autora no cae en lo truculento ni se regodea en las desgracias. Desde luego El hilo de la costurera no ha sido la novela landscape que esperaba por el título o por la portada, aun así he leído con avidez la novela porque los orígenes de Australia siempre me han parecido de lo más interesantes. Fue para mucho un infierno pero también el inicio de una nueva vida para otros, los que nunca perdieron la esperanza. Me ha gustado viajar junto a Penelope; y si algunos acontecimientos me producían algo de desasosiego, también admiraba la fortaleza de una superviviente. Recomiendo esta historia, el retrato de lo que muchas mujeres vivieron hace siglos. Esas mismas mujeres después forjaron un país fuerte y luchador.