Curiosidades
¿Por qué escribir sobre un personaje de novela?
Gustave es uno de mis personajes preferidos de El Hilo Rojo. Es el hombre ideal, con el que todas las madres sueñan para sus hijas. Sin embargo, a las hijas no les acaba de convencer. ¿Por qué? Pues porque a pesar de valer su peso en oro, le falta esa parte canalla que tanto nos gusta a las mujeres. Pero no te dejes engañar por las apariencias…
Ficha del personaje:
- Nombre: Gustave Chevalier
- Nacionalidad: Francesa
- Idiomas: Francés, Inglés , Español y Catalán
- Altura: 1,70 mts
- Ojos: Miel
- Pelo: Castaño claro
- Otras características: No calla ni debajo del agua
Los orígenes de Gustave:
Gustave es un ciudadano francés, hijo de madre catalana, que trabaja como diplomático para el gobierno de su país. Debido a sus responsabilidades suele viajar a menudo, aunque su residencia habitual está en París.
Descubriendo a Gustave:
Gustave es la típica persona que pasaría desapercibida si no fuera por su personalidad, la cual puede calificarse como expansiva.
Se trata de un tipo físicamente anodino. Ni demasiado alto, ni demasiado bajo. Ni demasiado gordo, ni demasiado flaco. Ni demasiado guapo, ni demasiado feo. Vamos, lo que llamaríamos un tipo «del montón». Pero detrás de ese aspecto, de lo más normal, de lo más estándar, hay un ser muy especial. Un tipo simpático, parlanchín y con un corazón de oro. Una persona buena por naturaleza, de esas a las que parece que la vida les sonríe porque sí, porque se lo merecen.
El de la foto es Clark Gable, pero a Gustave me lo imagino como él.
Aunque Gustave no cae bien a todo el mundo. Y es que el francés tiene un punto cómico, pero también es un plasta de cuidado. No calla ni aunque le metan la cabeza debajo del agua y, cuando habla, parece que escupa las palabras con una metralleta.
Si ese defecto fuera una enfermedad, el diagnóstico sería: diarrea verbal.Olga de Llera
Aunque hablar por los codos no siempre es un defecto. Gustave sabe sacarle partido. Gracias a sus dotes dialéticas, y su empeño, a veces casi irritante, consigue todo lo que quiere sin necesidad de recurrir a la fuerza. Vence por agotamiento (el de su oponente, no el de él). Para Gustave el «no» no es una opción y una negativa nunca es el final; para desesperación de algunos (en concreto de uno, pero no puedo desvelar nada más).
Como dice el refrán, «querer es poder», y esa es la máxima que sigue el francés. Cuando quiere algo, se lanza a por ello. ¡Y ya creo que si lo consigue!
A pesar de su torpeza, a pesar de su verborrea, a pesar de su falta de atractivo, a pesar de los pesares… Gustave consigue casarse con la mujer de sus sueños. Aunque para saber si «fueron felices y comieron perdices» tendrás que leer la novela.
Gustave en un momento de reflexión, durante uno de sus viajes por Europa. ¿En qué estará pensando?
Los pecados de Gustave:
Aunque este hombre, bueno y cándido, pierda la fuerza por la boca, voy a decirte algo que quizás te sorprenda: Gustave vale más por lo que calla, que por lo que dice.
Gustave esconde un par de secretos de esos que dejan de piedra; seguro que no vas a volver a mirarle con los mismos ojos una vez los descubras. Los confiesa en una de las escenas con más carga emotiva de la novela; una lectora me confesó que había llorado leyendo esa parte (que alguien te diga que se ha emocionado con lo que has escrito, es el mejor cumplido que puedes recibir como autor).
Gustave vestido de gala, en una de las fiestas organizadas por los señores Cadafalch.
No es que Gustave haya hecho algo monstruoso y en un momento dado lo saque a la luz. Al contrario. Todo lo que ha hecho, lo ha hecho por amor (aunque el amor a veces es egoísta) para proteger a su amada, pero no puedo revelarte más (ainx, lo que cuesta no hacer de spoiler).
Aquí te dejo un fragmento de la novela, en el que se puede apreciar, o intuir, que Gustave es muy obstinado cuando quiere algo.
—Bien, como le decía monsieur Chevalier, tenemos una agenda muy ocupada y…
—¡Mondieu! Segugo que alguna noche podrán cenar conmigo. En dos semanas encontragan un momento para hacer compañía a un pobre hombre solitaguio. ¿Verdad que sí, mademoiselle Dalmau?
Fragmento de El Hilo Rojo
A pesar de su locuacidad, y buenas maneras, Gustave también puede caer como el culo.
—Muy interesante, monsieur Chevalier… ¿Se quedará muchos días por aquí?
—Por desgracia no. Me espegan otros asuntos importantes más al norte. Pasado mañana me voy. Pego espego que nos volvamos a ver pronto. Por suerte, viajo a menudo a Barcelona, así que segugamente nos encontraguemos de nuevo.
—Dios quiera que no —. refunfuñó.
Fragmento de El Hilo Rojo
Otra cosa que no te había dicho de Gustave: es un poco patoso y desastre.
—Categuina, no me llames monsieur Chevalier, si vous plaît. Tuteémonos, llámame Gustave. Y por las copas de cava no te preocupes. En una fiesta hay que beber, si no, no es una fiesta. ¡Chin-chin, ma chérie! — chocó la copa con tanta fuerza, que la bebida salió disparada y salpicó a Caterina — ¡¡Mondieu!! ¡¡Lo siento!! Soy un auténtico desastre… — con manos trémulas, usó un pañuelo para secarle las gotas que le habían quedado en el escote.Fragmento de El Hilo Rojo
¿Sabes que el libro se titula El Hilo Rojo gracias a él…?
—Todavía soy joven, Gustave. Pero hablemos de ti… — contraatacó — Veo que tampoco te has casado… ¿Es que no te gustan las francesas?
—Ellas no tienen el hilo rojo que busco. Pero me parece que tú sí que lo tienes, ma chérie — aunque era descarado, tenía una gracia especial para caer bien a la gente, y la hizo reír. Definitivamente, se estaba declarando.
—¡Pero si me has dicho antes que el hilo era invisible! ¿Cómo sabes que las francesas no tienen ese hilo que buscas? — por unos segundos pensó que le había vuelto a dejar sin palabras, pero era duro de pelar.
—Hay cosas, queguida Categuina, que no hace falta verlas. Se sienten aquí — se dio unos golpes en el pecho, sobre el corazón — Y paga que veas que esto es así, si quiegues, te explicagué la histoguia del empegador japonés — sin esperar a que ella de dijera si la quería escuchar, siguió hablando — Hace mucho tiempo, un empegador se entegó que, en una de las provincias de su gueino, había una bruja muy podegosa, la cual tenía el don de poder ver el hilo rojo. El empegador ordenó que llevasen a la bruja ante su presencia, y le pidió que, a través del hilo, le llevaga hasta la que seguía su esposa. La bruja, por miedo a llevar la contraguia al empegador, accedió, y empezó a seguir el hilo hasta llegar a un mercado. Allí, había una campesina que vendía sus productos en un puesto ambulante, con un bebé en brazos. La bruja la hizo levantarse y acercarse al joven empegador. A continuación dijo: “Aquí acaba tu hilo”. Al oír eso, el empegador se enfadó, creyendo que ega una burla de la bruja, y empujó a la campesina, que todavía llevaba a su pequeña en brazos, provocando que la niña cayera y se hiciega una gran heguida en la frente. Después, ordenó que le cortagan la cabeza a la bruja — Gustave hizo una pequeña pausa y vio que había captado la atención de Caterina — Muchos años más tarde, llegó el momento que el empegador se casaga. Su corte le guecomendó que lo mejor ega que lo hiciega con la hija de un genegal muy podegoso, y él aceptó. Entonces, el día de la boda, levantó el velo que cubría la cara de su esposa y, por per primega vez, vio su bello gostro, el cual… ¡tenía una gran cicatriz sobre la frente! El hilo cada día va menguando, Categuina. Y al final, las personas unidas por él, acaban juntas.
¿Quieres conocer a Gustave Chevalier?
Si leyendo el post, ya te has enamorado de este francés patoso, hablador empedernido y tierno, espera a leer El Hilo Rojo; sólo por los secretos que oculta Gustave, vale la pena.
Te dejo una pista…
Ni idea de lo que quiere decir la foto de los gatos, ¿verdad? Ja, ja,ja…
¡Gracias por leer hasta el final!
Puedes dejar comentarios más abajo. Pero no me preguntes qué pasa en la novela, porqué no voy a soltar prenda…
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About the Author
Olga
Adicta al chocolate y soñadora. Me dedico a escribir por placer.
El Hilo Rojo: Gustave Chevalier
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