Bilbo es un hobbit que vive plenamente feliz. Un día recibe la visita de Gandalf y le hace una propuesta: acompañará a la compañía de enanos para ser su experto saqueador, tomar Erebor y derrotar al dragón Smaug, guardián del tesoro. Pese a la negativa inicial de Bilbo y tras una visita inesperada una noche en su casa, no le quedará más remedio que partir con los hombrecillos e intentar reconquistar la tierra que un día les perteneció. No es una misión fácil la que tiene por delante y los peligros acechan durante todo el camino. Orcos, trasgos y el propio Sméagol (Gollum) serán los principales obstáculos a superar. Si lo hacen con éxito o no (o si todos salen con vida) no lo voy a contar ya que perdería la magia de una historia vibrante y que es un prólogo perfecto para volver a saborear 'El señor de los Anillos'.
Con 'El Hobbit', Tolkien vuelve a retratar personajes fantásticos en todos los sentidos porque, a pesar de ser irreales, encarnan las mejores virtudes y defectos del ser humano como el valor, la lealtad -como rasgos positivos- o la avaricia, aunque el Anillo tan sólo hace una aparición durante la novela. Eso sí, será lo que más adelante lo cambie todo.
Que entre a valorar cómo Tolkien construye personajes o en su estilo narrativo, sería muy osado por mi parte. Eso sí, me gusta que a cada uno de sus protagonistas les dé un rasgo, una habilidad o una característica por la que destaquen. Todos son diferentes y así complementan una narración que para mí, es perfecta. Las descripciones, aunque en ocasiones no son fáciles, ayudan a contextualizar y a imaginar al detalle las diferentes localizaciones en las que se desarrolla la historia.
Creo que 'El Hobbit' es un libro fundamental para los amantes de la buena literatura fantástica. Bilbo, Gandalf, Thorin Escudo de Roble o los simpáticos Kili y Fili, nos guiarán hacia una aventura maravillosa, hacia un dragón que asusta, pero al que nos enfrentaremos con tesón, como lo hacen los protagonistas de esta divertida y necesaria novela.