Llegó el momento de resurgir, de ir al grano y de convocar a la acción. Peter Jackson se despabila al fin y le pone mucho empuje a esta segunda entrega de El Hobbit.La siesta llegó a su término, no hay más lugar para bostezos. Aquel manso preámbulo presenciado en la primera edición quedó en el olvido. Se acabaron los cánticos, el culto en demasía a los extraordinarios paisajes y los diálogos extensos. Lo que en Un viaje inesperadodesbordaba, de a ratos, de cierta lentitud en su transcurso, es reemplazado por pasadizos de un ritmo mayor, en donde la adrenalina y la tensión ayudan a construir todo lo que se necesita para hacer de La desolación de Smaug una aventura más que disfrutable.En esta oportunidad, Gandalf, Bilbo y los trece enanos emprenden camino hacia la Montaña Solitaria, la cual se encuentra bajo la protección del inmenso dragón Smaug. El objetivo radica en que Thorin pueda recuperar el reinado. Elfos, una banda inconmensurable de orcos y una serie de complicaciones se contraponen en el andar de nuestros protagonistas.
LO MEJOR:supera ampliamente a la primera. Menos diálogos y más acción. Escenas muy dinámicas de pelea. De impecable factura técnica. Smaug, impresionante por donde se lo mire.LO PEOR:dura más de dos horas y media.
PUNTAJE:8