Antes de nada, decir que acudí el día del estreno a la película, en compañía de grandes blogueros, que nos habíamos reunido con el fin de disfrutar de la película tras una cena-charla cinefila. Así pues pude ver El Hobbit en compañía de los amigos de Cinemascomics y Bendita Cinefilia.
Hace ya muchos años que leí El Hobbit, y al revés que me pasara con el El señor de los anillos (que he leído en varias ocasiones, y tenía mucho más fresco su recuerdo), no recordaba muy bien todos los pasajes del libro, aunque me agrado encontrarme con los que más recordaba, como es el caso del encuentro entre Bilbo y Gollum, y el pasaje de los tres trolls. El resto, me dio la impresión de estar estirado para poder llegar a las tres horas, y así poder hacer de nuevo una trilogía de más de 9 horas, que para la edición domestica, con el montaje del director, seguro se queda en 12. Y sino que me digan a mi que pinta el mago Randagast, que no recuerdo muy bien si aparecía en el libro, y su vergonzante escena ( ¿ha encontrado Jackson a su Jar Jar Binks?), y aunque los flashbacks sean necesarios para meterte de lleno en la historia, quizá ha abusado de ellos, o los ha hecho demasiado largos.
También debo decir, que creo que Jackson ha abusado un poco de la música, pues no para en toda la película, y creo que alguna escena menos importante, habría quedado mejor sin estar presente.
Aún con todo, debo de decir que la película no me ha disgustado, pero tampoco me ha encantado, ni me ha dejado con la boca abierta, como sí lo hicieron alguna de las películas de la trilogía de El señor de los anillos. Pienso que es una pelúcula que hay que ver, y que resulta entretenida, a pesar de rozar en alguna ocasión el tedio (estoy seguro que por esto me vais a criticar), así que la recomiendo.
El Hobbit: un viaje inesperado