La historia es buena. Los personajes ya conocidos. Y entretiene. Esa es la clave para que el mundo retratado por Peter Jackson siga enganchando. Y es que innecesaria o no, 'El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos' es una película 'pasable' para concluir con la historia que JRR Tolkien escribiera hace ya más de 80 años y para finalizar el viaje que comenzara Jackson hace 17.
En modo 'videojuego', vemos en pantalla una película que es pura acción. Técnicamente, es una delicia, una delicia a la que ya nos tiene acostumbrados esta saga y que brilla más que nunca en esta última película. Todo acompañado de una magnífica fotografía que sigue mostrándonos la Tierra Media a través de los paisajes más espectaculares de Nueva Zelanda, el gran estudio en el que Jackson decidió dar vida a este mundo mágico.
Elogios aparte, 'El Hobbit' también tiene varios puntos negativos. Para muchos alargar un libro en tres películas era un poco innecesario y, aunque obviamente esta cuestión responde a un criterio económico básicamente, lo cierto es que para los verdaderos fans de esta saga ha sido toda una suerte. Y es que para cualquiera de ellos ver a Gandalf (Ian McKellen) durante tres películas más es simplemente maravilloso. Ahora tendremos que hacer una maratón con las 6 películas (yo al menos lo haré).
Innecesarias me parecen, por ejemplo, las apariciones de Légolas (Orlando Bloom) o la elfa Turiel (Evangeline Lilly). El príncipe del Bosque Negro tiene su papel en la trilogía de 'El Señor de los Anillos' y no aporta nada demasiado importante a esta historia, más que afianzar la mala relación entre enanos y elfos.
Todo lo contrario me ocurre con el personaje de Luke Evans. Bardo el arquero debería tener un lugar más destacado en la historia y, sin embargo, se le echa mucho en falta, aunque con esta trilogía y 'Drácula', Evans se ha posicionado más que nunca como un chico de acción. De aplaudir también las 'actuaciones' de Benedict Cumberbatch como Sauron y el dragón Smaug. Ojalá este último hubiese tenido un papel algo más largo porque no podía haberse hecho de mejor manera. Casi supera al Gollum de Andy Serkis.
Personalmente, destacaría la relación entre los personajes de Thorin (Richard Armitage) y Bilbo Bolsón (Martin Freeman). Desde la primera película hasta la última, estos dos personajes han sabido ganarse un lugar destacado en esta saga y, sin duda, esta película sólo afianza este hecho. Precioso final, inesperado para mí, que termina tal y como comienza la trilogía de Tolkien, recordándonos las razones por las que nos enamoramos de un mundo mágico que sólo alguien como Peter Jackson podía enseñarnos.
Gracias por tanto.