Guión: David S. Goyer (Historia: David S. Goyer, Christopher Nolan)
Música: Hans Zimmer
Reparto: Henry Cavill, Amy Adams, Russell Crowe, Michael Shannon, Kevin Costner, Laurence Fishburne, Diane Lane, Ayelet Zurer, Christopher Meloni, Antje Traue, Jadin Gould, Tahmoh Penikett, Michael Kelly, Dylan Sprayberry, Harry Lennix
SINOPSIS
Clark Kent (Henry Cavill) es un joven que posee poderes sobrehumanos. Cuando era un bebé, fue enviado a la Tierra desde Krypton, un lejano planeta muy avanzado tecnológicamente. Educado en los valores de sus padres adoptivos, Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner), llega a la conclusión de que esos poderes le exigen grandes responsabilidades, y no duda entonces en transformarse en Superman, para proteger no sólo a los que quiere, sino también para representar una esperanza para el mundo.
CRÍTICA
ESTE POST NO CONTIENE SPOILERS (o al menos, eso creo
Bryan Singer tenía razón…
La “S” significa en kryptoniano esperanza. Y una alta dosis de la misma es lo que yo tenía puestas en esta película, como imagino le ocurriría a los miles y miles de fans del personaje alrededor del globo. Después del -injustificado, al menos en mi opinión- fracaso comercial de la también largamente esperada Superman Returns, los aficionados al Hombre de Acero, sobre todo aquellos aficionados que le hemos visto volar en todas y cada una de las entregas cinematográficas y que hemos aguantado años y años de rumores y proyectos frustrados hasta el tropiezo de 2006, deseábamos con ansia (es más, lo NECESITÁBAMOS) que esta vez con Man of Steel sería la definitiva, que en esta ocasión Superman iba a regresar por la puerta grande para quedarse, para demostrar al mundo que en el subgénero cinematográfico centralizado en los superhéroes, un universo en constante expansión (y por tanto, un género ya en sí mismo), él, amén de ser el primero, continuaba siendo el mejor, el más importante, aquel en el que todos los demás deberían reflejarse.
Pero, una vez más, no ha sido así.
Y ahora, por las expectativas creadas en torno a la película, porque los que amamos a Superman hemos creído ciegamente en ella casi desde un principio, porque teníamos (ya digo) la esperanza de que esta vez sí; esta vez Superman hacía realmente suyo el título de la película de 2006, ahora, al abrir los ojos y ver qué nos deparaba la sala de cine y por tanto, qué clase de Superman, qué visión de Superman nos iban a ofrecer después de que Returns se quedara en un quiero pero no puedo, ahora, insisto, ha sido infinitamente MUCHO PEOR que en aquella ocasión.
Y en Man of Steel se han cargado de plano los valores de Superman.
¿Y a pesar de esto, de pasarse el director por la piedra todo lo que significa ser Superman (cosa que no alcanza su cenit hasta los últimos minutos del film) estamos, no obstante ese tremendo bofetón, ante una buena película?
En absoluto.
El film es un apabullante espectáculo visual, eso es indiscutible (yo incluso la vi en una sala especial donde el sonido te envuelve como si estuvieras dentro de la película), pero tanta fanfarria de efectos, tanta parafernalia de destrucción y batallas sin sentido, se prolonga infinitamente hasta hacerse cargante. Los espectadores acudimos a tal despliegue de devastación digital pasivamente, sin emocionarnos, sin estremecernos, sin nada. Mucho ruido y pocas nueces, que se dice. Actuamos igual que los mismos actores comparsa de este film, que observan (es un decir) del mismo modo que aquel que está en la butaca el órdago de caos y destrucción que provoca el duelo (o mejor dicho, los variados duelos) entre Superman y sus oponentes.
En este punto, hartos de ver escombros, devastación y una ciudad casi por completo derruida, comprendemos que Snyder, Goyer y Nolan nos han mentido descaradamente.
“‘¡Ey, qué es un cómic, no el Ulises de Joyce!”, pensarán muchos. Por supuesto, y la espectacularidad debe quedar patente porque además, es necesaria en un personaje como Superman, pero también hay que saber manejar esa espectacularidad, no dejar que prime sobre todo hasta hacer del film un compendio aburrido de efectos.
-¿Cómo has llegado tan rápido?
-Corriendo
Otra solemne falacia que nos suelta Snyder sin reparos es cuando afirma que a la hora de hacer esta película no han tenido en cuenta las producciones anteriores (risas grabadas de sitcom, por favor).
El lugarteniente de Zod es la implacable kryptoniana Zaora, una guerrera que sospechosamente recuerda, en físico y look a la villana Ursa de Superman II, asistente asimismo del Zod de Stamp… ¡Nada hombre, pura casualidad!
Toda esta suprema decepción por el resultado global del film se acentúa aún más si cabe porque desde el primer momento que aparece en pantalla, te das cuenta que el actor escogido para dar vida a este nuevo Superman es una elección del todo acertada:. Henry Cavill ES Superman. Te lo crees realmente. Posiblemente el que quizás mejor ha llevado el traje azul (físicamente, me refiero), pero la errónea decisión final que le obligan a tomar director y guionista borra de golpe toda la convicción que anteriormente se ha ganado, por mucha desesperación que manifieste luego.
Las ganas de Snyder por enseñarnos cómo en este film destruye conglomerado urbano hasta lo indecible no sólo perjudica el lado humano del héroe en su odisea por hallarse a sí mismo, tan torpemente resuelta, sino también a su misma formación como héroe. En un visto y no visto tenemos a un Clark errante inmerso en trabajos de baja estofa a un semidiós vestido de azul diciendo “aquí estoy”. No hay introducción, no hay presentación, no hay nada. Se echan en falta aquellas pequeñas y heroicas acciones que tan bien engalanó Reeve en The Movie y que el mismo Byrne en su -precisamente- Man of Steel remedó (más tarde, Singer también puso su pequeño grano de arena en este sentido). Se hacen necesarios unos preliminares que permitan al personaje darse a conocer humildemente al mundo, y no aparecer de repente como un mesías salvador con, me atrevería a decir, ciertas ínfulas de suficiencia. Un concepto este, el del mesianismo que, aunque ya explotado en versiones anteriores (y de manera más habilidosa), alcanza aquí cotas de descaro tremendas.
En cuanto al clásico elenco que rodea al personaje, todos se convierten en meras figuras decorativas que asisten pasivamente (como el espectador, ya lo he dicho) al monumental combate de Superman con sus paisanos. Amy Adams ejerce de forzada y forzosa Lois Lane sin un ápice de carisma, cuya relación con el héroe se hace, como todo en este film, precipitada y artificiosa, y en cuanto a Perry White, el pobre Fishburne hubiera merecido quizás un mejor trato que el de tan sólo un figurante con un escaso momento de gloria.
Total, que al señor Snyder le han entregado 225 millones de dólares para demostrarnos simplemente una cosa: que no entiende al personaje ni lo aprecia.
Pero eso sí: ha hecho el film que quería y además la taquilla le está apoyando abrumadoramente en este sentido, con lo cual, encima puede alardear de poseer por completo la razón en la visión que nos ha “concedido” del personaje… “Al público le está gustando”, afirmará satisfecho, y ya se sabe: Poderoso caballero es don dinero, que diría el señor de Quevedo.
Yo, después de salir del cine, con mi camiseta de Man of Steel adquirida para la ocasión (y dudo que vuelva a ponerme), entre decepcionado, abrumado y cabreado a partes iguales, sólo me quedó clara una cosa: que Bryan Singer tenía razón.
Singer pudo estar equivocado en muchas cosas cuando hizo Superman Returns, pero hay algo indiscutible: nos devolvió a Superman, al Superman que nos dio el cine, y nos restituyó gran parte de aquello que hizo grande en el cine a Superman, amén de lo que representa ser Superman. Singer llevó quizás su homenaje al film de Donner hasta el histrionismo, pero lo hizo posiblemente porque sabía que esa visión era muy difícil de superar. Ese puede que fuera su gran acierto y al mismo tiempo su tremendo error, pero él lo interpretó así (y a día de hoy, por lo visto, NO SE HA EQUIVOCADO). Podría haber cambiado cosas; podría haber cambiado mucho, pero el respeto a la obra original pesaba sobre él como una losa que él cargó con gusto, y nos dio un buen film, un film que profundizaba en el personaje, que se centraba en su lado más humano, que destacaba sus inquietudes y sus anhelos, pero que por desgracia, al parecer, aburrió sobremanera a muchos… Bueno, pues estos ahora pueden estar tranquilos, porque ahora ya tienen Man of Steel con sus interminables tracas de feria.
Además, Singer supo hacer con su film algo que en Man of Steel está fuera de todo alcance: unir generaciones. Singer nos trajo el Superman de ayer para los espectadores de hoy; que los niños de 2006 pudieran apreciar la misma grandeza en el personaje que a los niños de 1979, una gran parte de nosotros, nos marcó. El target de los más talluditos, de los que hemos mamado a Superman desde bien críos, queda por completo apartado y despreciado en MOS… Los niños de ahora seguramente disfrutarán a rabiar con este nuevo Superman, con este desfase visual que les ha regalado Zack Snyder, y para ellos posiblemente este será “su” Superman ahora y siempre… Sólo hay un problema: que este NO ES Superman.
Así que, después de la tamaña y frustrante experiencia de anoche, permitidme por favor una vez más reivindicar Superman Returns. De momento, es lo que a mí (y espero que a muchos más) nos queda de aquel añorado Superman que una vez amamos, y que sin duda seguimos amando.
El tráiler: