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‘El hombre de al lado’ – Agujeros muy muy negros

Publicado el 16 julio 2011 por Cinefagos

‘El hombre de al lado’ – Agujeros muy muy negros

Suelo tener fama (y con razón) de ser algo antisocial con aquellas personas que pasan por mi vida casi de puntillas. Dentro de este hetereogéneo y amplísimo grupo mis vecinos disfrutan de un puesto privilegiado (para qué os voy a mentir a estas alturas) y no ahorro esfuerzos a la hora de evitar cruzármelos por la escalera o coincidir frente a los buzones.

Tanta es mi fobia (bueno, tal vez no tanto) a las relaciones vecinales que he entendido, sufrido y empatizado con Leonardo, el protagonista de El hombre de al lado (2009), pero mi solidaridad incondicional durante buena parte del metraje se ha borrado de un plumazo. Si es que no te puedes fiar de nadie…

Pero centrémonos que empiezo a irme por las ramas.

Leonardo es un diseñador de éxito que tiene el honor y la suerte de vivir en la única casa que el arquitecto suizo Le Corbusier construyó en toda América Latina, concretamente en la ciudad de La Plata. Leonardo goza de prestigio internacional, tiene un estupendo coche, su esposa Ana es una finísima profesora de yoga, su hija adolescente Lola (que vive perpetuamente colgada de unos auriculares) parece un ángel y, además, se puede permitir tener una criada para que mantenga impoluto ese hogar tan fashion (y tan frío). Pero, ¡ay!, en el edificio contiguo un nuevo vecino, Víctor, se ha empeñado en construir una ventana que justamente dará a uno de los amplios ventanales que jalonan la conocida como Casa Curutchet y aquí comenzarán los problemas, puesto que la familia Kachanovsky verá amenazada su intimidad.

La primera escena que acompaña a los títulos de crédito iniciales podría considerarse una declaración de intenciones de Mariano Cohn y Gastón Duprat, directores, guionistas y fotógrafos de la película que nos ocupa. Utilizando la técnica de la polivisión (la pantalla se divide en dos mostrándonos simultáneamente dos imágenes) observamos la misma pared desde dentro y desde fuera: en un lado un enorme mazo la golpea hasta formar un pequeño boquete, boquete que veremos “nacer” también desde el otro lado.

Ese pequeño agujero inicial que acabará creciendo, como un mancha de aceite, hasta convertirse en un esbozo de ventana no sólo pondrá en contacto a Leonardo y Víctor (los dos protagonistas absolutos de la cinta y abanderados de mundos diametralmente opuestos), sino que actuará a modo de caja de Pandora, ya que destapará todas la miserias que encierra la (supuestamente) modélica familia del diseñador.

‘El hombre de al lado’ – Agujeros muy muy negros
 
‘El hombre de al lado’ – Agujeros muy muy negros

En ese sentido Cohn y Duprat consiguen que las simpatías del espectador basculen hacia uno u otro personaje (espléndido el tour de force interpretativo de Rafael Spregelburd –Leonardo- y Daniel Aráoz –Víctor-) hasta decidirnos, paulatinamente, por el a priori vecino “invasor”. Y es que Víctor vendedor de coches usados, con aires de hortera bravucón y ordinario, de presencia tan macarra como agresiva y racista, cuyos diálogos rayan el límite de la intimidación y que hace gala de una voz rota (cómo me recordó al Malamadre de Celda 211 -Daniel Monzón, 2009-) con la que articula un excelente muestrario de exabruptos, no resulta un personaje agradable.

Una servidora, que huye de los vecinos como de la sarna, empatiza al principio con el sufrido diseñador y reniega de ese pesado que parece no tener miramientos. Pero, ineludiblemente, avanza la historia y se tornan los papeles y se destapa el verdadero Leonardo: su esnobismo y su superficialidad, su falsa seguridad en sí mismo, su impostada modernidad y su pijerío recalcitrante. Un ¿valiente? que alardea frente a sus amigos de tener controlada la situación o que se crece con el discapacitado tío de Víctor, cuando en realidad es un cobarde, un mentiroso y un pusilánime ante su vecino y un calzonazos ante su mujer Ana. Total si Víctor (leal hasta la extenuación) sólo quería tener una ventana para disfrutar de “los rayitos de sol que a ti te sobran”, rayos de sol con los que juega a placer la fantástica y premiada fotografía de los mismos Cohn y Duprat (también guionistas) dadas las posibilidades luminosas de la Casa Curutchet.

En El hombre de al lado se plasman dos formas de vivir, totalmente antitéticas, que se dan la mano a través de ese agujero en forma de ventana que introduce un elemento distorsionador y perturbador en la apacible existencia de los Kachanovsky. Los golpes en la pared, el sonido de las taladradoras rompen el sueño, la concentración, la armonía de esa especie de caja de cristal protectora que encierra problemas conyugales, la brutal incomunicación entre padre e hija, la frustación y, sobre todo, el miedo, un miedo denso y pegajoso al desconocido, al diferente, al pobre.

Y llega el mazazo final que reafirma las sospechas del espectador, un final algo precipitado (como si los directores tuvieran prisa por acabar), pero desolador que demuestra que no se puede caer más bajo ni se puede llegar a ser más ruin. No cuento más.

‘El hombre de al lado’ – Agujeros muy muy negros

Rodada casi exclusivamente en el interior de la famosa casa de Le Corbusier, que se torna en el escenario perfecto para seguir las evoluciones de los personajes, El hombre de al lado presenta una estructura completamente circular que se abre con ese agujero que deja entrar los rayos del sol y se cierra con esos ladrillos que impiden su paso. Notable recurso con un significado metafórico más que evidente a tenor de cómo finaliza la historia.

Mejor Fotografía en el Festival de Sundance 2010, seis premios de la Academia Argentina de Cine (entre ellos el de Mejor Actor Protagonista y Actor Revelación ambos para Daniel Aráoz) y nominada al Goya a la Mejor Película Hispanoamericana son algunos de los reconocimientos que ha obtenido esta cinta que ha tardado casi un año en estrenarse en España. La espera bien valió la pena.

Para ver la ficha de la película, pincha aquí.

Briony 

‘El hombre de al lado’ – Agujeros muy muy negros


Casa Curutchet, Daniel Aráoz, El hombre de al lado, Gastón Duprat, Le Corbusier, Mariano Cohn, Rafael Spregelburd

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