El hombre de al lado, dos mundos unidos por una ventana

Publicado el 27 julio 2011 por Ruta42 @ruta42


El hombre de al lado es una producción Argentina de 2009 nominada al Goya a la mejor película hispanoamericana, que se estrenó en nuestro país la semana pasada.
Nuestra colaboradora Esther Miguel Trula nos da su opinión del film a un click.
Ser conscientes de una tara puede no suponer ningún problema, hasta que alguien lo pone en el punto de mira. Si tu guarida, la salvaguarda de los defectos privados, se va al garete puede acabar crispando tus modales, y dejando salir al monstruo esencialmente inadaptado que cada uno llevamos dentro. Un snob de altos vuelos, Leonardo, que vive en una casa de diseño (ni más ni menos que en la Casa Curutchet, dolorosamente hermosa y genial) es atacado por la tosquedad de su vecino, un aparentemente troglodita vendedor de coches.

Ver la decadencia en las formas de este arquitecto para con su vecino, el debate moral, la crispación del hogar, sentimiento de culpabilidad en la diferencia de clases, la declive del concepto de sí mismo que intuimos ya conocía pero que era feliz de ignorar en este entorno aséptico e intangible son algunas de las ideas en torno a las que gira esta cinta, en una espiral silenciosa, indeseada. Descubrir la pobreza espiritual, demasiado preocupada en las formas pero no en el fondo le hacen sucumbir al salvajismo contra alguien que de forma indirecta y burlona quería tan solo dejar entrar un rayito de luz.
A pesar de tener una impecable fotografía y transmitir amor estético y orden con sus estructuras arquitectónicas el ritmo es inexcusablemente amorfo. Irreverentemente autoral, esta pieza acaba produciendo ansiedad, obligando a nuestros ojos a someterse a un constante tour de force que nos acaba siendo devuelto en forma de bonificación con una puerta (más bien una ventana) abierta a la reflexión sobre el ideal superlativo de la vida moderna (hay una galería de momentos entre moderniquis y gente de la poesía absolutamente desternillantes). Final con giro sorprendente. “Anti-hollywood” en palabras de uno de los directores, Gastón Duprat. Perfecta si quieres huir del Blockbuster pero para nada recomendada en casos de mala resaca (tan sutil y tantas lecturas).