Reseña - por Pilar Alonso
Planeta de Agostini, 2005
Género: Novela histórica
349 páginas
Atenas, siglo V a.C. Isómaco es un respetado ciudadano, admirador de Sócrates y defensor de Pericles, que participa en la Asamblea y en los asuntos públicos en un momento en que la guerra contra Esparta es inminente.
Cuando Isómaco compra al esclavo Neleo para que ejerza como pedagogo de su hijo, se desencadenan una serie de hechos que convertirán su vida y la de su familia en un infierno. Y Alcinoo, su eterno enemigo, parece ser el responsable de ello.
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Cuando una novela histórica aúna calidad literaria y rigor histórico podemos encontrarnos con joyas como El hombre de Esparta. En ella no sólo la ambientación está conseguida, el entorno bien dibujado y las circunstancias históricas bien definidas, es que el autor no ha abusado de ellas para tratar de contar su historia, apabullando al lector con datos y datos y provocando con ello que la trama se resienta. Bien al contrario, es la trama lo que destaca en este libro y el trasfondo histórico no es más que el escenario, como debe ser.
El hombre de Esparta transcurre, pese a su título, en Atenas, aunque la historia hunda sus raíces en Esparta, y relata la vida de un hombre del siglo V a.C., un hombre dispuesto a defender la Democracia a cualquier precio, admirador de Sócrates, Anaxágoras y Herodoto. Pero es también la historia de una venganza llevada a sus últimas consecuencias, una historia de dioses, hombres y oráculos, con cierta dosis de suspense y aventura, de épica, traiciones y amores.
Resulta muy fácil adentrarse en este libro. El autor ha sabido plasmar un mundo complejo de una forma sencilla, sin caer en artificios ni tecnicismos, y uno se desliza por sus páginas saboreando cada detalle, oliendo los campos que circundan Atenas, asistiendo a sus Asambleas o disfrutando de una copa de buen vino mientras filosofa con los amigos.
Y cuando, debido a un suceso trágico, la atmósfera se enrarece, cuando la desesperanza vence a sus personajes, el lector no puede evitar verse arrastrado también a ese torbellino de emociones.
Como el mismo autor comenta en el ensayo Cinco miradas sobre la novela histórica, de Ediciones Ehové, “La grandeza de la literatura reside, ante todo, en su inmensa capacidad de evasión”. Y no hay duda de que El hombre de Esparta lo logra con creces. .