El hombre del ciber

Publicado el 15 septiembre 2010 por ArÍstides

LA IRA ES UNA LOCURA DE CORTA DURACIÓN. Horacio

Me lo encontré en el Ciber: su lugar de trabajo y de residencia como empleado de un jefe al que no vi jamás. Con un horario de trabajo de 9h. de la mañana a las 23h. incluidos los sábados. Él siempre sonriente, amable y apalancando su existencia detrás de un mostrador. Durante los días que hice uso del Ciber le oí hablar en cinco idiomas mientras mataba el tiempo viendo películas de bollywood.

¿Qué puede llevar a un tipo como éste a conformarse con ese modo de vida?. Pudiera ser que careciera de papeles en regla, pero la pregunta es inevitable. ¿Se puede rechazar a un emigrante con semejante bagaje cultural? ¿Es de recibo que iletrados españoles que no saben hacer la O con un canuto y que le pegan mil patadas al diccionario le puedan espetar a la cara que le roban el trabajo?

Uno, que ha visto cómo a atletas de élite que dejan de serlo al cabo de poco tiempo, consiguen la ciudadanía española por la vía rápida, no acierta a entender por qué este país da tan poca importancia a la inteligencia y al saber. Se crean becas al olimpismo y para ello se apoya la dedicación al deporte con Centros de Alto Rendimiento. Pero….¿por qué no eso mismo para quienes sobresalen en el conocimiento y la inteligencia?. ¿Qué mediocridad nos persigue que permite que ese hombre malgaste su vida en el Ciber mientras especuladores, golfos y caraduras hacen de la vida de otros su sayo?.

Cada medalla de oro en Barcelona 92 tuvo un costo de 400 millones de pesetas para el Estado. Una cifra respetable para una hazaña puntual y que todo el mundo da como una inversión rentable. Pero…seguramente otro solar ibérico tendríamos si nuestros equipos de investigadores estuvieran a la altura de las selecciones de fútbol o baloncesto, o de tantas individualidades como Nadal, Alonso, Pedrosa… ¿Por qué no un plan Olímpico para el saber? ¿Qué seguimiento se realiza sobre esos bachilleres que destacan o universitarios que despuntan en sus carreras? Mientras tanto, en este país en el que tanto gustan las gestas, se dota a estos anónimos trabajadores del intelecto con becas exiguas y nulo reconocimiento. Y así nos va: pendientes de nuestros héroes deportivos mientras seguimos en una mediocridad exasperante.