«El hombre del esmoquin» - Primera parte

Publicado el 03 mayo 2015 por Carmelo Carmelo Beltrán Martínez @CarBel1994
«¿Mamá? —balbuceaba entre sollozos—¿Dónde estás, mamá?»
La niebla hacía prácticamente imposible que Jack viese más allá de dos palmos de su cara. Hasta hace un segundo estaba disfrutando de un paseo con su madre, y, de pronto, sin ninguna clase de aviso, la niebla le había rodeado y le había llevado lejos de su protección.

Había sentido cómo el viento le había empujado como si de una veleta se tratase. Aunque no podía ver nada se daba cuenta como a su alrededor el Sol daba paso al misticismo de la Luna.
La niebla empezaba a liberarle de su secuestro. A medida que iba escurriéndose de sus garras podía ver como una silueta se dibujaba en el horizonte. El aspecto redondeado del objeto que tenía delante no dejaba lugar a dudas sobre lo que era.
«¡Una noria! —gritó Jack mientras empezó a correr hacia ella—.»
Su melena rubia iba golpeando sus penetrantes ojos azules. La visión de algo familiar había sido suficiente para que el sosiego volviese hasta él.
Unas puertas inmensas hicieron que se quedase boquiabierto. Un gran arco relleno de barras daban la bienvenida a los clientes. Lo raro era que el sitio estaba completamente vacío.

La curiosidad de los niños es algo que todos conocemos, y nuestro protagonista no iba a ser menos. El gusanillo de los desconocido le picó lo suficientemente profundo para que intentase empujar la puerta. 
Esta se abrió mientras un gran chirrido hacía notar que había pasado mucho tiempo desde la última vez que había dejado escapar su último «hola». Y a partir de ahí comenzó la magia.
Fue tocar la verja y todo el parque se iluminó. La noria, a lo lejos, se había encendido. Cada cabina era de un color distinto y con su movimiento daba una sensación muy parecida a la de un arco iris. El olor de los puestos de comida impregnaba el olfato de Jack que empezó a sentirse verdaderamente hambriento. Los vagones de una montaña rusa hacían su recorrido mientras Jack los contemplaba atónitamente. 
Faltaba algo. ¿Y los gritos de la gente montada en las atracciones? ¿Y las risas de los niños mientras iban de puesto a puesto? El sitio estaba completamente vacío. Todo funcionaba sin necesidad de que nadie trabajase.

En la distancia un hombre se acercaba. Vestido de esmoquin, avanzaba reduciendo la distancia que le separaba de Jack. Un silbido proveniente de sus labios entonaba la banda sonora del parque.
«Hola Jack, te estábamos esperando —le dijo mientras le sonreía y le daba una piruleta.»
@CarBel1994
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