Alba camina por el andén, el tren está a punto de llegar, se siente feliz, nuevamente pasará sus vacaciones en ese bello pueblo de la costa, donde veraneaba habitualmente, hasta que conoció a Alberto, su esposo, con el que compartió cinco gratos años, pero un fatal accidente de coche le robó la vida, dejándola sola a sus veinticinco años. Ya casi recuperada anímicamente, se reencontrará con sus viejos amigos de todos los veranos, desde que era una niña, muchos visitantes de estación, como ella, otros habitantes fijos de la localidad, a pesar de cada cual sigue su camino, mantienen viva la amistad y este tiempo estival les retorna a su adolescencia, algunos solos, como Alba, otros con sus parejas.
Llega el tren, alba sube al vagón, busca donde acomodarse, frente a ella, un hombre moreno, atractivo, le resulta conocido, le viene la imagen de la cafetería de la estación, estaba allí, sus miradas se cruzaron en varias ocasiones, aunque ella no le dio más importancia, esos ojos quedaron grabados en la memoria, él, le sonrió, la muchacha fingió no darse cuenta, saca un libro de su bolso y se sumerge en la lectura, aunque se siente observada, así hasta llegar a su destino, las tres horas de viaje, el no deja de mirarla y ella, con disimulo, también a él, le complace aquella situación, pues es un hombre muy atractivo. Llegan a su parada, ella se levanta y sin mirar atrás desciende del tren. En la puerta de salida, la espera su amiga Isa, de camino a casa, no puede dejar de pensar en esos ojos turbadores, que la han hecho sentir viva de nuevo, ese hormigueo en el cuerpo que ya no recordaba, pero no merecía la pena pensar en eso, es imposible coincidir nuevamente, quien sabe hacia dónde viaja ,ni cuál es su vida…
Esta noche la pasará en casa de su amiga, mañana acondicionará la suya, desde que sus padres han dejado de viajar allí, permanece cerrada. Las dos mujeres cenan tranquilamente y después de varias horas conversando en la terraza, el calor es agobiante , el cansancio vence a Alba , se ha va a descansar, al día siguiente hay mucho que hacer.
Por la mañana temprano, después de desayunar, las dos mujeres salen hacia el centro comercial, van de compras, pasean, Alba no logra dejar de pensar en aquel hombre del tren, sonríe sitiándose ridícula, Isa viendo la expresión de su amiga, intuye lo pasa por la mente de su amiga. Es la hora de almorzar, buscan algún lugar frente al mar, el viejo restaurante donde se reunía la pandilla, ahora reformado, está precioso, el camarero les indica donde sentarse y les toma nota, entra en el local una pareja, la mujer saluda a Isa, el semblante de los dos es serio, aunque la expresión de él cambia al ver a Alba, era el hombre del tren, al instante, sus miradas se encuentran , pero ella piensa el sinsentido de aquello ,él está con alguien. Isa observa la reacción de su amiga, al ver aquel desconocido.
Regresan y se dirigen a la casa de Alba, entre las dos la pondrán a punto, mientras trabajaban, Isa pregunta a Alba, ella le cuenta que ese es el hombre del tren, Isa no sabe quién es ,conoce a su acompañante de coincidir en la panadería , vive en la localidad desde algún tiempo, pero no sabe de su vida, es una mujer solitaria, poco amigable. Al finalizar sus tareas, las dos amigas se despiden hasta noche, que se encontrarán con todo el grupo, saldrán a cenar y después a bailar a la playa, se celebra una fiesta marinera.
Llegan las dos al punto de encuentro, a todos se sienten alegres con la presencia de Alba, la muchacha luce muy bella, los años le habían tratado bien, a pesar de que no todo no ha sido fortuito en su vida. Después de una cena informal, risas, bromas, cantos, marchan a la playa, comienza a sonar la música de la fiesta. La carpa es enorme, muy bien decorada, invita a disfrutar de la noche sin pensar en nada más. Alba se divierte como una adolescente ,baila ríe a carcajadas ,conversa con unos y otros, el calor es intenso y con tanta gente es más intenso por lo que decide salir a tomar un poco el aire, en el exterior unos bancos con forma de columpios, a ella de siempre, le encantaron ,sentada allí, mira las estrellas, como si pensara que Alberto la ve desde donde se encuentre, ella así lo siente ,lanza un beso al cielo, tras ella una sombra se dibuja en la arena, un tanto sorprendida, se da la vuelta ,es el hombre del tren, con unas copas de champagne, ofreciéndole una. Su nombre era Sergio , es psiquiatra, la mujer con la que lo vieron es una paciente, en otro tiempo mantuvieron una relación personal, pero eso es pasado, cuando cae en una crisis, lo llama, el acude a ayudarla ,pero como profesional y amigo. La conversación es muy grata, ese hombre le inspira tanta ternura y confianza, como si se conocieran de mucho antes, hablan ,pasean por la playa hasta el amanecer. Las luces del día, embellecen a Alba e iluminan la sonrisa de Sergio ,de pronto caminan tomados de la mano, en esas horas compartidas, la complicidad surge entre ellos, los dos sienten que aquello es un amor a primera vista, desde el momento en que se vieron en la cafetería de la estación. Llega el momento de regresar a casa, la fiesta se acabó hace horas, pero ellos inventaron la suya. Los primeros rayos de sol, son testigos de aquel apasionado beso, que es el comienzo de una hermosa historia de amor. Magda Jardí ©Derechos reservados