Sinopsis
Todos conocemos a alguien como Thomas.
El vecino gruñón que se queja de tu comportamiento incívico en las reuniones de la comunidad de vecinos. El señor que te chista si tiene que esperar un minuto detrás de ti en la cola del supermercado. El compañero que manda un mail con copia a toda la empresa si por error acabas el último rollo de papel higiénico...
Thomas está perfectamente satisfecho yendo siempre por su cuenta, alejándose de los demás y de sus problemas. Pero bajo esa fachada gruñona se esconden una historia y una tristeza que a todos nos resultan dolorosamente familiares. Y está a punto de encontrar una familia que cambiara su manera de ver las cosas...
Un hombre que había dado el mundo por perdido. Una familia que le enseñará a vivir. El hombre que se fue a Marte porque quería estar solo es una historia irresistible y reconfortante sobre sobre amistades improbables y segundas oportunidades, perfecta para los lectores de La tentación de ser felices, El insólito peregrinaje de Harold Fry y Un hombre llamado Ove. Te hará reír, llorar... y reconciliarte con todos los cascarrabias que han pasado por tu vida.
Una narración divertida, emocionante, dulcemente vitalista - Sunday Express
Editorial: Harper Collins
Nº de páginas: 368
Formato: tapa blanda
ISBN: 9788491392057
Año de edición: 2018
Precio: 18.9€
Sobre el autor: David M. Barnett
Impresiones
¿Sabéis esos días en los que necesitáis leer algo que no requiera de tu atención al cien por cien, que sea ameno y que te aporte un poquito de diversión y positivismo? Pues bien, eso es lo que ofrece El hombre que se fue a Marte porque quería estar solo. Desde luego, esa persona no podría haberse ido más lejos. Aunque parezca mentira, este libro está inspirado en un hecho real que tuvo lugar en la Estación Espacial Internacional en el año 2015: un astronauta británico se equivocó de número al llamar.
- Sí - dice Thomas-. Estoy llamando desde el espacio
- ¿Y qué tal?
- ¿Qué?
- El espacio. ¿Qué tal?
- Frío. Sin vida. Oscuro. Más o menos lo que cabría esperar.
- Parece que estés hablando de la ciudad de Morecambe -resopla Gladys.
- Bueno -dice Thomas-. Gracias. Ah, ¿puedo pedirte que no le hables a nadie de esto? Seguramente me meta en un lío. Tampoco es que puedan hacerme nada, ahora que lo pienso.
- Tu secreto está a salvo conmigo - dice Gladys-. Mis labios están sellados. Por cierto, ¿qué es lo que hiciste?
Porun lado tenemos a Thomas, Tom para los amigos, un misántropo astronauta que se encuentra camino al planeta rojo; por otro a Gladys una encantadora abuelita que mantendrá delirantes conversaciones vía telefónica con Tom. Pero, ¿quién es Tom? pues un personaje en el que siempre veremos reconocido a un vecino, amigo o compañero de trabajo, el típico señor con malas pulgas que siempre sacapunta a las cosas, que chista cuando le molesta un ruido, que destaca los errores de los demás a bombo y platillo... un gruñón que ha iniciado un camino sin retorno a Marte que tiene una historia de tristeza sobre sus espaldas. Pero el destino le lleva a conocer a la familia Omerod y desde ese momento todo cambia.
Estamos ante un libro de fácil lectura, ligero, que tiene un punto muy divertido que te empuja a seguir leyendo y conociendo más de esa hilarante historia que plantean sus personajes. Personalmente me resulta encantadora Gladys, por su espontaneidad y sinceridad tan propia de las abuelas.
Un libro para empezar con buen rollo este frío 2018 que tiene como ingredientes el humor, la ternura y un punto de sabiduría. Un libro feel-good que garantiza alguna que otra buena risotada a lo largo de sus páginas. Cuando cierras sus páginas no puedes dejar de sentir como se queda en ti un pequeño poso inolvidable.
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