En 50 páginas, el autor cuenta la historia de un pastor provenzal que dedica su vida a plantar bellotas en un campo desierto, con el anhelo de convertirlo en un paraíso.
Una deliciosa fábula que apuesta por el respeto a la naturaleza y la (demasiadas veces, demasiado oculta) bondad del ser humano, que se traduce en cualidades tan necesarias en estos días, como son el esfuerzo, el tesón y la generosidad.
Como dijo el autor, “al recordar que un paisaje tan hermoso había brotado de las manos de un solo hombre se dió cuenta que los humanos pueden también crear y no solo destruir”.
Desde Resseny os deseo un feliz año 2011 lleno de esperanza y motivación.
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