Además, por suerte, la naturaleza nos ha ofrecido diferentes “experimentos naturales” que se pueden analizar sexológicamente, de los cuales podemos obtener conclusiones bastantes esclarecedoras para completar de manera científica el tema que estamos tratando. Según estos experimentos, la orientación sexual del deseo erótico (al igual que la identidad y muchos otros caracteres sexuales) parece que queda determinada en algún momento de la sexuación cerebral prenatal, entre el 4º y el 7º mes de embarazo, por acción de las hormonas. Vamos a detallar estos experimentos:
A) Síndrome de Turner: Este síndrome consiste en mujeres con un solo cromosomas X en el par sexual (en vez de XX, como suele ser lo habitual). Son chicas, por tanto con identidad femenina. Sus ovarios no se desarrollan de forma completa y por tanto sus niveles hormonales en general, son muy bajos. Su sexuación cerebral va paralela a este bajo nivel hormonal general. Pues bien, lo que nos dicen los datos de los que disponemos, es que entre estas chicas no tenemos casos de lesbianismo. Hablando en términos sexológicos, no sienten atracción erótica hacia las mujeres, lo que hubiese requerido una masculinización del centro cerebral de la orientación.
C) Insensibilidad a los andrógenos: Este experimento natural, nos sitúa ante una sexuación cerebral sin captación alguna de hormonas masculinas. Lo relevante no es tanto la presencia o ausencia de esta hormona en una determinada cantidad, sino la incapacidad del sujeto de asimilarlas, al carecer de los receptores adecuados. En los casos de insensibilidad total, nos encontramos con mujeres con una identidad femenina inequívoca (a pesar de que sus cromosomas son XY), debido a una sexuación completamente femenina. En el plano de la orientación del deseo, la sexuación erótica debería ser la atracción hacia los hombres. Pues bien, eso parecen indicar los datos. Todas estas mujeres son heterosexuales y no tenemos datos de que entre ellas haya casos de lesbianismo.
Con todos estos datos, podemos concluir con bastante rigor científico, que hay suficientes indicios para poder asegurar que, por un lado, la orientación del deseo erótico tiene muy poco que ver con la voluntad de los individuos, siendo una CONDICIÓN y no una opción. Y por otro lado , que la educación, el ambiente y los estímulos son factores muy poco relevantes a la hora de que se determine la orientación del deseo erótico de un individuo, a diferencia de la genética y las hormonas. Vamos, que el homosexual (al igual que el heterosexual) no se hace, sino que NACE.