También tu balcón se convierte en una platea privilegiada si es que nos has conseguido entradas y quieres disfrutar del espectáculo a través de la pantalla gigante en la que todos los días se transmite la performance del día. Y es que todos los días, absolutamente todos los días, hay un espectáculo de música clásica en ese prestigioso recinto, por lo cual si piensas ir en los próximos meses, conviene ir echando un ojo a la página web.
Una de las suites imperiales
Entrar en un hotel 5* es olvidarte de todo lo que sea incómodo. Todo está solucionado para que levites por unos días y no tengas que realizar ningún esfuerzo. Champaigne de bienvenida, frutas y los prestigiosos IMPERIAL TORTE que son unos bombones de chocolate , praliné y naranja, son algunos de los detalles que te esperan en la habitación del Bristol.
UN POCO DE HISTORIA
El Hotel Bristol tal como está hoy, ocupando practicamente la manzana entera de la Ringstrasse haciendo esquina con Kaertner Strasse, es el sueño de un visionario. Debieron pasar doscientos años para que el afán emprendedor del empresario Karl Wolf, cervecero de la zona de Pilsen (hoy República Checa), se hiciera realidad y a lo largo de los años se fueran añadiendo edificios para concluir con lo que hoy es el hotel. Él fue el primero en comprar el edificio inicial que había sido inaugurado en 1892 como hotel, se fueron añadiendo inmuebles hasta llegar a la prestigiosa esquina y por fin poder tener las habitaciones dando de cara a la Staatsoper (edificio de la ópera). No hay que olvidar que en aquella época imperial, Viena era el centro de la vida cultural europea y la catedral de la música que hoy conocemos como clásica. Tanto es así que el señor Wolf hizo la gran apuesta, aún cuando en la cercanía del hotel existían ya el Sacher, el Grand Hotel, y el Imperial y el Heinrichshof, destruído durante la guerra.
A principios del siglo XX el Hotel Bristol ya era un hotel de referencia. La prestigiosa guía Agard lo nombraba y lo destacaba como una residencia "fashionable" (me encanta esa palabra) de las elites europeas y de la sociedad americana, situado en la parte más central y conveniente de la ciudad. Suites privadas, habitaciones ,270 ventanas, magnificos halls para la comida , la lectura y la conversación eran las ventajas citadas por la guía para este hotel, además de agregar que tenían calefacción central, algo no muy común en la época.
El hotel vivió en sus carnes todo lo ajetreado del Siglo XX en Viena: pasa las carencias de energía y alimentos de la primera guerra mundial, la crisis de la gran depresión del 29; y durante la segunda guerra, fue sede del ejército ruso, además de ser bombardeado en un ala del edificio. A pesar de todo ello sobrevivió con distintas alianzas financieras, una de las cuales lo unió definitivamente con su hotel hermano, el HOTEL IMPERIAL. Desde 1924 forman parte de un holding, que finalmente ha ido a parar a manos de la Cadena americana STARWOOD HOTELS & RESORTS, y que mantiene a ambos dentro de la LUXURY COLLECTION de su rico patrimonio.
Una de las joyas del Hotel Bristol es su restaurant KORSO en cuyo salón los huéspedes del hotel tenemos el privilegio de poder tomar el desayuno. Su Chef Reinhard Gehrer es uno de los más galardonados de Europa, y el restaurant es uno de los destinos infaltables a la entrada o salida de la Ópera.