El Hotel Monasterio de Piedra & Spa incluido en la categoría de `Hotel Monumento´

Por Termalistas @Termalistas


Habitación del Hotel Monasterio de Piedra

Estar habilitado en un antiguo Monasterio Cisterciense del siglo XIII, reconocido como Bien de Interés Cultural, le confiere una singularidad merecedora de ser considerado Hotel Monumento.
La Dirección General de Turismo de Aragón ha reconocido al Hotel del Monasterio de Piedra la especialidad de `Hotel Monumento´, uno de los primeros establecimientos en Aragón en haber recibido la distinción. El Monasterio estaba ya incluido en el Inventario del Patrimonio Cultural Aragonés conforme a la Ley 3/1999, como Bien de Interés Cultural, gracias a su relevancia histórica, arquitectónica y artística.
La reconversión en alojamiento del antiguo Monasterio Cisterciense del Siglo XIII, acometida inicialmente a finales del siglo XIX, y consolidada en la segunda mitad del XX, es fruto de una decidida apuesta por el respeto al patrimonio cultural y natural. Con más de 800 años de historia, Monasterio de Piedra es, hoy en día, un referente de turismo sostenible que conjuga arte, naturaleza y gastronomía. Así lo atestigua el que el conjunto esté considerado uno de los parajes más espectaculares de Europa.
Actualmente el Hotel cuenta con 62 habitaciones habilitadas en los espacios anteriormente ocupados por las celdas de los monjes. En sus instalaciones se dan la mano el pasado y el presente. Junto al claustro del siglo XIII, el conjunto también dispone de una piscina al aire libre y zona de Spa de más de 500 m2, restaurantes, salones de descanso, bares y salas para celebrar reuniones. Asimismo, próximas al hotel existen amplias zonas ajardinadas y arboladas, aparcamientos, terrazas y espacios de paseo y descanso.
Un Hotel Monumento para viajar al pasado;
La Recepción se encuentra en uno de los espacios más espectaculares de todo el conjunto, una gran escalera que data del siglo XVI y que fue construida gracias a las donaciones de personajes ilustres como Fray Hernando de Aragón, Arzobispo de Zaragoza y nieto del rey Fernando el Católico, ordenado sacerdote en Piedra en 1524. Alzando la vista, podremos disfrutar de unos frescos del siglo XVII, recuperados en 2013, pintados en rojo y ocre, que adornan la parte alta de los muros. El vestíbulo es una nave de planta rectangular, dividida en cinco tramos cubiertos con bóvedas de crucería de terceletes y combados.
Los dos claustros son historia viva de la evolución de la orden del Císter. En el año 1446, el papa Eugenio IV autorizó al monasterio a construir celdas individuales. Con este motivo, se edificó entonces una segunda planta sobre el claustro del S.XIII. El claustro alto, fue una de las aportaciones más singulares que el arte mudéjar aragonés dejó en Piedra.
En el siglo XVI, se realizaron nuevas obras con el fin de ampliar y remodelar las dependencias monacales que incluía la reedificación de la cabecera del templo. Sin embargo, la crisis económica del siglo XVII explica el abandono de la mayoría de estos proyectos, centrando todo el esfuerzo en la edificación de un nuevo claustro que se sumaría a las dependencias medievales. En el lado sur del claustro nuevo se emplazaron más de 50 celdas abiertas al jardín. Eran habitaciones espaciosas que contaban con una cama, un arca para guardar los hábitos, una mesa y una librería. A mediados del siglo XX comienza la explotación moderna hotelera del claustro nuevo y alto, acondicionando las celdas con todo lo necesario para acoger a los huéspedes.
La vida de los monjes cistercienses durante la Edad media se hacía en completa comunidad, vivían juntos en torno al claustro, dormían, comían, oraban y trabajaban juntos. El criterio y la política interna que mantuvieron los benedictinos y cistercienses respecto al sueño y el descanso provocaron que el dormitorio común se convirtiese en una de las salas más monumentales del monasterio. Fue construido en el piso superior, encima de la sala capitular. A raíz de la construcción de las celdas individuales, este dormitorio común se mantuvo para que en él pernoctaran los novicios. Con el inicio de la explotación hotelera, se acondicionó para albergar el Restaurante Reyes de Aragón, donde hoy se puede degustar una amplia oferta gastronómica, con una carta creativa, dinámica y adaptada a la temporada. Entre sus platos estrellas y con arraigo a la zona podemos encontrar la borraja, el ternasco de Aragón o los garbanzos con congrio.
Como restaurante, aunque en este caso se reserva para eventos privados, también se usa la biblioteca construida en 1584. Se trata de una estancia cubierta con una cúpula tardo-gótica con 57 claves, cuya bóveda dibuja una flor de ocho pétalos.
Entre la reconversión de las dependencias monacales también se encuentra el antiguo granero que acoge actualmente el salón- cafetería denominado precisamente El Granero. Dispone de dos plantas y del bello jardín conocido como el Rincón del Poeta. Con la misma función, encontramos el salón Gaufrido. Llamado así en honor al primer abad del Monasterio de Piedra, Gaufrido de Rocaberti, en el año 1194. Desde su terraza se puede contemplar un reloj de sol de los monjes.
En otro de los espacios del edificio monumental, ha sido construido un moderno Spa de más de 500 m2, cuya peculiaridad es localizarse bajo bóvedas medievales. Cuenta con circuito hidrotermal y una amplia oferta de tratamientos. Un nota de innovación para un lugar lleno de historia y encanto.
El hotel conjuga modernidad y tradición de una manera armónica y singular, lo que lo hace un destino turístico único que combina todas las comodidades del siglo XXI en un marco excepcional donde pasar unos días disfrutando de la naturaleza y la historia en estado puro.