Empiezan a sentirse las temperaturas más frías, sobre todo por la noche y la madrugada, con días más cortos y con menos horas de luz. Todo ésto afecta proporcionalmente a la actividad en nuestro huerto de manera que a menor cantidad de temperatura y luz, menor es la actividad.
Antes de sembrar o plantar nuevas hortalizas debemos retirar los restos de los cultivos que ya han acabado su proceso. Con ellos podemos hacer compost para abonar la tierra dentro de unos meses cuando haya concluido su proceso de transformación.
También sería conveniente abonar la tierra con estiércol antes de comenzar una nueva temporada de siembra. Para ello, enterraremos y mezclaremos el abono y la tierra con la azada.
A pesar del amenazante frío que vendrá, podemos seguir sembrando y plantando algunas hortalizas y más aún si disponemos de invernaderos, cajoneras, túneles o incluso simples y rústicos protectores contra el frío como garrafas vacías de agua, telas, lonas, enrejados, encañados o plásticos por encima que eviten exponer las plantas a las posibles escarchas.
A las lechugas, al igual que a los canónigos, endibias, zanahorias, rábanos, espinacas y perejil, tendremos que protegerlos del frío.
Al abrigo de estos protectores contra el frío podemos cultivar lechugas, canónigos, endibias, zanahorias, rábanos, espinacas y perejil, siempre y cuando tengamos el recaudo de retirar los protectores para dejar circular el aire en los días soleados ya que un exceso de calor y humedad podría fomentar la aparición de mohos en los cultivos.