“El humor no es sólo reírse de un gilipollas que pisa una cáscara de plátano, el humor es ser ese gilipollas que la pisa”, Carlos Salem

Publicado el 12 abril 2012 por Ruta42 @ruta42

Carlos Salem (extraída de http://www.concierge-masque.com)

Dicen que a la tercera va la vencida, así que si aún hoy, después de las dos cortas partes de esta entrevista que os hemos ido dejando estos días, no os habéis enamorado de las palabras de este simpático argentino, no sé a qué esperáis para leer la última parte de la charla que tuvimos con Carlos Salem.

¿Sobre qué tratan los poemas de Carlos Salem?

Van por etapas de mi vida, pero con una norma: utilizar el lenguaje de la calle, porque todos tenemos poesía dentro, pensamos, sentimos e incluso lo expresamos con palabras. La poesía no tiene por qué ser cursi y los sentimientos tampoco.

Hay etapas en las que echas una mirada para atrás de quién has sido, hay etapas en las que estás más desafiante, otras de locura transitoria de un enamorado del amor y escribes poemas de amor, u otras veces de desamor. Pero siempre tratan de cómo veo el mundo a mi alrededor, subjetivamente.

Mi último libro de poesía “Memorias circulares del hombre peonza” tiene mucho que ver con todo un ajuste de cuentas que hice conmigo antes de cumplir los cincuenta, de quién quiero ser. Y lo llamo hombre peonza porque siento que si me quedo quieto o me tumbo, nunca me levantaré.

Parece ser que surge ahora una generación de poetas que decidís alejaros de los cánones del poema bello y perfecto para hacer poemas realistas, como podéis ser Escandar Algeet y tú, ¿crees que la poesía necesitaba ya este cambio?

Si te fijas, dos poetas magníficos como Luis García Montero o Ángel González, que si yo no fuera ateo sería para mí Dios, siempre utilizaron el lenguaje de la calle, que es más honesto utilizarlo en los poemas.

Más que un cambio creo que, cuanto más cerca esté la poesía de la calle, menos fuerte va a ser la hostia que se daría que si está en una torre de cristal y se cae. Hay gente, muy respetable, que considera que la poesía es una cosa selecta, de iluminados. Y no es así, si todo el mundo puede leer, todo el mundo puede escribir, sólo que algunos somos psicópatas y nos dedicamos a ello.

Lo que hace Escandar, con su verbo infatigable que es una ráfaga de sensaciones que tiene la belleza, es utilizar las palabras de la calle. Cuando está de puta madre lo dice así, ni él ni yo servimos para agarrar una frase y pulirla y lijarla hasta que brille, porque creo que un poema tiene que provocar un estremecimiento. Un estremecimiento que tengo yo cuando escribo y, en medio de no saber lo que quiero decir, salen tres o cuatro versos felices. Pero si los pulo demasiado, ¿dónde queda ese estremecimiento?

Por mucho que yo pueda ser técnicamente perfecto, la poesía más que técnica tiene que ser física pura.

Acabas de mencionarme a Escandar, ¿qué te pareció que la gente te atribuyera la autoría de Co-razones?

Es una cosa que no tuvo mala intención, aunque por injusto que sea, Escandar se lo buscó solo. Cuando le conocí en el Bukowski club a él le gustó una frase que yo propicié sobre el escenario y la subió a un foro y puso “Yo la quiero por muchas más razones que vosotros, Carlos Salem”; después se hizo un vídeo maravilloso con ese poema que es una declaración que cualquiera se podría poner, que a cualquier chica le gustaría que le dijeran y empezó a rular por internet con el error de que era mío.

Llega un momento en el que yo empiezo a publicar novelas y mis libros son un poco más conocidos y, claro, me pareció injusto por Escandar, porque el poema es de él y ya estoy afónico de decirlo. Ha sido tal el tema que hasta en un recital que tuvimos juntos, cree uno que se llama “Mis con-razones” para tocar un poco las pelotas, porque hay gente que le ha discutido al propio Escandar que el poema es mío.

De alguna manera a él eso le ha perjudicado porque me lo atribuían a mí, pero por otro lado la gente ha terminado adorando su poesía, porque es muy buena. A mí me ha podido beneficiar porque quizás la gente ha buscado mi poesía en internet pensando que era el autor de eso, aunque se han quedado porque también les gustó el resto.

Nosotros somos muy amigos, y hacemos recitales juntos con poemas que tratan de cosas parecidas, desde lugares diferentes, pero las resacas son las mismas, ya sean de amor o de alcohol, pero a mí me jode, porque ya hay mil versiones por internet y no puedo hacer nada.

En alguna ocasión te has quejado de la falta de humor, ¿tanto humor le falta a la sociedad?

Lo que pasa es que en la literatura, en este país que paradójicamente es la patria de Javier Ponceda, Cervantes, Gila, Tip y Coll y de gente que realmente ha hecho del humor un arte, siempre eres un poco “escritor menor” si utilizas el humor. Pero es que el humor no es sólo reírse de un gilipollas que pisa una cáscara de plátano, el humor es ser ese gilipollas que pisa la cáscara y descojonarte mientras te caes.

Más que falta de humor, lo que hay es una subestimación del humor en la literatura. A mí se me trata muy bien porque mis novelas contienen humor, pero no soy un gilipollas que escribe un monólogo sobre lo mal que voy con mi chica. Hago un humor absurdo o realista, pero de la vida. No me considero un escritor de novelas de humor, aunque tengo alguna novela de humor que no he publicado.

Ahora mismo si no viéramos esta crisis con cierto humor, es para pegarse un tiro. Digo humor en el sentido de que de esto tiene que salir una épica, una dramática e incluso una respuesta política porque estamos en una situación un poco patética y absurda que tiene que ver con el sálvese quien pueda.

Tiene que ver mucho con cómo te educan pero también con cómo aprendes. En los últimos diez años de este país, la peste babosa de la prensa del corazón está haciendo muchísimo daño porque pensamos que solo es para las señoras mayores, pero de repente te llama una teleoperadora que te habla como Belén Esteban. La gente ve que es un montaje todo, pero lo sigue viendo, ¿a mí qué me importa Julián Muñoz o su puta madre? Eso ha desgastado moralmente mucho, ha hecho mucho daño eso de “te miento para conseguir esto otro” porque el éxito gratifica, pero ahora que no hay éxito, nos queda la insolidaridad.

Carlos Salem (extraída de http://talenturalibros.blogspot.com.es)

Lo que pasa es la gente critica mucho estos programas, pero existen porque se siguen viendo, ¿quizás es exceso de hipocresía?

Había una frase muy de los años setenta que recuerdo haberla visto en muchas pintadas que decía “Coman mierda, millones de moscas no podrán equivocarse” pero claro que millones de moscas se pueden equivocar. Otra cosa es que la gente sea tonta, porque si tú quieres hacer una cosa muy masiva y que te la difundan tiene que ser un contenido muy amplio, tienes casi que subestimar a la gente.

Pero la gente no es tonta. Si no, no habría miles de autores o músicos que sobrevivimos, vale que a duras penas, pero que tienes personas que te siguen porque lo que tú haces les compensa, les contagia las ganas de vivir o les provoca reflexiones. Sin embargo, a la gente se la trata como tonta en muchas ocasiones, y si se les diera la ocasión de elegir entre otras alternativas que no sean “Sálvame” u ópera. Lo que no hace la tele es desarrollarte un criterio, que si tú no lo tienes no puedes valorar nada.

Es la apuesta de cada uno por lo que quiere hacer, para ir a lo fácil hay mucho. En este momento, mientras tú y yo hablamos, debe haber unas tres mil personas intentando escribir unos best-sellers de los cuales quizás uno da el pelotazo. Luego hay gente que escribe best-sellers desde el punto de vista honesto. “El tiempo entre costuras” de María Dueñas ha tenido muchísimo éxito y, a lo mejor no va a ser la gran literatura para mucha gente, pero no te trata como a una ovejita. Sin embargo, libros como “El código Da Vinci”, son comida pre-masticada, vomitada y vuelta a masticar. Y los dos han triunfado, pero uno es honesto y el otro es creerse que la gente es gilipollas.

Me gustaría que explicaras una frase que has dicho en alguna ocasión: “El periodismo es una exageración”.

El periodismo y la literatura son una exageración en el sentido de que en literatura si quiero contar una historia yo decido dónde pongo el énfasis, en qué elemento, al igual que en el periodismo tú eliges qué publicas o cómo lo titulas en función de lo que es más llamativo y que crees que representa más lo que quieres contar.

¿Se puede arrepentir un torturador?

El torturador de mi obra de teatro no es un torturador en estado puro. A mí me preocupaba hablar del fascismo como el elemento en el cual hay un momento dado en el que tú para no arriesgar tu posición o puede que tu vida, te sumas a algo o dejas de preguntarte. El blanco y el negro están muy claros, pero a mí me preocupan las zonas grises que son las que permiten que ocurran cosas como una dictadura de cuarenta años en este país o de Hitler, o la de Argentina. No todo el mundo estaba con ellos, pero la gente se preocupaba por decir “algo habrán hecho” en vez de decir “coño, se han llevado a mi vecino porque tiene un libro del Che Guevara”.

Yo no quería jugar al juego del bueno y el malo, así que en este caso el protagonista era un tipo que era militar y en su momento creyó que estaba defendiendo a su país, que vuelve después de luchar en la guerrilla lo encarcelan en un centro donde se detenía gente, se interrogaba e incluso se torturaba. El tío, cuando se da cuenta de qué era eso lo denuncia, pero le ha costado años decir “yo aquí no participo de esto”. En ese sentido es un torturador bueno, dice ser un soldado que hizo todo eso pero que cuando se da cuenta de lo que estaba mal, denuncia. Pero, mientras tanto, ¿qué pasó? Un año, o dos, en los que dejaste hacer cosas.

Sin embargo, el coprotagonista es un adolescente que lleva veinte años buscando a este soldado para matarlo, aunque en realidad le ha salvado. Y esta ha sido su excusa para volverse un ser hermético, para no amar a nadie. Sin embargo, cuando se lo encuentra para cumplir su promesa, se termina metiendo en la vida de él para secuestrarlo y matarlo y le termina cogiendo cariño.

Surgen dos preguntas. Cuando te hacen algo chungo y tú devuelves con lo mismo, ¿no te conviertes en eso mismo que odias? Y la otra se la hace un personaje y yo la menciono en un escrito al final, porque a mí esto me pilló siendo muy crío en una ciudad de la Patagonia en una familia más o menos acomodada donde no pasó casi nada pero, si a mí me llega a pasar con más años o estudiando en una ciudad grande, sería más probable que yo no estuviera aquí, o habría huido del país, o no sé si me habría puesto de su parte. Nunca lo sabré.

Carlos Salem (extraída de http://armapoetica.wordpress.com)

He escuchado la versión musicada de “Caballero del olvido”, ¿cómo ha sido la experiencia de escuchar tu poema cantado?

En su día Olaia Pazos le puso música a algunas cosas mías, que ni siquiera sé si están registradas, creo que no. Ahora está Marwan poniéndole música a un poema mío, “Bolero a cuatro patas”, que el otro día lo escuché y me pareció una cosa maravillosa.

Adriá Navarro y yo llevábamos tiempo con ganas de musicar algo mío y el otro día me mandó una música maravillosa a la que me pidió que pusiera letra y yo eso no sé. Así que le dije que tararaease lo que cantaría y le puse una letra que tenía en mente encima. Y así se grabó hace poco, aunque aún hay que añadirle más arreglos, pero escuchar una letra tuya cantada adquiere otra dimensión.

Dijo Serrat en su día que él se hizo cantante para tocarle el culo a las chicas; pues esto es algo parecido, ya sea en directo o por delegación, porque alguien se sienta tocado por algo que escribo y a lo que alguien le ha puesto música, pues es maravilloso.

Ahora estás con la presentación de “Un jamón calibre 45”, ¿qué nos puedes decir de ella?

Ya salió la segunda edición y la verdad es que estoy contento, porque yo quería contar, por un lado, lo que es Madrid en agosto, cuando está despoblada, la mitad de los bares están cerrados, ves gente con traje y corbata pedo a las cuatro de la tarde… Y por otra parte quería jugar con este personaje que es una especie de alter ego mío en muchas cosas, contar lo que le pasa a alguien normal que no está acostumbrado a vivir con el peligro ni nada de eso y que se ve metido en una situación peligrosa donde no es un héroe pero quiere saber lo que pasa.

Es una novela que tiene mucho que ver con el deseo, con el sexo, porque en Madrid en verano no hay otra cosa que se pueda hacer. Tiene que ver con el deseo y la complicidad, con los dos que todos tenemos dentro, porque yo soy un tipo muy caótico, muy desastre, pero por dentro también soy un tipo muy ordenado. Siempre hay una parte de nosotros que lleva las riendas todo el tiempo pero, cuando hay una situación de riesgo, sale la otra.

Me lo pasé muy bien escribiendo esta novela, porque habla de Madrid que la adoro y de una amistad casi imposible entre un tipo al que van a matar en unas semanas y el tipo que está obligado a matarle. Es un juego entre el deseo y el desconcierto.

Si tuvieras que recomendar una novela, tanto clásica como contemporánea, ¿cuál sería y por qué?

Si hay una novela que es inagotable y que no voy a ser nada original es “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, que, con esta manea de ponerle etiquetas a todo, tiene mala prensa el realismo mágico, pero para mí es una novela que está llena de poesía, de realismo, de música… Una novela interminable.

Y una novela que acaba de salir hace poco y que va a suponer la consagración de un autor que va a dar mucho que hablar como es Marcelo Luján, con una novela que se llama “Moravia”, y que te parecerá buenísima ahora y dentro de veinte años.

Y si me permites otra más es la primera novela como debutante de Marcus Versus, “Habitación 804”, que trata de una manera muy bien llevada el mundo de los sentimientos, las pasiones, el amor, el desamor, los desencuentros y todo este tipo de cosas.

¿Y si tuvieras que recomendar un libro de poesía?

Para deprimirse con la grandeza, “Nada grave” de Ángel González. Pero sólo si quieres deprimirse con la grandeza de cómo decir maravillas con cuatro palabras.

Y un libro que me parece muy bueno, aunque no es tan conocido pro me parece maravilloso es “Cómo liberar tigres blancos”, de Isabel García Mellado.

Por último, para terminar, me gustaría que eligieras uno de tus poemas, ese que recuerdas con especial cariño.

Cada uno depende del momento, por eso a mí siempre me gusta el último que acabo de escribir. Es complicado, porque hay poemas que los escribes y le gustan a todo el mundo, pero luego hay otros que pasan desapercibidos.

Si tuviera que elegir un poema entre todo lo que tengo publicar y los que estoy escribiendo, si hay uno que más se asemeja a la sensación de lo que quería decir, es “Animal”. A lo mejor no es el más bonito, pero sí que es el que más tenía que ver con lo que yo quería decir en ese momento, con lo que sentía en el momento de escribirlo y de vivirlo. A lo mejor no es el más conocido, pero a mí es el que más me mola.

Así, entre alguna que otra broma final, Carlos Salem y yo nos despedimos, no sin antes poder escuchar, mientras la piel se me herizaba por momentos, cómo el escritor recitaba este poema que tanto dice que le gusta. Pero eso, lo siento, se queda para la memoria de una servidora, encantada de haber podido compartir unos momentos en la vida de este gran hombre.

Miriam

Soy una chica leonesa que ha tenido que irse a Valladolid para cumplir su sueño, hacer periodismo. A pesar se ser este mi primer año de carrera, tengo el orgullo de ser colaboradora de Ruta 42. Por lo demás no hay mucho que contar, toco la guitarra, me gusta el rock y devoro todo tipo de literatura, especialmente la poesía.

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