Si lo primero que sorprende del Ighrem de Aguelluy cuando lo avistamos por primera vez, encaramado a un resalte rocoso, es su propia ubicación y su carácter de fortaleza inexpugnable, conforme nos vamos acercando a él, llama inmediatamente la atención su sobriedad y el armonioso encaje con la mole que lo sustenta, de la que parece una continuación natural.
Los robustos muros exteriores, compuestos por miles de pequeñas lajas completamente irregulares de piedra caliza ensambladas con precisión de relojero, se asientan directamente sobre el borde del barranco, en magnífico complemento entre la naturaleza y la creación humana (foto drcha).- Esta adaptación mimética del edificio al resalte rocoso se manifiesta en cada una de sus formas, lo que hace que en su estructura y aspecto exterior apenas encontremos aristas y ángulos perfectos, y que sean las líneas curvas y las esquinas redondeadas las que predominen, en consonancia siempre con las formas que impone la roca (foto inicio). Únicamente el pequeño torreón de vigilancia que corona la estructura aporta algunas líneas rectas al conjunto.
La pequeña entrada al edificio está situada a espaldas del barranco, de frente a la montaña, en el único lugar por el que es accesible. (foto inf. izda)- Se trata de un acceso adintelado, más bien bajo y estrecho, concebido con la misma robustez y pragmatismo que el resto de la fortificación, donde la única concesión decorativa consiste en una pequeña cenefa de lajas uniformes colocadas oblicuamente que dejan unos pequeños triángulos huecos en el dintel, y que se repite como , prácticamente, único motivo decorativo en la entrada de algunas estancias del interior.
Tras franquear la entrada, se accede aun pequeño pasillo techado, en cuyos muros se abren tres ventanas que dominan la entrada del cañón y la aldea -ventanas que, curiosamente, son las únicas de todo el conjunto que no son rectangulares, sino que están rematadas por un arco, de hechura simple y artesanal -, que da acceso a un patio interior.
- A partir de aquí el interior del granero se convierte en un intrincado dédalo de pasillos bajos y estrechos, escaleras, estancias, patios y terrazas, conformando una caótica ordenación del edificio, adaptándose así también su interior a las oquedades, resaltes y relieve del peñón, aprovechando al máximo el escaso espacio disponible (fotos drcha. e izda.).- Todas las piezas tienen su ventilación, ya sea a través de pequeñas ventanas abiertas entre los muros exteriores, hacia el barranco, o a través de las entradas, ya que la mayoría de ellas dan a terrazas o a patios decubiertos.- Todas las habitaciones -de formas absolutamente irregulares, tanto en tamaño como en estructura- son de extrema sencillez, con suelo de tierra prensada y cubierta formada por una serie de vigas de palmera -cortadas de forma triangular- que sujeta un entramado de ramas, sobre el que se coloca, a su vez, una estrecha capa de finas lajas de piedra, y se remata con una capa ancha de tierra prensada, que es la que conforma el suelo de las múltiples terrazas (foto inferior).
-El conjunto se remata con una estrecha torre de vigilancia encaramada en lo más alto del granero y desde la que se dominan el cañón y todos los accesos.-
El orígen del ighrem de Aguelluy, como el de su vecino de Id Aissa, se pierde en las páginas oscuras de la historia, pero no son pocas las fuentes que coinciden en datar su orígen en el siglo XII, concretamente en la época almohade.- Durante siglos, estas construcciones han tenido una doble función, por una parte, en ellas se custodiaban las reservas alimenticias y los objetos de valor de las distintas familias, y por otra, han servido de refugio y protección a los habitantes de estas aldeas frente a los ataques de otras tríbus, principalmente de los nómadas del desierto.- Su estructura inicial fue ampliándose con el tiempo, construyéndose nuevas estancias según las necesidades del aumento de población, de manera que cada familia dispusiese de su espacio correspondiente. Estas sucesivas ampliaciones -al contrario que en su vecino el granero de Id Aissa, donde el espacio en horizontal es mucho mayor- tuvieron que hacerse siempre en vertical, por notorias causas de espacio, pero sin desprenderse nunca de su clara vocación de fortaleza y refugio inexpugnable.- Cuenta la tradición que bastaba una dotación de tres hombres para defender el Ighrem.-
Destinado a una función que pasó a ser obsoleta al finalizar -hace apenas unas décadas- la etapa histórica de las razzias y las luchas tribales, esta maravilla arquitectónica -como tantas otras del Atlas y el Sur marroquí- estaba abocada a desmoronarse poco a poco, fruto de la desidia y el paso inexorable del tiempo.- Afortunadamente, la iniciativa de los lugareños de preservar su patrimonio cultural, apoyada por diversos organismos oficiales, permitió que hace 5 años se inciaran los trabajos de restauración, bajo la dirección de la joven arquitecta marroquí Salima Naji, muy comprometida en estos menesteres.
- Los trabajos se realizaron utilizando los materiales y técnicas tradicionales, y los conocimientos y maestría de los artesanos locales.- Los resultados no han podido ser más ilusionantes.- Según tengo entendido, está previsto convertirlo en una especie de museo, que muestre el tradicional funcionamiento del ighrem, así como los diversos tipos de utensilios utilizados para el almacenamiento de las distintas mercancías.- En la actualildad, en algunas estancias estancias se pueden ver múltiples tipos de vasijas y otros utensilios domésticos, así como un molino tradicional (foto drcha.) .-
Al extraodinario interés del ighrem en sí, se unen las magníficas vistas que desde él se disfrutan, dominando, como ya se ha dicho, buena parte del cañón -principalmente su acceso- y el palmeral, así como la aldea de Aguelluy.-
Para más información sobre la zona, su ubicación concreta, accesos, posibilidades de alojamiento e indicaciones para subir al granero, ver la entrada de Amtouidi Id Aissa.
Foto superior: El laberinto de las terrazas cimeras
Foto inferior: detalle del suelo de las terrazas.