Lo primero que sin duda me ha fascinado de esta película es el ambiente que la envuelve. Con una fotografía asombrosa y un juego de luces y sombras digno de mención, crea un aire de misterio que, no en breve, le hizo ganar una nominación -que no premio- al Oscar por la Mejor fotografía allá en el 2006. La ambientación, por otra parte, junto al resto de la escenografía, me ha parecido también de sobresaliente. Creo que podría decirse que es uno de los elementos que más me han llamado la atención de todo el film. Otro de ellos es, por supuesto, la magía.
Sirviéndose de diversas ilusiones, el protagonista de la película consigue llegar a fascinar a todo aquel que acude a ver sus espectáculos, incluídos nosotros, los del otro lado de la pantalla. Durante toda la película se muestran diversos trucos, algunos más obvios que otros pero todos igualmente bien logrados, que fácilmente pueden hacerte exclamar un ¡oh! de admiración en alguna que otra ocasión.
En cuanto a la trama, confieso que en ocasiones me ha resultado algo predecible y lenta en lo que al nudo de la misma se refiere. Eso sí, el principio se me ha hecho muy ameno, y el final ha sido una auténtica maravilla. Sin duda, de los mejores que he tenido el gusto de ver, y es que incluso me han entrado ganas de aplaudir cuando la película terminaba.
Por último, poco puedo decir sobre los actores. Con un buen trabajo a sus espaldas, han sabido meterse en la piel de sus personajes y en la época en la que la historia está ambientada, pero aunque consigues desarrollar cierta simpatía por ellos no pertenecen al grupo de memorables que, una vez los conoces, se instalan para siempre en tu mente.
Podemos decir entonces que El ilusionista es una película digna de ser vista, con una trama de conjeturas e ilusiones movida por una tierna y dramática historia de amor, y una realización técnica asombrosa, que no dudaría en recomendar.
Según Niicky se merece...