El impaciente de la 605

Publicado el 14 febrero 2021 por Manuelsegura @manuelsegura

El enfermo de la habitación 605 aún tuvo arrestos para escribir su último artículo en prensa, a modo de testamento político, un texto que debiera colgarse en el frontispicio de cuantas dependencias públicas haya en esta Región. Un día después de verse publicado, el paciente de aquella habitación del hospital Morales Meseguer colgó un tuit que nos dejó helado el corazón: “Mi alma camina inquieta. El covid 19 me ahoga la vida. Que Dios me de fuerzas para salir de esta. Muchas gracias a todas y a todos mis seguidores por el apoyo constantemente; ahora sois más necesarios que nunca”.

José Molina Molina murió por Covid este sábado, en la cama de un hospital de la sanidad pública murciana por la que tanto abogó y a la que tanto defendió. El artículo que publicó el 25 de enero, en las páginas del diario La Opinión, constituyó un ejercicio de decencia, compromiso y dignidad de alguien que intuía verse a las puertas de la muerte. Otros, en su lugar, habrían arrojado la toalla como una especie de allá os las compongáis los que aquí os quedáis. “La corrupción asalta los protocolos: dimitir no es suficiente”, lo tituló. 

El 20 de enero, a primera hora, Molina escuchó convaleciente la comparecencia del consejero de Salud, Manuel Villegas, argumentando los motivos de la vacunación masiva de altos cargos y funcionarios. Le pareció alucinante. Reclamó información esa misma mañana. Supo después que muchas de las vacunas llegadas a la Región habían ido a parar a la patronal de las clínicas concertadas para distribuirlas a las mutuas y al criterio de sus facultativos. Y volvió a demandar información. “Asaltaron las Universidades para obtener títulos que no habían cursado; asaltaron el presupuesto favoreciendo descaradamente a sus amigos, o han controlado la Sanidad pública poniendo al frente de ella a muchos que no creían en lo público”, escribió lamentándose en el artículo citado. 

Pepe Molina hubiera dado lo que fuera por estar en su despacho y poder pisar la calle. La pandemia lo atrapó en una cama durante semanas, pero eso no iba a ser obstáculo para ejercer sus derechos y lo que estimaba como sus obligaciones. Tras escuchar por la tarde del 20 de enero la comparecencia en la que se anunció la dimisión del consejero Villegas, con su habitual lucidez, pergeñó aquel texto en el que reflejó sentencias como esta:  “Alguien le tiene que explicar a López Miras que cuando estás inmerso en esa dinámica, eres responsable in vigilando de todo tu equipo de Gobierno. Y si no lo has realizado, por respeto a las normas aprobadas, debes abandonar tu cargo público. El que tiene que dimitir como cabeza de este desastre es el presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, no el último de la lista de los 466”.

Con una mala salud de hierro, a sus 83 años, al Covid Pepe Molina unía un cáncer de próstata, varias hernias y un íctus fruto del estrés al que estuvo sometido, peleando por la transparencia también en el campo de la salud. Refrendó su lucha por eliminar las listas de espera, que dijo respetar y que nunca se saltaría, y denunció al lobby que aseguró rige la sanidad pública en esta comunidad autónoma. “Son siempre los mismos”, subrayó reiteradamente en su columna. Confió, por su carácter bondadoso e idealista, en que Ciudadanos pudiera “dar un giro a este despropósito”. Habló de señores feudales instalados en el Sistema y de que “cuando las Leyes están para que las cumplan los demás, se vive en un estado clarísimo de corrupción encubierta”

Pepe Molina confió en que si salía de esta con fuerzas, seguiría “luchando para que nos levantemos con dignidad con el fin de crear esa nueva gobernanza que tanto deseamos, y que nuestros líderes actuales no aciertan a llevar a buen fin”. No pudo ser. Perdió la batalla este sábado, 13 de febrero, si bien nos dejó su ejemplo y su legado para que ahora otros intentemos ganar la guerra. No nos lo pondrán fácil.