El imperio de la fuerza bruta

Publicado el 06 abril 2013 por Romanas


 Como decíamos ayer, es la misma fuerza bruta, ahora lo llaman “poder”, la que intenta coaccionar a Ada Colau, al propio tiempo que  esa entidad fantasmagórica que es la UE hace como que enjuicia la cínica actuación del Real Madrid que participa en todas las competiciones europeas falseándolas ya que no es una entidad privada la que lo hace sino el propio Estado español con toda su fuerza económica.

 Así es todo, en este asqueroso mundo que hemos pergeñado.

 No fue por casualidad que el hombre eximio que pronunciara el más famoso de los discursos de todos los tiempos muriera asesinado porque había osado desafiar a esa misma fuerza bruta que ahora se dirige a sus esbirros y les dice que tienen licencia para matar. (1).

A Marco Tulio Cicerón lo asesinaron por lo mismo que a Martín Lutero King, a monseñor Romero e incluso John Fitzgerald Kennedy, porque intentaron oponerse a  esa inexorable fuerza bruta que mueve la historia.

 Y es que no se puede decir impunemente eso de ¿hasta cuándo, Rajoy, vas a abusar de nuestra paciencia? Porque, entonces, esa fuerza bruta asesina, aconsejada por ese inmenso hipócrita que fue Lampedusa, rebaja en un grado su sentencia mafiosa y ya no es con la muerte con la que te amenazan sino “solamente” con la prisión.

 Pero el efecto intimidatorio que se pretende es el mismo: que los gritos que exigen esa igualdad que es la base sin la cual no sólo la libertad sino lo que es mucho más importante, la justicia, sean imposibles.

 Porque de lo que se trata, lo que pretende Ada Colau no es más que ese poco imprescindible que el viejo Ulpiano exigía para que en una sociedad civilizada se impusiera la justicia: “honeste vivere, alterum non laedere et suum cuique tribuendi”, vivir honestamente, no dañar a otro y dar a cada uno lo que es suyo.(2)

 Por eso el viejo Ulpiano, como esa luz resplandeciente que fue Cicerón, murieron de mala manera, como seguramente lo hará Ada Colau, porque en una sociedad en la que un hombre desfalleciente, Tomás de Aquino, trata de sobrevivir frente a esa jauría que actúa como si todos ellos sólo fueran lobos para los otros hombres, “homo homini lupus”, Thomas Hobbes, todo el que se enfrenta a la más bruta de todas las fuerzas, luchando por lograr un poco de justicia, que no se desahucie inícuamente al que ha dejado de pagar el alquiler o los plazos de la hipoteca porque ya ni siquiera tiene para comer acaba forzosamente en la cuneta de una carretera porque este asqueroso ser humano, y esto lo digo sólo yo, es una puñetera mierda seca pinchada en un palo, que sólo puede producir auténtico asco.

 Por eso los emperadores romanos enviaban a Africa a sus cazadores para que le trajeran leones con los que devorar a los cristianos y después se enfrentaran a sus gladiadores.

 Hoy los leones se llaman Cristiano Ronaldo y Messi, pero la fuerza bruta que los trae y exhibe es la misma, no ha variado un ápice.

 De modo que Ada Colau, como entonces Espartaco, se enfrenta a las  mismas legiones y les dice: “Oiga, pero si ustedes a quienes deberían de detener es a ese señor que vive aquí, porque es el culpable de que esta pobre vieja enferma de Alzheimer no tenga un buen asilo en el que internarla para ser atendida como merece todo ser humano por el mero hecho de serlo”.

 Pero la fuerza bruta no atiende a razones y Ana Colau acabará en las mazmorras del Régimen si antes un tipo de la nuevas generaciones ansioso de fama no acaba con ella como hicieron con Cicerón y Ulpiano, con Marín Lutero King y con Ghandi, con monseñor Romero y con todos esos otros mártires, pero de verdad, que se opusieron a la ciega fuerza bruta de unos emperadores que sólo son una especie de mafiosos refinados a través de unas falsas elecciones, tal como les apuntó el más mafioso de todos los mafiosos: “es preciso que todo cambie para que todo siga igual”, adaptando por lo tanto el poder mafioso a la evolución de los tiempos, extendiendo una fina capa de aparente y falsa democracia sobre la más perversa de las tiranías que nunca sufrió el mundo.

 De manera que el grito de Cicerón es hoy más necesario que nunca:

“¿Ubinam gentium sumus, in qua urbe vivimus?”: ¿entre qué gente estamos, en qué ciudad vivimos?

 Triste, ¿no?

Notas: (1) Los triunviros no tardaron en acabar con sus adversarios políticos. Octavio abandonó a su aliado y permitió que Antonio proscribiera a Cicerón. El 7 de diciembre de 43 a. C. el cónsul ordenó su asesinato, así como que su cabeza y sus manos se expusieran en los rostra del Foro, tal como había sido la costumbre en tiempos de Sila y Mario, aunque él fue el único de los proscritos en recibir tal destino. Cicerón no opuso resistencia a su ejecución, y, ofreciendo la cabeza, se limitó a pedir que se le matara con corrección. También serían eliminados su hermano, Quinto, y su sobrino; sólo sobrevivió su hijo Marco Tulio. (Wikipedia).

 (2) Su programa, que buscaba reducir los privilegios concedidos por Heliógabalo a la Guardia Pretoriana, con el fin de aumentar el control sobre el elemento militar, provocó la enemistad con ésta y un intento de homicidio. Finalmente, fue asesinado por los Pretorianos en el palacio frente al Emperador, en el curso de una revuelta entre los soldados y la multitud, probablemente en 228. Uno de sus discípulos, Herenio Modestiano, se convirtió en el jurista más destacado de la siguiente generación.

(Wikipedia).