El imperio de los sinsentidos, de Kathy Acker

Publicado el 25 junio 2012 por José Angel Barrueco

A Kathy Acker, heroína punk de las vanguardias literarias norteamericanas, me la descubrió David González hace unos cuantos años. Leí las dos novelas que tradujeron y publicaron en Anagrama (Aborto en la escuela y Don Quijote que fue un sueño) y me interesó mucho su vida (echen un vistazo en Wikipedia), y sobre todo las circunstancias de su muerte: falleció en Tijuana, a los 50 años de edad, mientras buscaba algún remedio para el cáncer de mama que padecía y que acabó con ella. Antes de comentar la novela que nos ocupa, debo hacer dos advertencias:
Una. Kathy Acker no es una autora fácil. Su literatura es punk, anárquica, feminista, rompedora, evita los géneros y las etiquetas y los encasillamientos, habla mucho sobre el sexo y el incesto, sobre violaciones y abusos y perversiones. Sus novelas no siguen un orden lógico, sino que se parecen mucho a algunos libros de William S. Burroughs, especialmente a El almuerzo desnudo. Mientras uno pasa las páginas, debe olvidarse de la lógica y dejarse llevar por las imágenes que crea y por las frases tan turbadoras que mete en cada párrafo.
Dos. Al final del libro hay un epílogo de Tamara Browne que ayuda a la comprensión de la novela. Aconsejo leerlo primero, para saber qué nos vamos a encontrar, y luego meterse en la narración. Yo lo dejé para el final y me arrepentí: las notas de Tamara, como digo, constituyen una guía esencial para adentrarse en el libro, especialmente por esos guiños, préstamos y plagios de Acker, en los que utiliza los clásicos, los mitos griegos y las novelas populares.
En El imperio de los sinsentidos nos encontramos a una pareja, los dos narradores del libro, que deambulan por un futuro en el que se encuentran constantemente con actos violentos y sexuales. Abhor y Thivai luchan contra el sistema y contra lo establecido y quieren ser piratas modernos. Y en su narración Acker tira de Neuromante, de Mark Twain, de Burroughs, de un montón de referencias que a mí, casi siempre, se me escaparon, pero que sin duda dan enjundia al libro; a este libro extraño, difícil y potente, dedicado por Kathy Acker a su tatuador, y del que os copio un extracto:
Un marinero es un ser humano que ha cambiado la pobreza por las riquezas de una realidad imaginativa. Semejante actitud lleva implícita la destrucción de la sociedad. Una actitud por ende delictiva, de criminal siempre a la fuga, sin techo, odiando la propiedad, volátil como el tiempo, el marinero hará naufragar cualquier vida atada a la tierra. Los muertos matan. No confiéis en ellos. Un marinero tiene un amor en cada puerto y sin embargo no sabe amar, por muchos corazones que se tatúen en el culo. El marinero anhela un hogar, pero su amor verdadero es el cambio. La estabilidad en el cambio, el cambio en la estabilidad sólo ocurre en la imaginación. No crecen rosas en las tumbas de los marineros.
[Traducción de Andrés Piquer Otero]