El impétigo en los niños

Por End0rfina
Esta tarde ha ingresado un nuestro servicio un neonato de 12 días de vida. A simple vista nada llamaba la atención: estaba vital, reactivo, con buen estado general... pero al quitarle el pañal, se apreciaron dos lesiones rojas y ampollosas en su abdomen: se trataba de un impétigo ampolloso.
¿Qué es?
Se trata de una infección de la epidermis por una bacteria. Las más frecuentemente implicadas son el Staphylococcus Aureus y el Streptococo pyogenes. Afecta sobre todo a niños de entre 2 a 5 años, pero puede aparecer a cualquier edad.
¿Por qué se produce?
Estas bacterias se encuentran en condiciones normales en la piel, sin producir daño alguno. Sin embargo, a veces anidan sobre alguna zona, y bien por contacto directo, o bien por liberación de toxinas, producen lesiones ampollosas y costrosas. La infección se puede producir por erosiones de la piel, picaduras de insecto, lesiones de rascado, heridas... que inoculan estos gérmenes al interior.
¿Qué lesiones produce?
El impétigo tiene dos variedades clínicas: el impétigo contagioso y el impetigo ampolloso.
El impétigo contagioso comienza con una manchita roja en la piel que pronto se tranforma en una vesícula o pústula. Las vesículas son frágiles y al romperse liberan un exudado de color semejante a la miel. Seguidamente, las lesiones se extienden con rapidez.
El impétigo ampolloso afecta sobre todo al recíen nacido. Son lesiones que se presentan como ampollas grandes y frágiles localizadas sobre todo en tronco, extremidades y área anogenital, produciendo úlceras. Frecuentemente sólo se observan restos de las ampollas como erosiones anulares superficiales y con separación de la epidermis.
En resumen, son lesiones con vesículas o ampollas de contenido transparente y a continuación turbio, que rompen con facilidad, dejando una superficie erosiva rojiza. Después se cubre con una costra fina y clara. No suelen ser dolorosas y se toleran bien. No dejan cicatriz.
¿Cómo se contagia?
La transmisión del germen se hace por contacto directo. El propio niño puede extender la lesión mediante el rascado y excoriación de áreas de piel sana. Es muy contagioso. El contagio también se produce por el transporte de las bacterias en la ropa, toallas, ropa de cama, utensilios escolares y otros objetos. Favorecen la infección: el hacinamiento, los microtraumatismos cutáneos, higiene deficiente, clima húmedo y cálido.
¿Cómo se trata?
En caso de lesiones pequeñas y circunscritas puede usarse un antibiótico tópico, como la mupirocina o el ácido fusídico. En las formas más extensas, o en los recién nacidos (como nuestro caso) se prefiere pautar antibiótico oral, siendo de primera elección la cloxacilina. Otras alternativas son la amoxicilina-clavulánico, la cefuroxima o clindamicina. El tratamiento suele prolongarse un total de 10 días.
¿Cómo se previene?
Manteniendo una buena higiene de la piel. En caso de infección, iniciar el tratamiento lo antes posible. Ya que es muy contagioso, los niños deben evitar ir a la guardería o al colegio hasta que dejen de aparecer nuevas lesiones.