Estamos, por lo tanto, ante una novela atípica, salpicada de metaliteratura, puesto que el propio Cercas nos hace partícipes de las inquietudes que le provocó su génesis, y hasta de lo complejo que fue un proceso que estuvo continuamente salpicado de dudas acerca de si lograría o no escribir esta obra. Enric Marco fue capaz de presidir la asociación de víctimas de un campo de concentración nazi sin haber puesto un pie en él; Enric Marco desempeñó durante su vida varios papeles que no llegó a vivir del todo, pero que supo ir completando con la ficción, con verdades a medias y grandes mentiras, porque estaba convencido de otra máxima peligrosa, la que afirma que la mentira es buena si tiene como objetivo el bien común, y que es mala sólo si provoca el mal.
No es nada fácil hacerse pasar por quien no se es, hay que tener un talento casi natural para que mentir se convierta en una herramienta que roce el arte, y eso para lograrlo una vez. Imagínense cómo ha de ser ese talento para alcanzar con éxito ese engaño tres o cuatro veces en una vida. Ahí están las luces que amenazaban con deslumbrar a Javier Cercas; las sombras, que las hubo, y muchas, tienen que ver con la conciencia y la ética, dos pilares para millares de personas, pero dos trozos de barro maleables para Enric Marco.
El impostor. Javier Cercas.Literatura Random House. Barcelona 2014.
420 páginas. 22’90 euros.(LA VERDAD, "ABABOL", 6/12/2014)