Los separatistas catalanes, con el odio y la envidia por bandera, en lugar de copiar el modelo de bajos impuestos que está triunfado en Madrid y otras regiones, presionan a Pedo Sánchez para que obligue a esas regiones "liberadas" de las cadenas fiscales, a subir los impuestos con el único objetivo de frenar su enriquecimiento, prosperidad y pujanza económica.
Pedro Sánchez, un dirígete sin moral que siempre cede a las presiones de sus socios con tal de conservar el poder, parece dispuesto a ceder y a atizar el fuego del "infierno fiscal" que socialista, comunistas y nacionalistas han creado en España, el país donde la presión fiscal general es la mas alta e injusta de la Unión Europea, si se compara lo que se paga con los sueldos reales.
Pero la impopularidad y la resistencia al expolio son tan grandes en España que ni siquiera el irresponsable y cruel gobierno de Sánchez se atreve ya a plantear una subida general del Impuesto de Sucesiones. Hasta la depredadora ministra de Hacienda guarda silencio sobre el robo de herencias.
Uno de cada cuatro españoles renuncia a su herencia porque el impuesto le arruina. Es la suciedad más sucia del sistema fiscal español. El silencio en torno a ese robo deleznable comienza a ser estruendoso y refleja la injusticia de ese maldito tributo. Es, junto con el del Patrimonio y el de Plusvalía, el impuesto más impopular e imponerlo le costaría al PSOE, según los expertos, la fuga de más de un millón de votos.
El de Sucesiones, el que permite robar las herencias al gobierno, es, sin la menor duda, el más impopular de los impuestos vigentes en España, más incluso que el del Patrimonio, otra brutalidad fiscal confiscatoria, propia de bandoleros, como lo demuestra el hecho de que España sea el único país de Europa que se atreve a cobrarlo.
El rechazo masivo al impuesto de Sucesiones ha sido una victoria del pueblo contra los depredadores de la izquierda española, empeñados en mantenerlo. Miles de ciudadanos en Andalucía, Aragón, Asturias y otras regiones se lanzaron a las calles para protestar y presentaron ante los medios de comunicación casos concretos de familias arruinadas y desquiciadas por el robo de lo que habían heredado. El resultado de aquellas campañas, desarrolladas en las dos primeras décadas de este siglo, fue que la ciudadanía asumió la maldad de ese impuesto y exigió a sus políticos que lo suprimieran, algo que ha hecho ya parcialmente la derecha allí donde gobierna.
En Andalucía, la terca tozudez depredadora de Susana Díaz con ese impuesto le hizo perder casi medio millón de votos, según declararon algunos expertos y despachos especializados, lo que equivale a decir que el socialismo perdió el poder por culpa del sucio robo de las herencias.
Las plataformas que luchan hoy contra ese impuesto ilegítimo y anticonstitucional por expoliador, desigual y confiscador, están desenterrando el hacha de guerra para, coincidiendo con la campaña electoral, hacer pagar caro a socialistas y comunistas su sucia e injusta voracidad depredadora fiscal, arrebatándoles cientos de miles de votos cuando se abran las urnas.
Francisco Rubiales