El impulso, factor clave en los viajes (y en la vida)

Por Mundoturistico

Viajar es y necesita a la vez IMPULSO. Definido como el “deseo o motivo afectivo que induce a hacer algo de manera súbita, sin reflexionar”, es este el modo en que nos invaden las ganas de explorar el mundo. Cuando comenzamos a hacerlo, pronto sentimos ganas arrebatadoras de más. Por otro lado, recibimos cada vez más estímulos que nos inducen a no parar. Y de eso hablaré hoy: del impulso en todas sus versiones y de su estrecha relación con los viajes.

Viajar es impulso

Los viajes, impulso para aprovechar la vida

Los viajes son una forma perfecta de hacer un paréntesis en todas esas cosas que siempre creímos muy importantes y que en realidad quizás no lo sean tanto. Las metas que sin pensarlo demasiado un día nos planteamos como seguras. Aquel ‘elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas…’ del que hablaba la magnífica película Trainspotting. Muchas veces, alguien decide tomarse unos días libres y vuelve pensando en qué diablos ha estado perdiendo el tiempo. Viajar nos enseña que a veces hemos dejado pasar la vida sin tomarnos tan siquiera un café con ella.

Por eso, viajar es impulso para muchas cosas. Cada uno sabrá cómo le sienta, pero por experiencia propia muchos recorridos -lejanos y cercanos- me han devuelto las ganas de hacer cosas, me he reencontrado con pasiones olvidadas como la lectura o me han ayudado a plantearme nuevos propósitos. 

Impulso para encontrarte contigo mismo

Hay una corriente que pregona viajar solo como un mantra y no soy de las que se adhiere a ella. Pero tampoco esconderé que a mí me da la vida. Es una forma ideal de encontrarse con uno mismo, que a muchos le sonará algo ñoño, pero os aseguro que merece la pena. Puedes hacerlo en tu lugar de origen (lo de encontrarte contigo mismo, digo), pensarán muchos. Sí, pero es un poco diferente. Hay algo especial en estar completamente solo durante muchos días y es que afloran todas esas conversaciones interiores que quizás nunca te atreviste a comenzar. De las que quizás huiste llenándote de planes. Y te dan perspectiva sobre dónde estás y lo que está a tu alrededor.

Impulso para conocer

Me resulta algo muy peculiar aquellas personas que son firmes seguidoras de documentales y material gráfico histórico-cultural, pero después apenas viajan. Y confieso que soy de las que prefiere la mezcla: tener contexto de las cosas y también vivirlas. Verlas de cerca; tocarlas, sentirlas. Por eso, viajar es un gran impulso para conocer, si bien no es el único (¡que no nos falte nunca la cultura!), y una forma de abrir horizontes. Lo ideal de hecho podría ser combinar ambos dos: mapa y libros; brújula y cintas de vídeo.

Pero una vez que los viajes se han democratizado y están al alcance de todos no imagino una cabeza sin ideas para seguir explorando; no imagino fin para esa sed de saber que ahora podemos potenciar también moviéndonos por el globo.

Viajar necesita impulso

Las imágenes, un impulso recurrente

Las imágenes son en mi opinión personal el impulso más fuerte actual a la hora de viajar. En la era de Instagram, el consumo efímero e Internet, todo entra por los ojos. Y aunque muchos lo critican, no seré yo quien se oponga al ritmo natural de la vida. Soy además víctima voluntaria. Hace ya más de ocho años me enamoré virtualmente de una tierra italiana a la que poco después pondríamos cara. Por entonces también veía las primeras imágenes de una playa donde el año pasado recalé en mi viaje de novios, en Seychelles. Y también me ha servido para conocer lugares cercanos, desconocidos para mí, que he tenido la suerte de pisar, como la montaña de Riaño en León, que descubrí en una foto en un blog buscando información.

Aunque hay que ser cuidadoso en cómo nos relacionamos con este mundo actual que nos ha tocado vivir, soy de la opinión de que nos toca elegir y discernir entre lo bueno y lo no tan bueno. Y con esto me quedo. ¡Por muchos viajes más a raíz de una foto!

Otros impulsos: los mapas, las historias…

Hace poco, me compré un mapa. Quise poner en él todo aquello que había conocido de España hasta el momento, para relacionar los sitios y aprender un poco más de una geografía que apenas estudié. Y como no, para identificar destinos a los que me apetece ir, como la Selva de Irati o el occidente asturiano. Más allá del mundo virtual, hay todavía unos cuantos objetos que impulsan los viajes y que impregnan la vida de un ritmo más lento que también es necesario. Así que los recomiendo (y los uso, claro está) y los mapas son uno de ellos.

Y como no podían faltar los libros o las películas son otro. Toda buena pieza cultural te hace indagar sobre su lugar de origen. No hay nada como una buena historia para impulsarte a viajar. Así, una parte de mí elegió San Petersburgo como destino tras leer Ana Karenina, Nueva York tras cientos de películas ubicadas allí y decidió que algún día tiene que conocer Valparaíso tras haber visto recientemente una gran cinta como es Ema. De estos ejemplos tengo cientos. Y no solo para elegir destino.

Algo ideal es interesarte por un país cuando lo visitas más allá de su oferta turística. Así: leer sobre su pasado (un ejemplo sería Historias de Nueva york de Enric González), conocer a los nombres más señalados de su historia (recuerdo al viajar por Perú hacerme con libros sobre su historia en mitad del periplo) o ver documentales / programas de televisión es también una buena forma de ir un poco más allá y hacer que el viaje sea más completo. 

Los conceptos de viajar e impulso son cercanos porque implican movimiento. Y yo elijo moverme y seguir disfrutando, ya que de momento no conozco otro fin en la vida.