Webber, Vettel y Hamilton, en el podio del circuito de Sepang - Reuters.
“Sebastian, vas más rápido. Sebastian, eres mejor que él. ¿A qué esperaras a adelantarle?”. Eso, o algo parecido, pensó Sebastian Vettel (Heppenheim, Alemania, 1987) mientras Adrian Newey y el equipo Red Bull se frotaban las manos viendo claro un doblete plácido en Malasia con Mark Webber como vencedor, tras un salida brillante por fin, y con Vettel como escudero. Pero el alemán obvió las indicaciones del equipo y acosó a su compañero con un sinfín de paralelos e intentos de adelantarle al límite hasta que lo
consiguió, mientras en Red Bull tenían el corazón en un puño. Y Webber, claro, no daba crédito a lo sucedido: “Yo también podía haber ganado. Tras la última parada [cuando él como líder] nos dijeron que la carrera había acabado, que cuidáramos el coche, el motor y las ruedas. Seb tomó su propia decisión”. Vettel sólo se escuchó a sí mismo y reaccionó como en el ecuador de la prueba, cuando soltó por radio sobre su compañero: “Es demasiado lento, sacadle de mi camino”. Vettel acabó por ceder en la rueda de prensa: “Pido perdón, debo una explicación a Mark y al grupo. Éste es un triunfo del que no me siento muy orgulloso”. Así fue la tercera victoria de Baby Schumi, nuevo líder del Mundial con 40 puntos, en el circuito de Sepang, donde Lewis Hamilton completó el podio –Nico Rosberg, cuarto, sí hizo caso de las instrucciones de Mercedes y no puso en peligro ese puesto– en una carrera en la que Alonso no pudo completar ni dos vueltas, después de chocar por detrás con Vettel en la segunda curva, donde se dañó el alerón delantero. Una vuelta después éste se rompió del todo y le hizo perder el control: “Tal como estaba la pista, si hubiéramos entrado a cambiar el morro lo habríamos tenido que volver a hacer en la tercera o la cuarta vuelta y eso nos habría colocado últimos destacados”.
Alonso siguió el resto del gran premio por la televisión como un simple espectador más. Es posible que no viera en directo la confusión de Hamilton en su primera parada, cuando se fue directo hacia los mecánicos de McLaren, su escudería de siempre, y no a Mercedes. Por entonces Vettel ya había sido el primero en pasar por boxes (sexta vuelta) para poner las neumáticos más blandos en un circuito mojado en algunos tramos y seco en otros. Webber paró después y puso los duros y se colocó líder. El australiano fue cogiendo una cierta ventaja con respecto a Vettel, que mantenía a raya a Hamilton. Bastante más lejos estaba Felipe Massa, brillante en la calificación –partió segundo, por delante de Alonso–, y que “perdió todo lo ganado” en la salida, cuando su F138 sufrió problemas de adherencia. Felipinho, que luego se marcó algunas vueltas rápidas, cayó a la octava plaza tras su última parada. Massa se deshizo de Pérez, dejó clavado a Raikkonen –que sólo pudo ser séptimo tras vender en Australia y es segundo en la general con 31 puntos– y no le costó excesivamente superar a Grosjean para acabar quinto. Duelos con chispaSi el de Webber y Vettel resultó el duelo estrella, el del propio Raikkonen con Hulkenberg tampoco tuvo precio. Se lo acabó llevando el finlandés después de muchas tentativas. También resultó impagable la batalla entre Hamilton y Rosberg, a quienes desde la radio dijeron que se quedaran las cosas como estaban, con el británico por delante. Hamilton estuvo atento con su compañero –“Nico merecía estar aquí en el podio”– y Rosberg habló en plural, pensando en el bien de la escudería dirigida por Ross Brawn: “Al final el equipo me dijo de no forzar a Lewis. Yo iba más fuerte. Lo importante es que estamos cerca de Red Bull y sabemos que podemos ir todavía más rápidos”. Mercedes está en la buena línea, mientras que McLaren sigue perdida. Checo Pérez logró sus primeros dos puntos tras concluir noveno y Button, pese a cuidar al extremo sus neumáticos, pagó su precipitación en boxes, pues salió antes de que le ajustaran una rueda, y acabó abandonando a dos giros del final en un día marcado por la retirada de Alonso y el incendio de Vettel.