Los expertos creen que esta última corriente terminará por imponerse y que esa tendencia se plasmará pronto en una política que tal vez dificulte seriamente la investidura de un Pedro Sánchez cuya falsedad le permite mentir y engañar, incluso a sus amigos y socios.
Los defensores del alejamiento de Sánchez, fuertes en ERC y la CUP, afirman que un gobierno español duro, patriota y antinacionalista, sobre todo si es capaz de aplicar el artículo 155 y de enviar tropas a Cataluña, tendría el efecto de fortalecer al bando rebelde y reactivar el independentismo. Otro de sus argumentos claves es que durante el "sanchismo" la fuerza del independentismo se ha radicalizado, pero no ha crecido en números reales, mientras que con Rajoy en el poder el nacionalismo casi duplicó sus efectivos y el constitucionalismo casi fue barrido del panorama político catalán.
Sus adversarios en el debate arguyen que la existencia de un gobierno patriota y constitucionalista en España podría llegar al enfrentamiento directo y que Cataluña y el País Vasco siempre perderían en una confrontación directa.
Pero los otros argumentan que lo importante es romper de una vez el empate entre partidarios y adversarios de la independencia, que crea una parálisis nociva para la lucha por crear un nuevo Estado.
Ese debate, secreto, ajeno a los medios de comunicación y a la opinión pública española, es seguido muy de cerca por la cumbre del poder español, la Casa Real, el CNI y los servicios de inteligencia militar y policial, que tienen agentes infiltrados en Cataluña y el País Vaco, donde se cree que el futuro de España como nación va a depender, de algún modo, de quien obtenga la victoria en ese debate crucial.
Francisco Rubiales