"¿Soy feliz? Probablemente no. Después de haber pasado el límite de edad bíblica prescrito, tengo que pensar en la muerte, y no me gusta la idea. Existe el temor irracional del infierno, y del purgatorio, y a pesar de releer autores racionalistas se puede borrar. En la cara de la oscuridad que se acerca, que Winston Churchill denominó jocosamente terciopelo negro, que se refiera a sí mismo con un mundo que está pronto a desaparecer gradualmente una imagen de televisión que se va a negro, parece mera frivolidad. Pero la rabia contra la agonía de la luz es sólo humana, especialmente cuando todavía hay cosas por hacer, y mi rabia a veces suena en mí mismo como una locura. No es sólo una cuestión de obras que nunca se escribirán, sino que es una cuestión de cosas no aprendidas. He empezado a aprender japonés, pero es demasiado tarde, me he puesto a leer hebreo, pero mis ojos no diferencian entre tildes y puntos. ¿Cómo puede desvanecerse en paz, llevándote una gran ignorancia y en un estado de total ignorancia? "Burgess no estaba solo - si haces un poco de investigación en la red, descubrirás que hay bastantes auto-definidos ateos pero que se preocupan de las inquietudes de la vida futura. ¿Podría ser que el adoctrinamiento temprano es suficiente para cicatrizar permanentemente la mente humana? El Neurólogo DF Swaab hace un argumento elocuente para los efectos a largo plazo de las influencias ambientales tempranas. Un argumento de mucho pesor (y en mi opinión, no hay discusión al respecto) es que la introducción de los niños a una idea malévola como el Infierno es el abuso de menores, y los primeros casos de abuso puede causar cambios neurológicos permanentes. Tal vez en el momento en que somos lo suficientemente mayores para considerar realmente el infierno, ya es demasiado tarde. Esa pequeña manchita, persistente del miedo nunca jamás se desvanece, y se necesitará de un gran esfuerzo para superar sus efectos. A medida que el estado recibe los beneficios de este abuso religioso, hay poco incentivo para frenar los poderes de diversos cultos y sectas. Un ciudadano asustado es un ciudadano obediente, y no hay mucho más aterrador que ser arrancado a pedazos por los demonios en un abismo de fuego. No es sólo afrontar el problema de la separación entre Iglesia y Estado: Es una guerra ideológica contra una amenaza existencial, y un esfuerzo desesperado para liberar a la mente humana de la amenaza de una enfermedad peligrosa y contagiosa.