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El otro lado de la moneda de la ideología de género suele ser oscuro y sórdido. Bajo la excusa de “visibilizar a colectivos marginados y perseguidos” se oculta un interés sucio y aberrante que consiste en manipular al individuo mucho más allá del sectarismo político.
Un lado oscuro y sórdido donde todo se justifica si es para que cualquiera que se niegue a sí mismo pueda contar con la aprobación de una sociedad corrupta y cobarde que le protegerá frente a cualquier persona coherente que vea la realidad y se atreva evidenciarla ante los demás.
Y dentro de esa ideología de género que encuentra acomodo en una inmensa mayoría de medios de opinión e información, se está imponiendo una de las corrientes de “pensamiento” más infames junto a la que pretende la normalización y legalización de la pederastia: la aceptación de que cualquier niño, sin importar su edad, pueda definirse sexualmente como él mismo “se percibe”.
A los defensores de la ideología de género todo esto les trae sin cuidado. Su interés va por otro lado, y los menores, jóvenes y adultos que acaban trastornados, o algo peor, son daños colaterales sin importancia, fruto de una estrategia planificada para desarticular la personalidad del individuo en aras de una mayor obediencia a unasociedad hedonista y falta de todo principio moral y ético.
En el siguiente vídeo de tres minutos y medio, el conferenciante incide en algunos aspectos que no se suelen tener en cuenta a la hora de valorar por qué un niño quiere ser visto como otra persona del sexo contrario. Es decir, ser aceptado como lo que nunca llegará a ser, por una sociedad que le apoya en su autoengaño. Motivos que en muchas ocasiones son verdaderas tragedias de las que un niño trata de huir queriendo ser una persona diferente, y que pueden llevarle a una desesperación mayor de la que su propia personalidad, aún sin formar pero a la que se le quiere conceder una capacidad de elección y raciocinio que realmente no existe, no puede soportar y que acaba en tragedia demasiado a menudo.
Una gran parte de la sociedad no quiere aceptar lo que sucede, y muchos de los padres de estos niños creen, intoxicados por una ideología de género omnipresente e inquisitorial, que apoyar a un hijo en sus desvaríos es respetarle y protegerle. Pero, en demasiadas ocasiones, esos mismos padres acaban por aceptar que, lejos de ser una solución, lo que su hijo ha decidido y que ellos han permitido es acrecentar un problema que, con el paso del tiempo, llega a ser insalvable.
El extracto de la conferencia de Walt Heyer comienza en el minuto 3:17
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