El informe púrpura: construcción, no reconstrucción

Por Illegalreturn

El saber popular que, en cuestiones etílicas, atesora uno de mis amigos no tiene parangón. Con su desparpajo habitual suele afirmar que "tras una buena fiesta, la única duda es saber si la borrachera ha valido la pena". Algo parecido ocurrirá, tarde o temprano, en la ciudad de Minneapolis. Allí los Vikings depositaron sus esperanzas de acceder a la Super Bowl de Texas sobre las espaldas -o mejor dicho, el brazo- de Brett Favre. Parecía razonable pensar que sería un now or never para el quarterback de Gulfport en lo que es su último año como profesional. Pero lo cierto es que ha bastado un difícil inicio de la regular season para que la moral de los the purple people eaters se tambalee como lo haría una espiga de trigo en mitad de la tormenta; una sola victoria frente a los Lions y tres derrotas antes Saints, Dolphins y Jets, han condenado al equipo a la última posición de su división y no parece que el futuro pinte demasiado bien.
Es cierto que podemos achacar este mal inicio de temporada a diversos factores externos: la tradicional ausencia de Favre del training camp de pretemporada, las incapacitantes y repetidas cefaléas de Harvin o la grave lesión de Rice explican, solo en parte, la situación del equipo. Pero también hay que tener en cuenta que, sabedores de la importancia que para la ofensiva del equipo tiene el juego aéreo, la franquicia activó la contratación de wide receivers. Así llegaron, con escaso protagonismo hasta la fecha, Walker, Camarillo, Baskett y finalmente, Moss. Tras todos estos movimientos, sospecho que los Minnesota Vikings han llegado a un punto en el que han asumido que, como dice el aforismo: "no están todos los que son, pero son todos los que están". Sea como fuere, el destino de la temporada recaerá en el actual roster, no hay lugar, ni capacidad para más remiendos; esta no es la última temporada de los Vikings en la NFL.
EL PASADO NUNCA MUEREPero vayamos más allá del corto plazo y pensemos en el futuro. De una forma u otra, la borrachera acabará y dará paso a la resaca, o lo que es lo mismo, la temporada finalizará y llegará el momento de tomar decisiones. Algunas de ellas sucederán por sí solas -retirada de Brett Favre- y la mayoría de ellas recaerán sobre las espaldas del staff técnico. Es el gran secreto de cualquier equipo profesional con aspiraciones, sea en el deporte de equipo que sea: dar continuidad a un proyecto que funciona consiguiendo la pieza idónea para cada necesidad. Es importante recordar que con una de las mejores defensas de la liga hasta el momento -segunda tras los Steelers-, y la quinta mejor ofensiva de la temporada anterior -no así de esta-, cometerían un inmenso error los Minnesota Vikings si creyeran que deben iniciar un nuevo proceso de reconstrucción cuando, lo único que necesitarán será buscar un buen recambio para determinadas posiciones. Y en este trabajo estoy convencido de la tremenda capacidad del equipo que comanda Brad Childress y de él mismo, muy por encima de su más que discutible talento en la dirección del equipo NFL a pié de campo. No hay más que echar la vista atrás para poder comparar entre el rendimiento que la escuadra que el head coach de Illinois recibió y lo que son ahora los de Minneapolis. Los Vikings de la década pasada eran una escuadra que parecía conformarse en conseguir la segunda plaza de su división y acceder a los playoffs de vez en cuando; solo lo consiguieron en el 2000 -para caer en la final de la NFC frente a los New York Giants-, y en el 2004 -para sucumbir a las primeras de cambio contra los Philadelphia Eagles-. La comparativa entre el último año de Mike Tice como responsable máximo y la temporada pasada sigue dejando boquiabiertos a los vikes:

Al poco tiempo, Brad Childress había dirigido uno de los procesos de renovación más importantes de los últimos tiempos en la NFL. Si bien es cierto que, hasta la llegada de Brett Favre, la posición de quarterback jamás tuvo la estabilidad necesaria -dando la alternativa a Brad Johnson, Tarvaris Jackson, Kelly Holcomb, Brooks Bollinger y Gus Frerotte-, el resto de posiciones fueron revisadas hasta lograr una de las defensas más contundentes, un magnífico cuerpo de receptores y una potente ofensiva terrestre. Así, los Mewelde Moore y Michael Bennett dejarían paso a uno de los mejores running backs de la liga, Adrian Peterson, una elección no tan clara como hoy nos parecería ya que fue escogido en el séptimo pick del draft 2007. En esa misma elección llegaría, con el pick 44, un desconocido wide receiver llamado Sidney Rice. No contento con ello y antes de iniciar la temporada se contrataría al poderoso Steve Hutchinson, G de los Seattle Seahawks. De nuevo el buen ojo de Childress daría en el blanco al fichar a Jared Allen, DE de los Kansas City Chiefs, al tight end Visanthe Shiancoe procedente de los Giants y draftear, con el #1 del pick (vigésima segunda posición en el draft del 2009) al wide receiver Percy Harvin. Toda una renovación que, con paso firme, año a año, daría cuerpo a uno de los más compensados equipos de la liga.
Tanto fue así que los Vikings fueron el equipo que más jugadores aportó en el último Pro Bowl (Antoine Winfield, Sidney Rice, Heath Farwell, Brett Favre, Percy Harvin, Bryant McKinnie, Adrian Peterson, Steve Hutchinson, Jared Allen y Kevin Williams), nominando como mejores jugadores en su posición (All-Pro 2009) a los tres últimos.
HACER DE LA NECESIDAD, VIRTUDY, ¿cuales serían ahora esas decisiones?. Está claro que, retirado Brett, la prioridad número uno debe ser la contratación de un quarterback. El perfil correspondería a un jugador diestro, con facilidad para el juego aéreo, lanzador desde el pocket pero con la suficiente velocidad como para salir de él y disparar su brazo sin excesivos problemas. Imprescindible tener una buena visión de juego, capacidad de leer las defensas rivales y cierto grado de improvisación; vamos, la carta completa a los reyes magos. 
¿Cómo lograrlo?. Acudir al próximo draft y depositar toda la confianza en el elegido no es una operación nada fácil aunque posible, como bien está demostrando Sam Bradford en St. Louis. El peligro de apostar por un rookie es algo parecido a jugar en bolsa con un valor tecnológico: un riesgo alto y unos resultados que siempre prometen ser, en un sentido u otro, emocionantes; ahí podrían sonar gente como Andrew Luck (Stanford), Ryan Mallett -Big Tex- (Arkansas), Jake Locker (Washington), Christian Ponder (Florida State) o Blaine Gabbert (Mizzou). Pero esta vía parece cerrada para el equipo de Zygmunt "Zygi" Wilf: las cesiones de futuras elecciones en próximos drafts que la franquicia se ha visto a utilizar como moneda de cambio para las incorporaciones de sus últimos WR's, no permitirían a los Vikings seleccionar a los más destacados jugadores de la liga universitaria.
Una segunda opción sería la de repetir la filosofía del Plan Favre y traer un QB en declive con ansias de resarcirse. Aunque no pasen de ser meras especulaciones, quizá podrían entrar en este juego gente como un Delhomme en horas bajas, echar mano quizá de la irregularidad de Palmer o incluso de la discontinuidad de Flacco. Es una vía factible y que puede producir resultados inmediatos como el propio Favre se ha encargado de demostrar -y quizá la experiencia McNabb confirme-,  pero debilita a los Vikings ya que les hace depender de los planes que tracen los equipos cuyos quarterbacks interesen y siempre a un alto precio. La tercera opción es quizá la que más temor me causa y que podríamos titular como "la segunda oportunidad". Los rumores siempre han hablado de la alta consideración que del juego de Tarvaris Jackson tiene Brad Childress. No puedo entender como eso es posible si contemplamos lo que fueron las temporadas 2007 y 2008 en las que el mariscal de campo de Alabama participó en 12 y 9 enfrentamientos para un total de escasamente 2.900 yardas, 14 intercepciones y un QBR que jamás superó el 96. ¿Quien no ha olvidado aún los silbidos que, jornada tras jornada, recibía Jackson?. Aunque nos parezca sorprendente, Tarvaris es, con diferencia, el mariscal de campo que ha gozado de más oportunidades durante estos últimos años y, en todas ellas, ha fracasado de forma estrepitosa. Pero nunca se sabe y los movimientos -o la ausencia de ellos- de los Vikings, tanto en el mercado libre como en el draft, no parecen indicar que se tengan otros planes salvo retornar a esta alternativa.

Por otro lado y sabiendo que no es en absoluto una prioridad de primer orden, harían bien los de Minnesota en sondear el mercado de los running backs. Es inútil discutir el papel que Adrian Peterson tiene y tendrá en el equipo. Pero precisamente por ello serían muy conveniente incorporar a un segundo RB que, cuando Peterson está en el banquillo, diera credibilidad a los play action. El backfield de los Vikings se vería enormemente beneficiado si contara con alguna alternativa útil al running back de Palestine (Texas) y, por desgracia, Toby Gerhart -pese a ser candidato al Heissman del pasado año-, parece que no llegará a ser el jugador que se esperaba y poco, o nada, se sabe de Albert Young. Observando las nuevas promesas universitarias, deberían considerar a prospectos como Ingram Mark (Alabama), Ryan Williams (Virginia Tech) o Daniel Thomas (Kansas), incluso Murray Demarco (Oklahoma) o Shane Vereen (California). Y quien sabe, quizá sería hora de copiar la estrategia de los Jets y esmerarse en el mercado de la offseason; LaDainian Tomlinson es buena prueba de ello.
A buen seguro que otras posiciones demandan atención; la secundaria empieza a necesitar un buen brochazo en forma de refuerzos y la línea defensiva quizá requeriría sangre nueva donde es vieja y algo más de experiencia allí donde solo hay rookies, pero lo fundamental está planteado y Childress debe liderar esta operación o morir en el intento.