“EL INSTINTO” de Ashley Audrain

Publicado el 24 diciembre 2021 por Marianleemaslibros

Hubo un día especialmente duro. Se ponía hecha una furia en cuanto me acercaba a ella, daba patadas y manotazos en el aire. Estampó la cabeza contra la pared y luego me miró para ver cómo reaccionaba. Y entonces volvió a hacerlo. No había comido nada en todo el día. Sé que se moría de hambre, pero no consentía llevarse nada a la boca porque era yo quien se lo ofrecía.
Me había pasado llorando todo el rato que estuvo dormida, buscando en internet los primeros signos de trastornos del comportamiento y luego borrando el historial del buscador. No quería que lo vieras, y no quería ser la madre de una niña así Ya conocía la existencia de esta novela, desde que se publicó creo que a principios de 2021, pero igual que Rocío Tizón cuya reseña me animó a leerla, (y ¡que acierto!) desconfiaba bastante, prejuicios tontos que a veces tiene una. . . por las coletillas que traía adosadas, “el libro del año", “uno de los booms editoriales del año”, ese tipo de anuncios que de primeras ya me hacen recelar.
La trama sin spoiler“El instinto” alterna capítulos en dos líneas temporales. Por un lado, narra el momento pasado, la dura infancia de Blythe, y la de su madre Cecilia. A ninguna de las dos las querían sus madres, las rechazaban y ninguna de las dos consiguieron querer a sus hijas, aunque por distintos motivos.
Por otro lado, en el presente, Blythe tiene un marido perfecto y ha quedado embarazada de su primera hija, Violet. La verdad es que ella no tiene demasiado instinto maternal, pero Fox está muy ilusionado con la idea de tener hijos, más bien siente esa necesidad y ella lo hace por él, porque quiere demostrarle y demostrarse a sí misma que puede ser una buena madre, una madre “normal”. 
Me enternecía verte tan ilusionado. Ibas a ser un padre estupendo. Y yo sería la maravillosa madre de tu hijo.

Tras el alumbramiento viene el no dormir, el cansancio perpetuo, la desgana, surgen las dudas y esa típica condescendencia por parte de los que rodean a las recién paridas: que si es primeriza, que si las hormonas tienen la culpa, que si la depresión postparto es normal, etc. 
Nadie me habló de cómo se siente una al despertar a los cuarenta minutos de haberse quedado dormida, con las sábanas manchadas de sangre y el pánico por lo que viene a continuación. Me sentía como la única madre en el mundo que no lo superaría. La única madre incapaz de reponerse después de que le cosieran el perineo desde el ano hasta la vagina. La única madre que no podía soportar el dolor de las encías de una recién nacida en los pezones, como si fueran cuchillas. La única madre que no podía fingir que le funcionaba a la perfección el cerebro sin haber dormido nada. La única madre que miraba a su hija y pensaba: «Haz el favor de desaparecer de mi vista».

A ella le preocupa que el ser una mala madre sea algo heredable, le preocupa no convertirse en una madre como la suya, o como su abuela Etta, ambas “madres tóxicas” que ignoraban a sus hijas e incluso rozaban el maltrato psicológico con ellas. Teme que sea realidad lo que Cecilia siempre le decía: “Algún día lo entenderás, Blythe. En esta familia las mujeres somos... diferentes”
Pero lo peor de todo es que desde el principio siente que algo falla con Violet, ellas no conectan, se rehúyen, se repelen. La niña la odia, la desprecia, y así se lo hace saber a su padre, que está cegado por el amor de su pequeña. 
Su desprecio había pasado de las agotadoras rabietas que me dejaban hecha un mar de lágrimas a una premeditada y manipuladora frialdad. Me rechazaba con un cuajo y una intensidad que excedían con creces sus casi siete años. Las miradas gélidas. El más completo desdén. La resistencia pasiva a hacer lo que le pedía: ¿quieres, por favor, acabarte la cena?, ¿puedes recoger los juguetes? Se desentendía sin mostrar la más mínima reacción y punto, no me daba margen para interactuar con ella.

Para Fox ya solo es la madre de su hija, pero ella no se siente realizada siendo madre. Y para colmo, según Violet va creciendo, Blythe empieza a notar cosas raras, se va dando cuenta de que la niña alberga malos sentimientos, pura maldad, como cuando la maestra les cuenta que le ha clavado un lápiz en el muslo a una niña de la clase, y que otro niño le tiene miedo porque a veces le retuerce los dedos hasta hacerle llorar. ¿es la única que lo percibe? ¿son cosas de niños? o ¿hay en verdad algo malvado en ella?
Con el matrimonio casi roto, deciden tener un segundo hijo, Sam, para intentar arreglarlo, pensando que con él todo va a ser distinto. ¡Craso error!, todo se tuerce aún más.
Los puntos fuertes de la novela
La forma de contar la historia es peculiar: a través de una especie de carta o escrito, Blythe habla con su marido, se dirige a él y recuerda como se conocieron, se hicieron novios y se casaron felices, sin sospechar que la llegada de un bebé podría romperlo todo, sumir sus vidas, sobre todo la de Blythe en verdaderos calvarios. 
Se contaban los problemas que teníamos con los pétalos de mi ramo de novia, pero bien pronto quedaríamos sumidos en un campo entero de margaritas.

“El instinto” me ha enganchado desde la primera página, no podía soltar el libro. Me ha parecido una novela muy valiente, siempre me parecen argumentos valientes los que narran puntos de vista de la maternidad distintos, contando sin tapujos el lado negativo que por supuesto también conlleva. Porque está feo, está mal visto quejarse de los hijos y reconocer que la maternidad no es como la pintan. 
Pensaba en formas de escapar. Allí a oscuras, mientras me fluía la leche y me mecía en el sillón. Pensaba en dejarla en la cuna e irme de allí en mitad de la noche. Pensaba en el pasaporte y los cientos de vuelos anunciados en los paneles de los aeropuertos. Calculaba cuánto dinero podría sacar del cajero de una tacada. Me preguntaba si debía dejar el teléfono móvil encima de la mesilla. Y cuánto tardaría en retirárseme la leche para que mis pechos pudieran dejar de ser la prueba de que había nacido.

La novela te golpea con una cruda realidad, te echa abajo dos mitos, el mito de la inocencia y pureza infantil y el de que ser madre es lo mejor que te puede pasar (seguramente para muchas sí lo sea, pero no para todas) pero también es cierto que cuesta mucho creer que una madre pueda sentir ese repelús, desapego y falta de cariño por un hijo, quizás eso sea algo un tanto irreal, aunque supongo que habrá casos en la vida real, seguro. . . Y más si te sale una niña como Violet, porque los hijos te pueden salir de cualquier manera, tú no los elijes, así como no elegimos a nuestras madres. 
Una madre no cuenta con traer al mundo un hijo que sufra, no cuenta con tener un hijo que se muera y tampoco cuenta con criar a una mala persona.

Estamos ante un drama familiar bastante crudo, cuyo tema de fondo es el lado más oscuro de la maternidad. Un drama que nos invita a reflexionar sobre si realmente existe la maldad en los niños, si es cierto eso que siempre se ha dicho que los niños pueden llegar a ser muy crueles. No puedes evitar meterte en la piel de Blythe y preguntarte ¿Cómo actuar si tu hija te da miedo? ¿Como actuar si tu hija no acepta el amor incondicional que le ofreces? ¿Estamos condenados a repetir los errores de nuestros padres y madres? ¿es suficiente con querer ser diferente?
Sentía mucha curiosidad por saber si esta autora canadiense, Ashley Audrain, es madre, y he leído por ahí que sí, que tiene dos hijos y que reconoce que en la concepción de ‘El instinto’ ha pesado más su experiencia con la maternidad, que su conocimiento del sector editorial. Y que su novela pretende denunciar las elevadas expectativas sociales que rodean la maternidad, que son una carga enorme para las mujeres.
Por cierto, el argumento me ha recordado mucho a una peli muy buena que vi hace tiempo "Tenemos que hablar de Kevin" (Lynne Ramsay, 2011) y que me dejó absolutamente impactada. Vale que "El instinto" no es tan dura, es algo más suave, pero igualmente brutal, tremenda. Si no la habéis visto, tenéis que verla.
Resumiendo: “EL instinto” es un thriller psicológico adictivo e impactante, de esos que te dejan huella. Es la historia de de una madre, una abuela y una hija,tres generaciones de madres marcadas por el abandono. Una historia con un final inquietante que, aunque te lo vas oliendo, no por ello deja de ser terrible. Te lo esperas y aún así se te quedan los ojos como platos, porque en el fondo piensas que igual todo son imaginaciones de esa madre. Terminas de leer y no dejas de darle vueltas y más vueltas.
Así es la maternidad, existe solo el ahora. La desesperación del ahora, el alivio del ahora.
Me lo he pasado muy bien leyendo esta novela, me ha tenido muy intrigada, os la recomiendo. Mi nota es la máxima: