El internamiento de extranjeros en gran bretaña durante la segunda guerra mundial

Por Fehele
Había algo que inquietaba la conciencia del pueblo británico allá por el verano de 1939. Es posible que los archivos oficiales contengan documentos que reivindiquen la política del Gobierno británico hacía los extraeros enemigos, pero esto no parece probable. Lo indudable es que todos los alemanes y austriacos (y a partir del 11 de junio), los italianos del sexo masculino comprendidos entre los 16 y los 60 años (que posteriormente se aumentó a 70), fueron internados y detenidos en unas circunstancias que despertaron la indignación pública en diversos condados de Gran Bretaña.

La historia de lo que, a mediados de julio, pareció muy natural que un periódico tan comedido como Spectator, denominase “el escándalo del internamiento” se remonta al comienzo de la guerra, en cuya fecha se detuvo e internó a más de 2.000 sospechosos. Empezaron entonces a funcionar ciento veinte tribunales para extranjeros, y se examinaron cerca de 74.000 casos, incluyendo los de 65.000 refugiados políticos. De este total, 600 quedaron internados, 6800 colocados en la categoría B (no podía confiarse en ellos completamente), y el resto, recibió certificados de confianza.

Camino al internamiento

Durante el año siguiente, las noticias que llegaron primero de Noruega, y después de los Países Bajos, originaron ciertos temores, que no estuvieron muy lejos del pánico, en lo concerniente a la “quinta columna”. El 10 de mayo se internó a todos los extranjeros de sexo masculino que habitaban en las zonas costeras más expuestas más expuestas a una posible invasión anfibia alemana. El día 16, se detuvo a todos los varones comprendidos en la categoría B, fuera cual fuese su punto de residencia, yunos días después, se les condujo a la isla de Man, en compañía de sus hijos, a todas las mujeres que figuraban en esa categoría.

Concentración de prisioneros en la Isla de Man

En esta época, la prensa y el público en general pedían que se tomasen medidas todavía más drásticas, y el 21 de junio todos los restantes residentes de países enemigos (de los cuales más de 50.000, eran judíos) quedaron bajo custodia. Unos 8.000 fueron embarcados hacia Canadá y Australia, y otros muchos, entre los que figuraban personas de indudable probidad y considerables merecimientos, perdieron sus vidasal hundirse el Arandora Star, a primeros de junio, alcanzado por torpedos alemanes.

Por aquellos días, la opinión pública empezó a atacar duramente la política del Gobierno, y en particular la despiadada manera con que solía aplicarse. Se supo que un buen número de refugiados se había suicidado; que otros habían pasado por el trance de ver a sus familias disolverse, e incluso se hablaba de detenciones de hombres de ciencia que habían prestado servicios valiosos servicios a la nación…

En el Parlamento y en la prensa se contaban historias horribles, por desgracia más auténticas que magnificadas, y se evocaban las tragedias individuales producidas por esta política de internamiento. Poco a poco, ante la presión pública, los errores y la falta de humanidad fueron desapareciendo del sistema; se devolvió a los internados el derecho de apelación, y toda esta desagradable cuestión cayó en el más completo olvido, excepto para sus victimas.

Fuentes:

"Operación León Marino", de Peter Flemming

http://www.merzmail.net/jackbilbo.htm