El joc dels disbarats

Publicado el 21 noviembre 2013 por Torrens

La expresión catalana que da nombre a esta nota se usa para referirse a situaciones donde se suceden los disparates en cascada y a cual peor, o en que dos bandos parecen competir por el disparate más gordo. La U.E. y el gobierno de España, cada uno por separado y en su relación entre los dos, son un muy buen ejemplo de joc dels disbarats.

Por un lado la U.E., todo y que han más o menos reconocido el estrepitoso fracaso de las medidas impuestas por la Catastroika siguen aplicándolas como si nada y continúan usando en exclusiva medidas de ahorro y recorte sin usar para nada instrumentos de crecimiento que compensen el efecto deflacionario de los recortes y aumentos de impuestos. Las malditas medidas nos han hecho pasar casi 4 años de dura recesión, y encima cuando parece que esta se acaba, la recuperación es desesperantemente lenta, muy vulnerable, y lo que es peor, las medidas y la recesión, en vez de disminuirla, han hecho aumentar los volúmenes de deuda en todos los países, rescatados o no, hasta niveles que en muchos casos la hacen impagable. Ante esta situación, a los inteligentes gestores de la Unión Estúpida no se les ocurre otra cosa que apretar todavía más el corsé, lo que no solo va a empeorar más la situación, sino que va a aumentar todavía más la deuda y va a poner en serio peligro la recuperación. Afortunadamente parece haber un rayo de mínima inteligencia porque hace pocos días la Comisión Europea advirtió a Alemania que debe modificar sus políticas económicas, olvidarse de su obsesión con la inflación, aunque tenga raíces históricas, y aplicar medidas que favorezcan el crecimiento del consumo, porque en caso contrario vamos a estar mucho tiempo en el fondo del pozo. Esto último no lo dijeron exactamente así pero es lo que se les entendía.

Siguiendo con las malditas medidas “catastroificas” la U.E. informó a nuestro gobierno que deben seguir las reformas y que en los próximos tres años se deben recortar 32.000 millones, y ¡¡Oh. Milagro!! el gobierno del Sr. Rajoy dice que ya está bien de recortes y que no puede recortar más. Esta actitud habría sido fantástica si Rajoy la hubiese mostrado hace más de un año, pero entonces recortaba e imponía impuestos sin freno porque quien resultaba afectado era un elemento desechable para la Oligarquía española: la ciudadanía, pero ¡Caray!, si se ha de seguir recortando y ya casi no queda margen para hacerlo sobre las espaldas de la ciudadanía, solo se podrán conseguir las cifras de recorte que dice la U.E. si se acomete la reforma de la Administración Pública, ¡¡¡¡Y eso si que no!!!!, por la Administración Pública si vale la pena enfrentarse a la Catastroika, porque todos somos conscientes que nuestra Administración es desastrosa, ineficaz, y aparte rebajar a la ciudadanía al rango de súbditos feudales, supone un inmenso lastre que compromete el desarrollo político, social, económico y empresarial del país, pero es la que le gusta al Sr. Rajoy, a su partido, a todos los partidos amigos y colaboradores, y sobre todo a la Oligarquía que nos explota. También es un disparate que de todos los que dentro y fuera del gobierno afirman que la crisis se ha acabado no hay ni uno que parezca darse cuenta de un dato en mi opinión muy preocupante y al que ya me he referido otras veces: como consecuencia del aparente fin de la recesión en la U.E. dos de los países rescatados, Irlanda y Portugal no solo mejoran sus cifras macroeconómicas, como ocurre en España, además sus tasas de paro están bajando claramente y sus niveles de deuda externa, todo y que a niveles altísimos, ha dejado de aumentar y se ha atemperado. En España no ha ocurrido nada de todo esto. Nuestra tasa de paro sigue donde estaba y la deuda externa sigue aumentando. Pero ni así tocarán a la Administración Pública.

En España, otros disparates están a la orden del día, y como que hay donde escoger, he escogido los que en mi opinión son de mayor tamaño. El primero es la sarta de barbaridades que José Maria Aznar suelta diariamente. Suerte que las biografías solo dan a una por cada vida, porque todo y así la cosa se hace casi insoportable. Me extraña que a ningún director de periódico se le haya ocurrido abrir una nueva sección fija con un titulo algo así como “La burrada fresca del día de José Mª. Aznar”. No creo que en todo el mundo haya un ex-presidente que suelte tantas locuras como Aznar, aunque bien pensado si hay un presidente que le hace la competencia: Nicolás Maduro en Venezuela, pero al Sr. Maduro se le aparece Hugo Chávez (que por lo visto no se calla ni muerto), mientras que a Aznar lo mandó Dios todopoderoso para solucionar nuestros problemas, y le habla en sueños. Entre Dios y Chávez no hay comparación posible, y es que todavía hay clases.

El segundo disparate, de entre muchos, es la nueva propuesta de Ley de Seguridad Ciudadana. Se ha de desconocer totalmente lo que es la más mínima vergüenza para proponer una Ley cuyo único objetivo es proteger a gobernantes y diputados de las iras de la ciudadanía, prohibiéndole a esta en la práctica y mediante unas sanciones absolutamente desorbitadas, la mayor parte de las manifestaciones mediante las que expresa su descontento, y por si después de esta demostración de total y profunda deshonestidad todavía queda un mínimo rastro de vergüenza, desaparece totalmente cuando encima la califican como Ley de Seguridad Ciudadana, para lo que han añadido un par de medidas relacionadas con la prostitución y el narcotráfico para disimular, con la esperanza de que algún idiota profundo no se de cuenta y se crea que esta ignominia tiene algo que ver con la protección de la ciudadanía.

El día en que se anunció este disparate, en el programa de Josep Cuní, aunque no sé si lo programaron con esta intención, al dar las noticias, lo hicieron con una secuencia muy reveladora. Empezaron hablando de que los asaltos de carteristas en Barcelona, todo y que la policía ha establecido procedimientos que han mejorado un poco la situación, por más que insistan en sus acciones el problema persiste porque no es policial sino jurídico, es decir, lo que no funciona son las leyes que hacen que un solo ladrón pueda pasar varias veces por comisaría en un solo día, entrando por la puerta, y saliendo a los pocos minutos por la misma puerta para seguir robando. A continuación se refirieron a los cada vez más frecuentes asaltos a chalets en el Maresme. Después hablaron de que los robos en explotaciones agrícolas son ya tantos y tan frecuentes que en el Camp de Tarragona los payeses ya están organizados en somatenes para vigilar ellos mismos sus campos e instalaciones, payeses que además se quejan de que nuestras leyes son tan absurdas que cuando se produce un robo solo se tiene en cuenta el valor de lo robado, pero en ningún caso se le añade el coste del perjuicio causado, y ponían como ejemplo un robo reciente de cable de cobre en un transformador que no debió reportar a los ladrones más de dos mil Euros, pero causó daños por más de 30,000 €. Y a continuación se refirieron a la propuesta de Ley de Seguridad Ciudadana, que todo y que hay razones múltiples y variadas para mejorar enormemente la seguridad ciudadana, en realidad solo toma medidas contundentes para proteger de la protesta ciudadana al gobierno y los diputados, prohibiendo en la práctica la mayor parte de las manifestaciones.

Si al PP le quedase un mínimo de honestidad, el slogan de su próxima campaña electoral debería ser: ¡Viva Franco!, ¡Arriba España!.

Está claro que en España hay al menos dos clases sociales bien diferenciadas: los políticos, altos funcionarios y oligarcas que solo tienen derechos, que no son nunca responsables de nada, que pedirles responsabilidades, aunque sean evidentes y exigibles por Ley, es de muy mal gusto, por cuyo bienestar y defensa cualquier acción se justifica, por más vil, deshonesta y mezquina que sea, y que en caso de problemas deben ser defendidos, si hace falta incluso por el Fiscal General del Estado, y la clase social desechable, que algunos llaman ciudadanía y otros chusma, que solo tiene obligaciones, de las que las fundamentales son: Votar, Pagar y Callar,  que son culpables de todo, y  por cuyo bienestar y defensa no vale la pena perder ni un minuto.