¡Cuánto tardaba! Seguro que trataba de reparar la muñeca mientras mamá la consolaba con alguna golosina. ¿Cuándo aparecería? ¡Podría darse prisa alguna vez en la vida! ¡Qué pesada! Se cansaba de esperar, era aburrido y además se sentía agobiada allí dentro, enterrada entre los abrigos y jerséis de lana. El calor la amodorraba. Entornaría los párpados un segundo para descansar los ojos y que dejaran de pesarle. En un instante se quedó dormida. Sus ronquidos, poco femeninos, retumbaron en el interior de su escondite. Entre sueños de monstruos peludos y rugidos de fieras de pesadilla que la perseguían para ejecutarla en la guillotina, la puerta se abrió. "¡Uh!", gritó Ro. Lu salió despavorida de la habitación.
¡Cuánto tardaba! Seguro que trataba de reparar la muñeca mientras mamá la consolaba con alguna golosina. ¿Cuándo aparecería? ¡Podría darse prisa alguna vez en la vida! ¡Qué pesada! Se cansaba de esperar, era aburrido y además se sentía agobiada allí dentro, enterrada entre los abrigos y jerséis de lana. El calor la amodorraba. Entornaría los párpados un segundo para descansar los ojos y que dejaran de pesarle. En un instante se quedó dormida. Sus ronquidos, poco femeninos, retumbaron en el interior de su escondite. Entre sueños de monstruos peludos y rugidos de fieras de pesadilla que la perseguían para ejecutarla en la guillotina, la puerta se abrió. "¡Uh!", gritó Ro. Lu salió despavorida de la habitación.
También podría interesarte :