El juego de golpear a un negro en la cara con pelotas de béisbol

Publicado el 12 noviembre 2019 por Tdi @RLIBlog

Ya se habló de la bella época en la que los bebés negros eran usados como cebos para cazar aligátores, pero la historia no se queda ahí. En los Estados Unidos era tremendamente popular, desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, el lanzar pelotas a la cabeza de un hombre negro. Ambos ganaban. Unos se llevaban un premio y los otros un traumatismo craneoencefálico. Lo que se llama un intercambio justo.

Por unos centavos, uno podía probar su puntería lanzando con fuerza pelotas de béisbol a la cara de un hombre que intentaría esquivarlas. Tan solo tenía tres oportunidades. Su gran popularidad les servía para atraer a espectadores para otros espectáculos con ilusionistas, animales, salas de juego y tiovivos. También generaba interés entre jugadores de béisbol profesionales, que otorgaban protagonismo a sus objetivos en los periódicos cuando conseguían desfigurarlos. Mientras unos ganaban premios, otros perdían dientes, ojos, la nariz o la conciencia. Niños y mayores, jugadores de béisbol y gobernadores, entre otros, podían participar en este juego divertido e inocente.


La integridad de los objetivos era indiferente, ya que se aludía a que "estaban acostumbrados". Se tiene constancia de tiradores que se traían sus propias bolas más pesadas para lanzárselas con resultados fatales. Los medios quitaban hierro a las muertes de los objetivos. Incluso se citaba a las autoridades en antropología que mencionaban que los negros tenían cráneos muy pesados y grandes con gran resistencia, que ambos sexos solían chocar sus cabezas como cabras y que a ellos no solo no les importaban los pelotazos, sino que les alegraba (tras unos cuantos pelotazos no sería extraño que actuaran incoherentemente). Por su parte, se defendía a los hombres que deseaban mostrar su fuerza frente a sus amigas. Se concluía añadiendo que el juego debía seguir hasta que hubiera pruebas de fracturas craneales, contusiones cerebrales o hasta que el objetivo se encargase del tema. No obstante, indicaban que podía arrepentirse de perder una paga diaria que no requería el esfuerzo del trabajo manual.


Cuando en 1915 se prohibió algunas formas del juego en Coney Island hubo lamentos por la eliminación de este tranquilizante juego, mandando al paro a muchos que no tendrían un uso más rentable de sus cabezas. En 1911 se creó una alternativa progresista: tirar a un hombre negro a un barreño de agua tras dar con una pelota en la diana. Hasta 1950 convivirían ambos juegos. En algunos carnavales se usaron figuras en vez de personas reales. Durante mucho tiempo, incluso se vendían juguetes para niños con la popular atracción.

Fuente: Jim Crow Museum of Racist Memorabilia