Parece que esa demora es el peaje que ha pagado Isabel Allende por adentrarse en el terreno, tan exigente como lleno de sus propias normas, del género negro, o de misterio, o del ‘thriller’, como le llamarán allá en su California residencial. Al final de la novela la autora chilena casi se justifica, porque parece incluso pedir disculpas por haber escrito una novela de crímenes, acaso esa advertencia debería haberla colocado al inicio del libro, así el lector no se habría llamado a engaño. Y no es que la novela no tenga sus méritos, que los tiene, pero cualquier aficionado al género le diría que no se puede pasar de puntillas por tres o cuatro asesinatos, máxime cuando hay varios protagonistas relacionados de una u otra forma con la ley, para detenerse por fin en el último crimen, cometido nada menos que en la página 319. Así no se hacen adeptos a la novela negra, la verdad.
Y nada de esto hubiera sido censurable de haber publicitado la novela incluyéndola en cualquier otro género. El hecho de que haya un policía, un ex militar y una joven liderando un grupo de investigadores cibernéticos aficionados a los juegos de rol no convierten la novela en negra, todo lo más en gris. No obstante, los tipos humanos que Isabel Allende perfila tienen sus valores y su enjundia, la mística terapeuta Indiana Jackson, el veterano Ryan Miller, la joven Amanda Martín, su padre, el inspector jefe Bob Martín, y el resto de personajes corales, conforman un universo complejo; y también es justo señalar que el último cuarto de la novela se vuelve dinámico y adictivo, y que en él los resortes del misterio y la intriga sí están manejados con soltura. Ojalá los lectores anden generosos de paciencia, porque de lo contrario, se perderán el desenlace de una trama interesante, interesante aunque haya sido bastante maltratada por un más que evidente error de cálculo.
El juego de Ripper. Isabel Allende.Plaza y Janés. 482 páginas. 22’90 euros.(LA VERDAD, "ABABOL", 22/3/2014)